Capítulo 16 (Parte 1)

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Jacob cogió los papeles recién firmados y los llevó al escritorio, donde abrió el cajón y los guardó bajo llave, guardando esta en sus vaqueros.

-Bien, ahora acompáñame.

-¡¿Qué?! Me voy a mi casa, ya he firmado lo que querías que firmara.

-Ese sólo es un documento del pacto, aún queda por discutir cosas.

Adelain tragó saliva. Deseaba largarse ya del edificio, sobretodo de su presencia, ¿qué más quería que hiciera?

-Podemos hablarlo aquí. No hay que ir a otra parte.

-Lo dudo mucho... quiero que sea a mi modo.

A la joven no le gustó como sonaba eso. Ahora que había firmado, estaba más nerviosa en lo que podía hacerle. Podía esperar cualquier cosa de él, lo sabía desde que firmó, pero tampoco se iba a quedar de brazos cruzados.

Jacob Hachstein se levantó y la esperó en la puerta. La joven seguía sentada con esa mirada de desconfianza.

-No lo volveré a repetir, vamos.

¡¿Y ahora la hablaba como una niña pequeña?! ¡Ya era el colmo! Se puso en pie enfadada y se colocó delante de él, abriendo la puerta.

No se esperó tropezar con un trabajador del edificio.

-¡Discúlpeme! -le habló el empleado con respeto. Cuando vió con la persona quien se había chocado sus mejillas se sonrojaron al ver tal belleza.

-Discúlpeme a mí. No veía por donde iba -dijo Adelian con algo de vergüenza en su voz. Quería sobrepasar a Jacob y mostrar que podía mandar, pero aquel infortunio la había dejado como una patosa.

Y no se confundió. Escuchó por lo bajo como el empresario se reía tapándose la boca.

-Perdona James, la pequeña Adelain es algo patosilla -dijo Jacob con algo de burla en su voz, quitando importancia al asunto y James le acompañó en su juego de risas, mientras que una molesta Adelain miraba al suelo deseando desaparecer en ese momento.

James se despidió y Jacob se puso delante de ella, indicándola que le siguiera. Los empleados volvían a posar sus miradas en ellos mientras trabajaban.

Jacob se lo esperaba. Si había pasado en las oficinas de Pedro Schazwer aquí no se pasaría por alto. Los hombres miraban a la joven universitaria con sorpresa e incredulidad, pero algunos la miraban con deseo y hambre, como si fueran a saltar en cualquier momento sobre ella.

Tenía que calmarse. No podía hacer una demostración como les hizo a los otros. Aquí le conocían como el hijo del jefe y tenía una imagen que mantener. Si la rodeaba con el brazo pensarían que es una «amiguita» con la que jugar. Se volvió a reír. Después de todo, no era en parte una mentira. Jugaría con ella en estos seis meses y esa idea le gustaba mucho.

Lo tenía planeado. En esos seis meses la conocería, se conocerían más bien. Lentamente intentaría cambiar los sentimientos de la joven, pero si no lo conseguía, todo esto habría sido un bonito recuerdo que jamás olvidaría.

¿A quién pretendía engañar? Deseaba conseguir que su ángel se fijara en él.

-¿A dónde vamos? -inquirió Adelain cuando se pararon frente al ascensor, esperando a que llegara a su planta.

-Que impaciente... ¿No te gustan las sorpresas?

-Viniendo de ti, no.

Jacob sonrió ladeadamente. Que testaruda.

-Mejor piensa así. Puede que ésta te guste...o que no.

La joven tragó saliva ¿Qué quería hacer? Si iba a ser relacionado con el mundo del S&M no era muy creativa. Le daba repelús ver esas cosas ¿Y sí la hace hacer una cosa desvergonzada? ¿Y sí la hace daño? Si iba a ser así no dudaría en huir.

EscándaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora