Los Adams

54 5 0
                                    

No se cuanto tiempo llevo caminando, puede que horas, lo único que se es que me duelen los pies.

No se a donde ir, ni que hacer, en lo único en lo que puedo pensar ahora mismo es en beber algo.

La gente que pasa a mi alrededor me mira raro como si acabara de salir de un manicomio, quizás mi vestimenta no sea algo muy normal aquí.

Necesito algo de ropa normal para pasar desapercibida, si los dioses se enteran de que estoy viva no pararán hasta encontrarme y matarme.

No se ni como acabe encontrando un sitio al que suelen llamar "tienda de ropa", así que finalmente decidí entrar.

A pesar de que las dependientas no dejaban de mirarme no hubo ningún inconveniente para entrar.

Empece a mirar ropa y decidí ponerme unos vaqueros ajustados, una sudadera y unas zapatillas.

- ¡Eh!, perdone señorita los probadores están a la izquierda, no puede cambiarse aquí.- dijo una dependienta acercándose a mi mientras me estaba quitando la camiseta.-

Cierto se me había olvidado, normalmente en mi mundo las personas pueden ir desnudas sin llamar la atención, sin embargo aquí no.

- Si claro, discúlpeme.- digo, observando a todas las personas que estaban mirándome.-

Cuando por fin consigo ponerme la ropa, estoy dispuesta a salir por la puerta, pero...

- Discúlpeme pero tiene que pagar eso.- dice la misma chica sujetándome del brazo.-

Es entonces cuando decido utilizar mis poderes, la miro fijamente a los ojos hasta que consigo meterme en su mente.

- Ya he pagado la ropa.- digo intentando formar una sonrisa en mi rostro.-

- Oh si es verdad...lo siento mucho.- dice aparentemente desorientada, dirigiéndose nuevamente al mostrador.-

Una de las ventajas de ser un ángel es que puedes persuadir a las personas metiéndote en sus mentes, aunque no todos los ángeles podemos hacerlo ya que conlleva mucha práctica.

Por fin salgo de la tienda y estoy lista para seguir caminando hacia no se donde.

[...]

Ya es de noche y estoy hambrienta y sedienta.

Cuando estoy dispuesta a seguir caminando algo llama mi atención, un local con luces parpadeantes.

Creo que se que es este lugar, ya había visto más sitios de estos desde el agujero, aquí lo llaman bar,aunque por lo que he podido ver desde el agujero en estos sitios no se suele respirar un buen ambiente.

Pero también se que te pueden dar comida y bebida así que no espere ni un minuto en entrar.

El lugar por dentro era mucho más horrible que por fuera a parte de oler apestosamente mal, peor que mi aliento por las mañanas.

Me senté en una silla que había justo al lado de la barra, y es entonces cuando un señor con cara de pocos amigos y con una cabeza tan brillante como una bola de bolos se dirige hacia donde me encuentro.

-Bueno, vas a tomar algo.- me dice con un tono monótono.-

- Emm, si no te importa podrías darme un vaso de agua...- digo yo poniendo mi cara más dulce.-

El hombre suelta una carcajada.

- ¿Agua?, esta bien preciosa te pondré un vaso de agua.- dice con su voz grave mientras ríe.-

No se que le hace tanta gracia, ¿tendré algo pegado al pelo?.

Me toco el pelo para comprobarlo cuando noto que alguien se sienta a mi lado.

El último ángel.Where stories live. Discover now