22. Fotografía

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Querido diario:

Después de pasar el día con Alex (nos quedamos en el puente hasta casi la hora del almuerzo y luego fuimos a comer) por fin llegué a mi casa, se sintió raro no haber estado ahí por casi un día, mis padres no estaban, pero cuando llegaron me dijeron el discurso del año, comenzando por el típico "¿Por qué no llamaste?", por suerte, Kat me había cubierto en eso. Sí, la llamaron y también a su mamá preguntando dónde estaba, pero ella les dijo que me había quedado a dormir con ella. Por lo que "el discurso" no duró tanto como pensaba y el castigo no fue nada malo, simplemente un "otra vez que no vuelvas a casa, llama". Como sea, hoy ya podré hablar con Kat, tal vez se enoje por haber perdonado a Alex, pero tenía qué, sinceramente lo extrañaba. Espero que guardes este secreto también.

Siempre tuya,
Lara.

***

– ¿Cómo pudiste perdonarlo? –Preguntó Kat cruzándose de brazos y con esa mirada que Lara podía identificar como un "me has decepcionado".

Ella soltó un bufido, cogió los libros de la clase que le tocaba, se los pegó al pecho y empezó a caminar, evitando "esa mirada" de su amiga. Claro que Katherine no la dejaría irse tan rápido, llegar tarde a clases o, incluso, faltar no era impedimento para sacarle toda la información.

– Lara, espera.

Lara se detuvo en seco, haciendo que Kat casi tropiece con ella.

– Sé, que estás molesta porque lo perdoné, pero yo Alex fue mi mejor amigo, creo que lo sigue siendo y no soporto no poder hablarle como antes.

La morena se quedó callada por un momento, su mejor amiga le había quitado las palabras de la boca.

– Vaya –solo dijo, apenas parpadeaba y sus ojos estaban muy abiertos, haciéndolos ver más grandes y marrones, con la máscara de pestañas y el delineador profundizando su mirada.

El timbre sonó por todo el pasillo, los adolescentes empezaron a movilizarse con más rapidez, pero ellas se quedaron ahí, sin dar ni un paso.

– ¿Quieres ir a tomar un café? –Preguntó la rubia, sorprendiendo a la otra chica.

– Por favor –dijo esbozando una sonrisa.

Cada una pasó un brazo por los hombros de la otra y así caminaron hasta que pudieron salir del edificio.

El día anterior, Lara había faltado a clases, y en ese momento se estaba saltando una clase, esperaba que no llamaran a sus padres por eso.

Fueron a la única cafetería de Barton, habían solo cinco personas sentadas: una pareja de abuelitos, una mujer leyendo "El Retrato de Dorian Grey" y luego una madre con su hijo, estos últimos parecían discutir sobre algo, ambos tenían caras serias y hablaban en voz baja, lo que no servía de mucho por el silencio del lugar, aunque solo se escuchaban pequeños fragmentos de la conversación como "sabes que no tenías que volver a hacerlo" o "eso ya me lo has dicho un millón de veces" o "ya no te enojes, no volverá a pasar".

Las dos chicas se sentaron en una de las mesas del centro, una al frente de la otra, llegó el mesero y tomó su orden. Solo dos tazas de café. Era muy temprano para comer algo más.

Ambas esperaron en silencio a que sus cafés lleguen a la mesa, cuando eso pasó tomaban sus bebidas al mismo tiempo. Levantaban las tazas, se las ponían en los labios, se miraban y luego sorbían.

– Esto es ridículo –dijo Kat bajando su taza de café y dejándola a un lado.

– Sí, eso creo –contestó Lara copiando la acción de su mejor amiga.

Quédate un poco másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora