Prólogo

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Tardes como esta siempre rondaban en mi vida. Con una exquisita brisa se anunciaba la llegada de una torrencial lluvia, me encontraba llena de dudas eso era claro; mis manos posaban en el volante mientras que recordaba los sucesos que hace unos momentos atravesaron mi alma.

¿Era posible que alguien se fijará en mi?

¿Que probabilidad tenía de encontrar a la persona indicada en mi vida?

Una respuesta negativa entre tantas otras provocaban que siempre terminará en un doloroso llanto. Lágrimas y más lágrimas brotaban de mi rostro, me sentia derrotada, fustrada, traicionada por aquella persona que yo creí que era fiel a mi, fiel a seguir un estricto orden en cuanto a lo que dictaban las normas sociales. Pero no, otra vez ya no. Esta sería la última vez que el destino. jugará de esta manera con mi corazón.

[...]

Soledad. Una simple palabra que tenía un gran significado y como cualquier otra persona en el mundo, había atravesado por ella.
La necesitaba ahí en ese momento, quería escuchar su dulce y tierna voz y sentir la electricidad que le provocaba sus finos labios.

Como pudo ser tan tonto y dejarse llevar por algo tan pasajero. El que se consideraba un ser superior que en pocas palabras se definía como un homo novus, alcanzaba un grado de inteligencia inigualable al nivel del mismísimo Stephen Hawking; no era de extrañarse ya que tenía un IQ de 187 y podía resolver cualquier tipo de ecuación con tal de demostrar todo lo referente a la Materia Oscura. Pero este no era el caso; ya no se trataba de su tan preciado trabajo de físico teórico en CalTech, ahora tenía que encontrar la manera en que su amada lo perdonara.

-Ojalá y esto fuera un bazinga- exclamó cabizbajo.

La Manifestación Del Amor EncalladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora