24. Respuestas Parte I

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Pero lo que más me sorprendía era que sabia de mí. ¿Cómo se había enterado?

—Gracias, Horan—dijo con una leve sonrisa.

—      ¿Cómo…?

Solamente pude articular eso y él me interrumpió:

—      ¿Qué cómo sé de ti, Horan? —preguntó mientras se acomodaba la gabardina negra.

Solamente asentí.

—Pues, te lo explicaré.

—Yo a usted lo creía muerto—dije sin podérmelo guardar.

Él solamente enarcó ambas cejas y sonrió.

—Como ya te lo dije, chico, te lo explicaré.

Intenté hablar pero lo que salió de mi boca fue un extraño balbuceo.

El hombre rodeó su brazo en mis hombros. Él era más alto que yo y me podía mirar desde arriba. De pronto comenzó a caminar hacia el patio trasero de mi apartamento y yo solo lo seguí.

—No sabes lo que me alegra verte vivo—dijo el profesor Harries. Me paralicé.

—      ¿Usted…? —Iba a preguntar « ¿Usted fue el que me curó?»

—Ajá—dijo él advirtiendo mi pregunta—. Ven conmigo y te explicaré con lujo de detalles.

—Pero…—tragué saliva. Estaba nervioso.

—Jamás pensé esto—rió y yo solamente lo vi con confusión—. Es en serio, chico, ven conmigo—reiteró divertido, yo solamente no podía asimilar lo que me estaba confesando— ¿No confías en mí?

—Sí, pero ¿Adónde iremos?

¡Al fin mi lengua se desbloqueó!

—A mi laboratorio.

—Ok.

—Si quisiera hacerte daño, chico, debería de estar loco ¿No crees? —dijo y yo tomé un par de segundos para entender su punto. Reí al enterarme—. Me aplastarías en un santiamén.

Asentí con una leve risa.

—Vamos—acepté.

[…]

El profesor Harries manejaba una gran Range Rover de color de negra y me estaba llevando a un lugar que desconocía totalmente, ya que habíamos salido de Londres y justamente pasábamos por una zona boscosa y oscura debido a la noche.

El camino poco a poco se estaba haciendo más difícil y se sentía muy empedrejoso, cosa que me pareció muy extraño.

—      ¿Perdón profesor Harries? —le dije mientras el hombre sostenía con fuerza el volante.

—      ¿Sí, Horan?

—      ¿Dónde estamos?

—Esta es mi propiedad privada. Muchos lo conocen como «Quiet Hill»—explicó—. En esa colina se encuentra mi hogar. No te preocupes, chico, ya has estado aquí.

Asentí en silencio y aguardé a que llegáramos.

Después de unos cuantos minutos el auto aparcó al frente de una hermosa cosa. Jamás le hubiera llamado «hogar», eso era toda una mansión.

—Baja, Horan—me pidió y yo le seguí bajando de la camioneta y entrando a su «casa».

Por dentro era enorme. El recibidor estaba adornado de muchas estatuas de mármol blanco y negro. Los sillones eran de cuero negro y al frente del sillón principal estaba una mesita de noche —también de mármol— con una lámpara que parecía toda una antigüedad.

A pesar de que toda la decoración se veía tan antigua, todo se veía reluciente.

—Hola Señor Harries—apareció en el centro de la sala de estar un hombre vestido con saco y corbata negro, era un hombre tan mayor como el profesor Harries.  

—Hola Helmer—dijo el profesor.

—Joven—dijo mirando hacia mí haciendo un asentimiento con su cabeza pausadamente en forma de saludo.

—Señor—respondí.

—Él es el mi mayordomo el Señor Helmer Jenkins—me presentó al señor que solamente asintió—. Helmer, él es chico que traje—el señor parecía impresionado—, su nombre es Niall Horan.

—Mucho gusto en conocerlo—dijo tendiéndome su mano a la cual yo le correspondí el saludo.

—El mío igual—contesté. 

—Me alegro que haya sanado—dijo con una sonrisa.

—Gracias—correspondí su sonrisa, aunque más bien me pareció que añadí una mueca de confusión.

—Helmer—habló el profesor mientras ponía su gabardina en un tendedor que estaba a un lado de la puerta, así como su sombrero—, te pediré que prepares un segundo plato para cenar—me señaló—El chico Horan es mi invitado esta noche.

—Con gusto, señor.

—      ¿Qué te dije que no me dijeras señor?—dijo el profesor.

Helmer rió.

—Augustus.

El profesor le sonrió y Helmer se retiró a la cocina.

—Deja la mochila y tu abrigo en el sillón—me pidió—. Creo que colgar tu abrigo aquí —señaló el colgador de abrigos—, sería darle más vueltas al asunto.

—Gracias—dije quitándome la mochila de mis hombros y el abrigo dejándolos en el sofá de cuero negro.

—Sígueme.

Asentí y lo seguí.

El profesor Harries caminó por un largo pasillo donde al final había una puerta, él la abrió y desde dónde estaba pude notar que era una biblioteca privada. Entramos y vi grandes estantes que se desplegaban desde el piso hasta el techo que podía estar suspendido a una altura de tres metros. La sala era enorme y en el centro había una gran mesa de una madera muy lujosa.

El profesor Harries caminó hacia la esquina derecha de la misma, lo cual me desconcertó al encontrármelo tomando un libro y moviéndolo de un lado a otro. Enarqué una ceja mientras él realizaba eso y un fuerte estruendo me sorprendió al descubrir que el estante había desaparecido y había sido reemplazada por una gran entrada.

—Entremos—dijo él señalando la entrada, a la cual yo lo seguí decidido por conocer la verdad.

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El Chico Detrás del Superhéroe | COMPLETA ✔︎Where stories live. Discover now