Sola.

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-¿Crees que lo conseguirá?- le pregunto.-

-Bueno...es tu padre a él se le dan bien este tipo de cosas,¿no?- dijo el aparentando estar tranquilo.-

En realidad nadie aquí presente está tranquilo.

Estamos todos los ángeles supervivientes metidos en una pequeña sala donde estamos lo que viene a ser bastante apretados, esperando a que mi padre negocie con Zeus para detener la guerra, ¿quien puede estar tranquilo?

Arsen me aprieta tanto la mano que está pasando de roja a morada.

-Arsen...-se gira a verme.- Mi mano.-le señalo mi mano con un movimiento de cabeza haciendo que el se gire también.-

-Oh, lo siento.- dice quitando su mano.-

Arsen es mi mejor amigo desde prácticamente cuando nací, el siempre a estado a mi lado y hemos recorrido un montón de aventuras juntos.

De pequeños nos colabamos en la fortaleza de los arcángeles (cosa que yo tenía fácil ya que mi padre era el jefe) para poder ver desde "el agujero".

El agujero era donde tiraban a los ángeles después de arrancarles las alas por haber incumplido las normas. Ese agujero llevaba a la tierra con lo cual allí se podía observar cualquier parte del planeta tierra; Asia, Europa, América, Oceanía incluso la Antártida. Lo único que tienes que hacer es pensar en un lugar y el agujero te mostrará todo lo que quieras.

Sin embargo no sólo puedes caer del cielo por incumplir las normas...hay ángeles que nacieron con la capacidad de sentir, todos ellos deben de ser desterrados a la tierra.

Cuando un ángel nace con sentimientos, al nacer le tiran al agujero, se dice que no son merecedores de disfrutar de los placeres del cielo.

Sin embargo...a veces me gustaría estar allí abajo saber lo que se siente cuando estas triste, cuando estas feliz, la adrenalina, las mariposas en el estomago...en fin todas esas cosas que un ángel como yo no puede hacer.

Estaba tan sumida en mis pensamientos que no me di cuenta de el gran estruendo que se escuchó a fuera, todo el mundo estaba de pie inmovilizado.

Me levante y fui a ver que pasaba a través de la ventana, un rayo gigante cayó sobre la fortaleza y después de ese le seguía otro y otro más hasta que uno cayó a dos metros nuestra fue entonces cuando decidí salir.

-¡EILEEN!- oigo gritar a Arsen pero no le hago caso.-

Empezaron a caer más y más rayos, no sabia que hacer ni que estaba pasando, pero mi padre estaba ahí dentro y tenia que saber que pasaba así que no lo pensé más, voy a entrar.

Volé con todas mis fuerzas ignorando los gritos de Arsen.

Ya casi estaba cuando un rayo rozó mi ala derecha y caí justo en la entrada de la fortaleza, pero no había tiempo que perder así que empezé a correr hasta el interior.

Todo estaba completamente destruido, había arcángeles en el suelo lleno de sangre, parecía el escenario de una peli de terror.

Ignorando todos los cuerpos sin vida que había a mi alrededor recorrí toda la sala, y algo me llamo la atención.

-¡Papa!- dije corriendo hacia él, quien yacía tumbado en el suelo.-

-Tienes que sacarlos de aquí...-dijo con las pocas fuerzas que le quedaban.- antes de que sea tarde.-

-¿Qué es lo que ha pasado?

-Una trampa...- dijo mientras cerraba los ojos.- No hay tiempo, tienes que...

-¿Papa?- pregunte pero no obtuve respuesta.-

Derepente sentí un dolor muy fuerte, como si derepente algo dejara de funcionar, como si algo se hubiese roto dentro de mi. Nunca había sentido algo así.

No había tiempo para pensar, tenia que sacar a todos los ángeles de aquí lo más rápido posible, el único inconveniente es que no se donde.

Salí de allí todo lo deprisa que pude y me dirigí hacia donde hace un momento estaba todo el mundo.

Todas mis esperanzas se hicieron añicos cuando vi todo completamente destruido, todos muertos.

No me atrevo a ver si Arsen todavía sigue con vida aún, ya que solo conseguiría hacerme más daño.

Lo único que puedo hacer ahora es esperar a que un rayo caiga encima mía y me mate, ese es mi destino queridos lectores.

El agujero.

¿Como no se me había ocurrido antes?

Regresé a la fortaleza y me pare justo delante del agujero.

-Vamos Eileen, tu puedes.- dije para mi misma intentando darme animos.- después de todo es la única opción que te queda...

Sin pensarlo un segundo más salté.

La caída era posiblemente la caída más larga del mundo, pero sin embargo la sensación era como la de estar flotando y poco a poco todos los demás sonidos iban desapareciendo solo se oía mi respiración.

-¡AY!- hasta que te estampas contra el suelo claro.-

Menos mal que he caído de espaldas si no a saber que le hubiera pasado a mi cara.

Estaba incorporandome cuando me doy cuenta de que estoy en medio de una carretera y casi me atropella un coche, genial si sigo así no sobreviviré ni 24 horas aquí.

La pregunta es ¿y ahora que?

No tengo a donde ir, ni nada que comer, ni nada de beber, absolutamente nada.

Esto ha sido una idea pésima, moriré en la calle desnutrida y muerta de frio en donde esté, porque ni siquiera se donde mierda estoy.

- En fin, Eileen tranquilizate ya se te ocurrirá algo.- digo para mi misma.- Ahora lo único que puedo hacer es caminar...

Lo cual es gracioso ya que no soy capaz de recorrer ni dos metros sin caerme al suelo, un inconveniente de estar acostumbrada a volar en vez de caminar.

Vaya día.

El último ángel.Where stories live. Discover now