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Habían pasado apenas unas pocas horas desde que había llegado a Londres, y desde el primer momento lo había amado.

Hace poco había sido mi cumpleaños número veintidós y el mejor regalo que mis padres pudieron haberme dado había sido enviarme a pasar un largo tiempo en la casa de mi prima –casi hermana- en otro país. Agradecía al cielo por ese regalo.

Era una clase de descanso alejada de todo el estrés que vivir en Francia y ser la hija de un político conllevaba.

Mi papá, Ralph Jones, prometía ser electo como el siguiente embajador estadounidense en Francia, pero tener a los medios encima de mi familia era algo que simplemente no podía manejar.

No obstante, no podía olvidar el sermón de papá acerca de no dejar de lado el comportamiento políticamente correcto.

Pero, ¿cómo me podía comportar políticamente bien en Londres y a los veintidós?

No se podía.

Por otro lado estaba Beth, mi prima. Tenía apenas 24 años y había aceptado gustosa recibirme. Habíamos crecido juntas y me encantaba la idea de poder pasar todo este tiempo con ella.

El viaje había sido agotador y agradecía poder descansar un poco en el auto de Beth. Al llegar a su casa, me ayudó a cargar con el equipaje y entramos.

—Bueno, pues este es mi hogar—dijo Beth soltando las maletas.

—¡Es grandioso! Me encanta la decoración—solté admirando la sala de la casa. Era muy espaciosa y estaba amoblada de una manera muy moderna.

—Me alegra que te guste—dijo Beth sonriendo y abrazándome. Se estaba comportando algo extraña—te mostraré tu habitación.

Eran aproximadamente las cinco de la tarde, me encontraba en mi "nueva" habitación mientras Beth cocinaba la cena. Era tan bueno que Beth supiera hacer todo tipo de cosas en el hogar, yo era una completa inútil en ese aspecto.

Después de una hora, ya había arreglado mi equipaje en el closet que tenía la habitación y salí de esta para ver que hacía Beth. La busqué en la sala y en la cocina, pero no había nadie. De seguro había ido a su habitación.

Al llegar toqué suavemente la puerta de madera y escuché un "Pasa" desde el interior de esta. La habitación de Beth era tan sofisticada como ella.

Pero eso no fue lo primero que noté al entrar.

La sonrisa que tenía en la cara mientras miraba algo en su celular no era algo que se viera todos los días.

— ¿Qué está pasando? ¿Quién te tiene tan feliz? —le pregunté juguetona.

—¿A qué te refieres? —me preguntó Beth de vuelta, fingiendo confusión.

—¡Oh, vamos! No me vas a decir que le sonríes al celular solo porque sí. Esto solo puede significar una cosa: hombres—dije asintiendo. Estaba segura que eso era.

—Está bien, me atrapaste—dijo Beth poniendo sus manos en su cara—he estado saliendo con alguien y quiero creer que va en serio.

—¿Me estás jodiendo?—Le grité asombrada—¿Cómo es que no me lo habías dicho apenas llegué?

—Quería que fuera una sorpresa, Rachel—dijo Beth y rio por mi exagerada reacción.

—¿Sorpresa? ¡Mira lo sorprendida que estoy! ¿Cómo es él?—dije pasando de fingir enfado a la intriga completa.

—No quiero aburrirte con mis pesadas charlas acerca de él. En vez de eso, quiero que lo conozcas—dijo Beth.

—¡Pues claro que sí! ¿Cuándo y dónde? —dije entusiasmada. Mi prima no había tenido suerte antes con los chicos y me alegraba que se diera otra oportunidad.

The worst thing I've ever done. {cancelada temporalmente}Where stories live. Discover now