00.01

13.6K 909 19
                                    

¿Mamá? —preguntó adormilada en su camino a la cocina, donde se escuchaban tintineos como de metal.

¿Pasa algo, linda? —la mayor le miró mientras se encontraba concentrada mezclando algo en una sartén.

No, solo que te quería decir que mañana faltes al trabajo... —con aquella oración se ganó la mirada curiosa de su progenitora— tendré pruebas en la escuela y no puedo faltar —habló, solo para suspirar después. No le agradaba la idea, mas no fue cuestionada, recibiendo solo un asentimiento como respuesta—. Por cierto, ¿qué haces de comer a las seis y... —miró el reloj para confirmar la hora, más que nada para decir un numero exacto y agregarle dramatismo a sus palabras— cuarto de la mañana?

Tal vez tu comida favorita —dijo con un toque de complicidad, meneándose con un aire juguetón.

¿Espagueti? —inquirió incrédula, era muy poco común cuando solía cocinar aquello, dando como resultado que fuera su comida favorita. No la aburría ni le cansaba su sabor.

Sí, tu papá se digno a mandarme dinero, aunque fueron solo cincuenta libras... Al parecer su otra familia le deja la billetera en ceros como para no dar algo más adecuado —bufó, acción que fue imitada por la menor haciéndola rechinar sus dientes de la impotencia, del coraje, mas que nada.

Dirigió un par de palabras más a su progenitora, finalmente anunciándole que iba a salir rumbo a la biblioteca local para poder leer un poco sobre los temas que vendrían es sus exámenes y despidiéndose con un beso en la frente.

Camino a su habitación, le dio un corto vistazo a sus hermanos,

Las calles de la bella Londres eran hermosas a esta hora, pero en el complejo de departamentos donde ella vivía, rodeada de gente con situaciones económicas iguales o peores, no había mucha belleza para apreciar

. . .

Al llegar a la biblioteca encontró a su mejor amigo ahí, un café en su mano y una cara de no haber dormido nada adornando su exhausta aura. La chica frunció su ceño, no era su estado de ánimo usual, por lo mismo estaba preparada para oír algo muy negativo.

Sus estúpidas peleas de nuevo. —masculló en cuanto tuvo a la más pequeña a su lado sin necesidad de que se le preguntara primero, por lo que el reflejo ajeno solo fue abrazarle por un costado tratando de brindarle confort.

¿Por qué tu madre no pide el divorcio si le hace sufrir tanto? —inquirió, algo dudosa sobre si su duda había sido muy intrusiva ya que, por más confianza que compartieran, realmente no sabía donde la línea de límites estaba dibujada. Sin embargo, decidió no callarse y aceptar mentalmente las consecuencias si el mayor se molestaba.

Hubo silencio y la ojioscura no supo descifrar si era porque no tenía una respuesta o porque la pregunta realmente se había colado en los pensamientos ajenos.

Dice que le ama. —habló finalmente en un tono triste, rozando a lo avergonzado, mientras dejaba su cabeza caer con lentitud hasta clavar su mirada en su regazo.

Suspiró no queriendo hablar más. Ella no sabía bien el trato afectivo que sus propios padres tuvieron alguna vez, más no podía evitar comparar las situaciones. Por un lado la madre de Ben, teniendo un trabajo, un ingreso fijo medio, un solo hijo y un auto; por otro lado su mamá con un trabajo a la que le pagaban menos del ingreso mínimo, la cual tenía seis hijos y sus medios de transporte eran un espectro en blanco y negro limitado a el autobús e irse caminando.

Le parecía bastante tonto para ser sincera que tan siquiera dudara en dejar a su marido, más no sabía mucho de el amor en pareja y menos cómo te puede enganchar tanto a alguien. Sentía que la señora no veía las cosas desde su privilegio y aquello la estaba cegando.

Entre aquel manojo de pensamientos, se levantó decidida a buscar los libros que necesitaría, soltando un "ese no es amor" en susurro antes de dejar la mesa donde el más alto aún se encontraba repasando sus penas.

Encontró lo que necesitaría al ojear varios estantes y finalmente volvió, convenciendo al rubio para que se distrajera un poco con los estudios que de igual manera él debía realizar y así, se les fueron volando las horas.

V E N D I D ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora