Cuarenta y uno; Bocazas

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Salí de la ducha envolviendo mi cuerpo con una toalla y mi pelo con otra.

Acababa de volver de Runyon Canyon, donde había hecho algo de ejercicio y había aprovechado para pasear a Ollie. Al llegar a casa estaba bastante sudada por lo que fui directa al baño para darme una buena ducha.

Regresé a mi habitación y me puse algo de ropa cómoda porque no tenía planes de salir de casa en lo que quedaba de día, ya había hecho suficiente ejercicio por hoy.

Sequé mi pelo con el secador, asegurándome de hacerlo bien ya que lo último que necesitaba ahora mismo era resfriarme. En dos días me iba a Washington.

Una vez terminé lo dejé todo en el cesto de la ropa sucia y salí de mi habitación, dispuesta a picar algo porque aún era pronto para cenar, pero tenía hambre.

Justo cuando entré a la cocina escuché el timbre de casa sonar, pero Liv se apresuró en avisarme de que iría ella a abrir y poco después escuché sus pasos por el pasillo.

—¡Blair! —Escuché a Liv llamarme desde la puerta mientras buscaba qué comer.

—¡Dime!

—¡Ven, por favor!

Suspiré cerrando la puerta de la nevera.

—¡Voy! —Me dirigí hacia allí enseguida—. ¿Qué pasa? —pregunté mirando al hombre que había en la puerta.

—Ha llegado un paquete para ti.

—Que raro... —murmuré acercándome al repartidor— Yo no he pedido nada.

El hombre me tendió una especie de aparato electrónico en el que tuve que firmar y luego me entregó una caja algo voluminosa, pero que no pesaba nada. Le di las gracias antes de que se despidiese y de que mi mejor amiga cerrase la puerta.

—¿Qué será? —preguntó curiosa.

—No tengo ni idea... Supongo que tendremos que abrirla para saberlo. —Le sonreí.

—Llévala al salón, yo iré a por un cuchillo para abrirla —comentó emocionada antes de alejarse por el pasillo.

Hice lo que ella había dicho, dejándola sobre la mesita de café, y mientras esperaba a Liv me la quedé mirando, como si aquello fuese a ayudarme a descubrir qué había en su interior.

—Quizás es alguna marca que quiere que lleves algo suyo —dijo Liv entrando al salón—. No sería la primera vez.

—Es posible. —Me encogí de hombros, cogiendo el cuchillo que me tendía.

Rompí la cinta adhesiva que mantenía la caja cerrada y la abrí, revelando en su interior otra caja a rayas en dos tonos rosa, uno más claro que el otro, y con el nombre de una importantísima marca de lencería escrita en ella.

—¿Victoria's Secret te ha mandado ropa? —exclamó mi amiga emocionada.

A un lado de la caja vi un pequeño papel y lo cogí desdoblándolo para leer lo que ponía en él.

"Te dije que te compraría más, espero que con eso haya suficiente ;)"

—No puede ser... —murmuré para mí misma.

—Ya yo tampoco me lo creo —admitió Liv.

—No, no es eso. —Negué con la cabeza sonriente.

—¿Entonces? —Frunció el ceño.

Ni siquiera le contesté, saqué la caja y la coloqué sobre la mesita para poder abrirla. Frente a mi aparecieron tres conjuntos, perfectamente colocados en aquella caja.

Teenage Dream • jb [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora