M I S T A K E • [JiKook]

09

— Jimin... Quiero volver al sótano.

Aclaré mi voz apretando mis puños. Lo había decido, después de lo ocurrido ayer no quería estar más cerca de este sujeto. El podría hacerme cualquier cosa y yo... No tendría como detenerlo.

Si estar lejos de él implicaba vivir de una manera nefasta, pues entonces lo haría.

— ¿De qué hablas?

El siquiera me miró. Park seguía revisando documentos con aquellos lentes redondos que lo hacían ver tan profesional y a la vez... Sexy. Joder, tenía que admitirlo.

— Ya no quiero seguir aquí.

— Estoy ocupado, Jeon. No me molestes.

Suspiré pesadamente. Fui hasta donde estaba y me apoyé con fuerza sobre su escritorio sonando todo lo que se hallaba en el.

— No te quitará mucho tiempo esto. –Lo miré fijamente–. He dicho que ya no quiero estar en este lugar.

— No me interesa. Estás secuestrando, Jeon, no estás en un hotel. –Y esta vez sí tenía su atención–.

— Devuélveme al sótano.

— ¿A qué se debe el cambio?

— A que eres un enfermo psicópata.

— Que bien que te diste cuenta. –Rió con ironía–. Pero aquí te quedas.

— ¡No quiero!

— No es algo que esté en discusión. –Me miró por encima de sus lentes–. Ahora déjame trabajar.

— ¡Te detesto! –Dije eufórico–. ¡No quiero estar cerca de alguien como tú! Cuando te da la gana me pegas sin importante cuanto daño puedes causarme. ¿Tienes idea de los daños que estoy teniendo por tu culpa? ¡TIENES IDEA DE CÓMO ME HACES SENTIR! No puedes pegarme como un loco y luego curarme como si nada! No puedes hacer que me desnuda frente a ti o que te trate como si fueras una gran autoridad. Hazme lo que quieras, si me vas a matar, entonces mátame de una vez!

Sin darme cuenta estaba llorando, pero no eran lagrimas de tristeza, sino de rabia, coraje e impotencia.

Jimin se levantó de su asiento y con un movimiento bastante rápido hizo que me sentara sobre el escritorio, no dejaba de tomar mi cintura con fuerza quedándose frente a mi... Tenía que prepararme para lo peor.

Seguro me dejara inválido con sus golpes, Pensé.

Pero fue todo lo contrario. Con su dedo pulgar limpio mis lágrimas y me miró con detenimiento.

— Tienes suerte de que hoy estoy de buen humor. –Quité sus dedos de mi rostro y miré a otro lado–. No sé hasta qué punto llegue tu suerte conmigo.

— No tengo la culpa de que te hayas equivocando de persona... No era yo a quien buscabas... Por favor, déjame ir y olvidemos todo esto. –Comencé a llorar aún más pero esta vez, eran lagrimas de desesperación–.

— Lamento todo esto. –Aclaró su voz sin dejar de limpiarme mi rostro–. Lamento que hayas sido tu. Lamento haberte golpeado antes. Lamento si lo hago en un futuro. –Lo mire a los ojos. Su agarre se aflojó–. Pero vas a quedarte aquí por tiempo indefinido... Seguirás bajo mis órdenes y cuidados mientras eso suceda, y bajo las consecuencias que lleve consigo.

— Me has arrebatado la felicidad.

— A mí me la arrebataron a los seis años. –Llevo sus manos a mi cuello–.

— No tengo la culpa de lo que te haya pasado.

— No hagas las cosas más difíciles, Jeon. –Juntó su frente con la mía. Podía oír en su voz tristeza y desilusión–.

— Puedo ayudarte. Puedo convertirme en tu aliado si quieres. –Dije sin pensar–. Pero no sigas haciéndome daño. No hagas que me humille más ante ti.

— ¿Humillarte ante mi?

— ¿No lo ves? Cuando me agredes, cuando me gritas... Cuando me haces decirte "papi", cuando me pides cualquier cosa que no quiero.

— No te humillas cuando pasa todo eso. Al contrario. Me satisfaces.

— ¿Qué hay de mi satisfacción?

— Estoy seguro que con el tiempo te gustará. Además... –Soltó y caminó hasta la ventana dándome la espalda–. Tú eres quién debe darme gustos y satisfacciones. Me he comportado muy bien contigo teniendo en cuenta que soy tu secuestrador.

Me baje del escritorio y corrí a la cama en donde me tape hasta la cabeza sintiéndome inútil.

El tenía razón, y eso me frustraba.

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