Capítulo diez: True

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La mirada de Flug no declinó al observar el rostro de su jefe. El mayor se volteó para encontrarse con el científico, mirando fugazmente a la puerta por si estaba cerrada, y sí, lo estaba.

— Flug, yo... —Balbuceó Black buscando una excusa creíble para el científico. El menor no quitaba aquel semblante de molestia y decepción de su jefe, haciendo que ese sentimiento de culpa creciera más en el malvado villano.

Si había hecho tantas veces esto con las demás personas, ¿Por qué el que se enterase Flug le preocupaba? Otra vez eso sentimientos humanos que aún le quedaban.

— No hay de que hablar... ¡Estoy decepcionado! —Exclamó Flug.— ¡No lo comprendo! Primero me odia, luego me invita a cosas como bailes y estupideces sin sentido, ¡Y para el colmo me acosa!

— De hecho lo de acosar va antes de lo del baile. —Interrumpió el malvado.

— ¡Cómo sea! —Alzó en grito.— ¡No lo comprendo para nada!

El nudo en la garganta de ambos comenzaba a formarse. Para el menor por el miedo a como reaccionaría su jefe al levantarle la voz por primera vez en su vida; y para el mayor el estúpido sentimiento de culpa no lo dejaba responder.

Un incomodo silencio se hizo presente, uno forzado y realmente molesto. Tanto un Flug cansado como Black Hat arrepentido se observaban uno al otro, escudriñandose con la mirada.

— Flug... —Lo llamó el ensombrerado, rompiendo el hielo.

— No diga nada... —Flug colocó su vista al suelo y se agarró sus propios brazos en un intento de un abrazo de consuelo.— No tiene por que decir más. —Quería llorar, su agonía ya no podía llegar a más. Necesitaba ahora escapar cuanto antes de allí, y así lo hizo. Rápidamente sacó de su bata su nuevo invento y se disparó a si mismo, saliendo disparado de la puerta principal.

— ¡Flug...! —Exclamó Black Hat.

...

Corría y corría lo que sus piernas flacuchas podían ofrecerle. Su energía humana tan solo se utilizaba con el fin de estar lejos de aquella mansión, lejos de su jefe y lejos de todo lo que lo relacionaba. Sentía su cuerpo más pesado a cada paso, pero sus ganas de correr aún no se dispersaban.

Terminó a más de quince cuadras lejos, en una calle que mucha gente frecuentaba; pero esta vez casi no había ni un alma, más que la de Flug, siendo mojado por gotas de agua que delataban su posición y la poca fiabilidad de su nuevo invento.

Amargo tragó, y el llanto salió solo. Sus lágrimas caían y se unían al charco ya creciente por culpa de la lluvia de esa tarde nublada. Tomó su bolsa con amabas manos, y se la quitó, tirándola a cualquier parte para que el viento se la llevara lejos de su vista. Incluso tener esa bata de laboratorio en sus hombros no le agradaba para nada.

¡Eres un idiota! —Las palabras resonaban en su cabeza, las mismas malditas palabras que siempre le restregaba en la cara aquel ser horrible. Rabia, ira, frustración, ¿Es lo único que provocaba ese villano en él? No, el sabía que había caído tan bajo como para amarlo.

— Soy un idiota... —Se dijo por lo bajo, observando su silueta en ese charco ya bien formado, las gotas ya no caían de forma delicada.

Pasó un rato mirándose, lamentándose de su existencia. Su madre de muy pequeño le había dicho que él era una persona especial y única. Que todos lo que lo atormentaban eran unos celosos de su coeficiente intelectual. Pero, ¿Qué cerebro tenía? ¡Ni siquiera podía inventos que funcionaran a la perfección! Esa sensación, esa frustraciones que le hacían sentir como no valía para nada.

Escape // Paperhat // VillainousWhere stories live. Discover now