Capítulo 7 (Parte 2)

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Sin que nadie le detuviera Jacob Hachstein se adentró en el vacío baño de un portazo. Apresuradamente fue al aseo y se mojó la nuca, relajando el calor de su piel.

Su autocontrol había quedado por los suelos. Todo lo que había reprimido había estallado, la dolorosa dureza de su miembro era la prueba. Su ropa olía a Adelain. Su sudor se había pegado a las telas del traje y la excitación de la joven se enredaba en su mente. Rememorar cada fragmento al detalle era una tortura para el joven empresario.

Deseaba haberla besado en ese instante. Sus coloridos labios avivaban sus sucios y deplorables pensamientos. Quiso morderlos, saborearlos y destrozarlos, para que luego se moldearan a los suyos. Anhelaba de que Adelain fuera suya para siempre.

Hizo lo que más odiaba para satisfacerse sin tener su cuerpo. Aprovechando de que estaba solo, se metió en un cubículo cerrándolo con el pestillo para que luego se bajara los pantalones y se masturbara. La tensión sexual en su cuerpo le hacía gemir de dolor y de placer. Adelain despertaba su lado primitivo, y sólo pensando en ella, imaginándosela desnuda, abrazado a él y teniendo sexo escuchando sus gemidos aliviaba a su amigo y le liberaba de la dura carga que contenía. Su imaginación era su sustituto para lo que deseaba que se convirtiera realidad.

Respiró profundamente antes de abrocharse los pantalones, limpiar su crimen y salir de ahí para lavarse las manos. Se miró en el espejo, reflejando la frustración que transmitía su cara. Ahora se sentiría impotente si se cruzaba con Adelian Schazwer. Dudaba de que pudiera aguantar en poder tocarla, incluso si fuera un roce de su cabello.

Con un chasquido de dientes salió del baño y se comportó como el Jacob Hachstein que era ante los demás, dejando atrás su verdadero rostro.

---*---

Después de lo ocurrido pasaron unos días en que Adelain, después de sus clases en la universidad, iba a la empresa de su padre a hacer sus prácticas. Sin embargo, toda la tensión de su cabeza no venía de su trabajo o se llevara alguna bronca durante la jornada, sino por la presencia de Jacob Hachstein.

No había ninguna hora en que la joven vigilara sus pasos, pero no se atrevía a enfrentarlo. Al recordar su actitud en aquel cuarto de limpieza la hacía avergonzarse y a no atreverse en mirarle directamente. Su atención se dividía en su propio trabajo y en sus movimientos.

Era de reconocer que le sorprendía como trabajaba. Mantenía una actitud seria y profesional con los demás empleados, pero a la vez era amable y considerado. Todo el papeleo lo tenía listo a la hora correcta. Jacob se volvería en un empleado indispensable para la empresa de su padre. Después de mirarle por tercera vez en menos de dos horas, volvió a sus deberes.

Lo que no sabía la joven es que, cuando ella no miraba, Jacob lo hacía. Siempre sabía que le vigilaba y eso le gustaba. Estaba extasiado de que le hubiera hecho algún efecto en la joven y la hiciera parecer vulnerable ante él.

Pero también se sentía igual de vulnerable. Las vestimentas de trabajo de la joven Schazwer marcaban los puntos fuertes de su cuerpo, voluminizando su pecho y su trasero con esos pantalones oscuros de talle alto y una blusa burdeos llamativa. Todos los días no había hombre quien no la mirara, y él era uno de ellos.

¿Qué pretendía vistiendo así? ¿Acaso no se da cuenta de como la miran? Los ataques de celos le reconcomían por dentro. Sabía que no podía hacer nada y eso le frustraba.

Pero no era verdad, él tenía algo que haría que Adelain hiciera todo lo que le pidiera. Tenía la carta ganadora para doblegarla, pero la partida se había estancado.

"Entonces cambiaré la estrategia" pensó Jacob. Con decisión se levantó de su puesto de trabajo y fue hacia Adelain. La opresión de su miembro se mantenía oculta en su traje negro.

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