Capítulo 25: Peeta.

5K 292 1
                                    

Estaba encerrada en mi habitación, llorando sobre la cama. No tenía certeza de las horas que habían pasado, solo sabía que ya era de noche. No me levanté para la hora de la cena, continué echada sobre mi cama, intentando controlar mis lágrimas.
Luego de otro largo rato llorando, le eche un vistazo al reloj que marcaba las dos de la madrugada. Me levanté, tomé un abrigo y salí de la habitación, luego me dirigí hacia las escaleras y comencé a subir por ellas hasta la azotea. Una vez allí, me senté en la cornisa como había hecho algún tiempo atrás y, me detuve a observar cada una de las luces de los edificios del Capitolio.
Para cuando ya había examinado cada una de las luces, me recosté sobre el suelo y contemplé las estrellas, algo que también había hecho anteriormente, solo que esta vez no pensaba en mis padres, pensaba en Odair.
De tan solo pensar en cómo había caído a sus pies y en cómo me había dejado usar, sentía rechazo de mi misma, me sentía incluso peor que cuando solía ser una prostituta. Me sentí ingenua e ilusa ¿Cómo alguien me iba a querer sin desear algo de mí? No, nadie podía quererme si no fuera por interés, solo mis padres. Creí que Odair realmente era diferente, lo sentía pero me equivoqué. Él me usó, primero como salvavidas, luego, como objeto sexual, y por último, como quitapenas. Me usó para evitar pensar en Annie, o quizás me usó pensando en ella. Jamás me vio como la veía a ella. Jamás me iba a querer cómo la quería a ella.


Abrí mis ojos, el sol irradiaba como siempre suele hacerlo al mediodía… ¡Mediodía!
Me levanté rápidamente, miré a mí alrededor y no había nadie. No sé qué es lo que esperaba encontrar, o mejor dicho a quién… Oh, en realidad si sabía, esperaba encontrarlo como aquella vez que ambos dormimos aquí. Soy una estúpida.
Bajé corriendo todos los pisos hasta llegar a la sala de entrenamiento, todos estaban allí.
Woof y Cecelia se acercaron a mí tan pronto me vieron pasar la puerta.

― ¿¡Dónde estabas!? ¡Te buscamos por todos lados! ―dijo Cecelia, preocupada.

―Lo siento, me quedé dormida en… la azotea.

― ¿Estás loca? ¿Qué hacías allí? ―ahora comenzó a regañarme.

―Subí a observar las estrellas, no me di cuenta de la hora y… me dormí.

― ¿¡Pero cómo…!? ―Woof la interrumpe.

―Ya está aquí, basta de regañarla. Vamos a entrenar un poco que, dentro de no mucho es el almuerzo.

Le sonreí a Woof y lo seguí hasta otra sala, en dónde practicaríamos nuestra destreza.

En la sala había unas plataformas enormes que subían y bajaban en diferentes tiempos. Había que atravesar saltando todas las plataformas hasta el final en el menor tiempo posible. Algunos tributos se cayeron y no lograron finalizar el trayecto. Yo pude atravesarlo sin problemas aunque no fui la más veloz. Los profesionales del distrito 1 fueron los más rápidos en atravesar el circuito.

La hora del almuerzo había llegado y nos dirigimos al comedor. Esta vez nos sentamos junto a Peeta y Katniss.

―Hola ____ ―dijo Peeta sonriendo.

―Hola Woof ―agregó Katniss.

―Hola ―dijimos al unísono.

El almuerzo junto a ellos era bastante entretenido. Estuvimos haciendo bromas, hablando tonterías y riéndonos mucho. Katniss y Woof, quienes terminaron de comer al mismo tiempo, se levantaron de la mesa al finalizar sus comidas. En cambio Peeta y yo, que comíamos bastante lento, continuamos conversando y bromeando. Era un chico más que adorable.

―Así que… ¿Problemas en la pareja? ―preguntó Peeta.

― ¿Qué? ―lo miré confundida―Ah, mmm… Sí, sí. ―contesté sin darle mucha importancia.

― No quieres que hablemos de ello, lo comprendo ―sonrío.

―Gracias por ser comprensivo, ¡Eres tan atento! ―reí.

―Me gusta tu risa ―dijo algo serio.

Mis mejillas comenzaron a tomar color. Sonreí nuevamente y lo miré fijo. Noté que en su mirada había algo así como… cuando miraba a Katniss.

―Gracias ―contesté algo tímida.

Hubo unos momentos de silencio incómodo, hasta que decidí romperlo.

―Yo… terminé con esto ―señalé mi plato―, ¿Tú?

―Sí, también… ―se levantó― vámonos.

Nos dirigimos hacia el hall central del edificio y nos quedamos allí, sentados en un sofá. Continuamos hablando normalmente y bromeando de nuevo, parecíamos amigos de toda la vida.
La conversación cambió de rumbo y tomó otro, uno más profundo y… sentimental.

―Me hubiera gustado conocerte antes, ____.

Lo miré sorprendida. Por un segundo creí que estaba coqueteando conmigo.

―Sabes…pronto podremos estar muertos y… es una lástima no haber compartido más momentos juntos, realmente me agradas ―sonrió.

―Eres muy dulce, Peeta. ―sonreí levemente― Sí, es una verdadera lástima…Todo lo que está ocurriendo es horrible.

―Sí, lo es ―suspiró―, pero supongo que debemos aprovechar estos días que nos quedan antes de que nos metan en la arena, ¿No?

―Supongo que sí ―dije sonriendo.

Haymitch, quien paseaba por el lugar, nos vio y se acercó a nosotros.

―Preciosa ―me miró―. Galán ―miró a Peeta―. Mañana tendrán la sesión privada.

― ¿¡Qué!? ―exclamamos Peeta y yo al unísono.

―La adelantaron un día, al igual que adelantaron casi todo. Así que tienen toda la tarde para continuar entrenando. Yo que ustedes, aprovecharía cada segundo, es el último entrenamiento. ―volteó para irse pero se detuvo― Ah, ¡Casi me olvido! Mañana por la noche tendrán la entrevista con Caesar, y pasado mañana… ¡Qué la suerte esté de vuestra parte! ―fingió una estruendosa risa y desapareció de nuestra vista.

Miré a Peeta, quien también me estaba mirando, y rápidamente me puse de pie. Él comprendió mi mirada, imitó mi acción y me miró sonriente. Nos pusimos en posición y ambos salimos corriendo hacia la sala de entrenamiento.

Everything changes {Finnick Odair y tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora