Capítulo cinco: Tango

11.2K 914 733
                                    

Y allí se encontraba el gran doctor Flug, con los nervios carcomiendo su cuerpo a cada segundo y paso que se acercaba más a la puerta del sótano.

Era la primera vez que su jefe lo citaba en ese lugar en específico. Normalmente él se aparecía por el laboratorio, y le daba las indicaciones de que quería para el catálogo de villanos que aún estaba en proceso de creación. Pero esta vez mandó a "Demencia" para que fuera su mensajera y enviara la orden al doctor.

Tomó el pomo de la vieja y grande puerta. Los escalofríos recorrían todo su sistema, pensando en las atrocidades que quizás su jefe tenía pautado para él. Tomó aíre y con valor entró.

El ambiente estaba oscuro, literalmente. No veía nada, las luces no estaban encendidas, lo cual ahora más que nunca le aterraba, ya que seguramente cierto demonio ya estaba allí observándolo desde las sombras.

— Me alegra verlo, Doctor Flug. —Dijo. Un chillido salió de la boca del científico oír la voz de su jefecito entre la penumbra de la habitación, no era muy tranquilizante que se podría decir.

— ¡J-Jefecito! —Exclamó.— ¿P-Podría encender la l-luz? —Los constantes tartamudeos en la voz de Flug eran escuchados por el de sombrero de copa. Ahora las carcajadas malvadas de Black resonaban.

Salió por detrás de él, abrazándolo por las caderas y apegando su espalda a su pecho. El científico se asustó por tal acción, para luego sonrojarse de repente. No era difícil imaginarse en que posición estaban los dos.

Black Hat no quiso perder el tiempo. Pasó lentamente su pierna izquierda entre las del cabeza de bolsa. Flug empezó a ponerse aún mas nervioso, las neuronas le faltarían en cualquier momento.

— Flug, ¿Sabes por qué te he llamado aquí? —Su tono de voz se escuchaba tranquilo, con un toque llamativo de seducción. Mariposas comenzaban atacar el estómago del inventor.

— Y-Yo no sé, j-jefecito... —Susurró temblando. Las manos del mayor abrazaban sus caderas dulcemente. Si se quitara la bolsa, parecería una persona con cara de fresa.

— Vamos, no es tan difícil, doctor. —Black se moría de ganas por avanzar más en sus roces, quitarle la ropa por completo y hacerlo suyo de una vez por todas. Sin embargo debía controlar su nueva obsesión, bien que se iba a divertir esa noche con Flug si su plan salía a pedir de boca.— Siempre me he preguntado, Flug. ¿De verdad yo te aterro? —Empezó con lo que se podría decir la primera fase del plan.

El científico no quería responder.

— ¡C-Claro que s-sí jefecito! ¡Usted es el m-más grande villano! —Soltó. Black bufó no muy contento de la otra respuesta, ya de por sí al doctor le otorgaban terror los sándwiches.

— ¿En serio, Flug? —Posó su cara en el hombro del otro, apegando su afilada boca cerca de la zona donde se supone que esta su oído.— ¿A tí nunca te asustaría... Sí me vieras de otra forma? —Preguntó, refiriéndose a su persona.

Flug analizó la pregunta, y ahora si se quedó pasmado ¿Qué clase de cuestión era esa? ¿El gran y temible villano Black Hat preguntando eso? La cara ahora de desconcierto era el poema de Flug, escondido en su bolsa.

— ¿Me responderas, Flug? —Cuestionó el silencio que el científico le había mantenido por la pregunta.— Dime, ¿Me temerías si me vieras con otros ojos?

Flug no volvió a responder.

— ... Muy bien. —Black se apartó por completo de Flug, observándolo de cierta forma frustrado.

Se colocó por delante de él. Gracias a que las luces aún se encontraban apagadas, no podían verse. El doctor Flug continuaba sin creérselo y sin entenderlo. ¿Cómo mirarlo con otros ojos que no sea que estuviera aterrado?

Escape // Paperhat // VillainousTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon