Parte Única

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Uní nuestros labios en un pequeño beso de despedida, quizás esperando alguna sensación especial que no llegué a percibir y que supe que nunca iba a volver a experimentar. 

Entré a la iglesia yo sólo y me senté en el banco más cercano al altar. Mi estúpida memoria me llevó hasta el último recuerdo que tenía de Lance, y el recuerdo de sus labios dulces junto con las lágrimas saladas hizo que me olvidase por un momento de Shiro. 

Azul.

A ti te gustaba el azul, Lance, el color más triste del arco íris. A mi me gustaba el rojo, el color de la pasión, del fuego. Y juntos formábamos el violeta, el color de la eternidad.

Pero yo, egoístamente, sentí miedo y no quise formar la eternidad, preferí la elegancia y misterio del color negro, y no me di cuenta de que junto con la eternidad perdía el todo, pues, por ser la mezcla de dos de los colores llamados opuestos, el violeta significaba el amor y la abstinencia, lo sensual y lo espiritual, el poder y la humildad... Y todo eso, ya no podré recuperarlo.

Azul, un color hermoso, sin duda.

En muchas culturas, el azul es el color de lo divino, ya que se asocia con el cielo, pero la realidad es que, también es el color que simboliza la soledad y la tristeza, el aislamiento, y tu dejaste que aquello te consumiese. 

Lo siento. Admito que fue mi culpa, por dejarte sólo sabiéndolo. Y me disculparé hasta cuando sea necesario. Pero por favor...

-Por último, Keith subirá a dedicarle unas palabras.

Suspiré y me levanté, para después dirigirme al altar sintiendo las miradas de odio de todos en mi nuca, y por un momento quise gritar que parasen, pero no pude, porque yo también me odiaba.

-Lance... Era increíble. Era un chico de sonrisa hermosa y de risa sonora, con unos preciosos ojos que podían purificar hasta a el mismo demonio. Quizás su humor no era el mejor, y podía resultar pesado algunas veces... Pero yo lo amaba. Lo amé hasta el último segundo e incluso ahora mismo le sigo amando. Lo siento. -En un momento de mi discurso, había empezado a llorar, pero no era importante- Lance, lo siento. -Mis rodillas tocaron el suelo y mis manos cubrieron mi rostro- ¡Lo siento tanto, Lance! No sólo te quité la eternidad y felicidad, sino que también me la quité a mi. ¡Lo siento! Te echo de menos... ¿Cómo es posible para una sola persona odiar y amar el azul a la misma vez...?

Red and BlueWhere stories live. Discover now