Capítulo 23.

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—Muy bien, por última vez, quiero que me digas  por qué se ha llevado a Kate — dijo Daniel agarrando a Víctor por el cuello de la camisa.

—¡No lo sé! — Víctor parecía realmente desesperado. Estaba asustado. Sabía que él no era más fuerte que Daniel. Ezra quizás podría haberle ayudado, pero se había marchado en cuanto había visto la oportunidad, dejándole allí, solo —. ¡De verdad que no lo sé! Se suponía que solo iba a ayudar a Ezra. ¡Jamás dijo que fuera a secuestrar a vuestra amiga!

El tono desesperado de la voz de Víctor debió de convencerle, pues le dejó caer al suelo sin más miramientos. En seguida éste se puso de pie. Aún seguían en la cueva, pero ya no había humo. En realidad, podía ser un sitio bastante agradable, bueno, más bien "rústico", cuando no iban a matarte allí.

—Lo sabía, lo sabía — dijo Sebastián dando vueltas en círculos —. Nunca pasa nada bueno por la cabeza de Nathaniel. No quiero ni imaginarme lo que le hará a vuestra amiga...

—¿A qué te refieres? ¿No va a matarla? — preguntó Alice, levantándose alarmada.

El anciano la dirigió una mirada de pena, como aquel que ve un cachorrito en la perrera al que saben que van a sacrificar porque nadie lo quiere.

—Si fuera eso, no sería tan preocupante... Nathaniel no es Ezra. Es mucho más despiadado, aunque pueda parecer que no. Le gusta jugar con la naturaleza de las cosas, y muchas veces, le sale el tiro por la culata.

Un escalofrío recorrió la espalda de Alice.

—Lo que no entiendo es, ¿por qué ella? ¿Por qué secuestrarla delante de alguien que se supone que es su amigo? — señaló a Víctor —. No tiene sentido.

—Pocas cosas suelen tener sentido en lo referente a Nathaniel — masculló Sebastián.

Daniel se acopló a la conversación.

—De acuerdo, la verdad es que prefiero no saberlo. Tenemos que encontrar a Kate. Ahora — la tensión era visible en su rostro. Se sentía culpable, aunque no tuviera razones para ello.

—¿Podemos usar un conjuro, cómo la otra vez? — aventuró la chica.

Sebastián sacudió la cabeza.

—Nathaniel es más listo que todos los de esta sala juntos. Toda casa en la que ha vivido ha tenido fuertes protecciones mágicas — suspiró —. Lo sé porque yo le ayudé una vez a proteger una de ellas, cuando aún era... normal.

El ánimo del ambiente era peor que bajo, y las cosas no parecían que fueran a ir a mejor.

Víctor tocó con el índice la espalda de Daniel. Al parecer, había oído todo.

—Creo que sé quién puede saber dónde encontrar a Nathaniel.

Daniel soltó una carcajada más triste que de burla.

—¿Ah sí? ¿Quién?

Víctor les miró a todos sorprendido, ya que para él era bastante obvio.

—¿De verdad que no os lo imagináis?

Una bombillita se encendió en la cabeza de Alice.

—Ezra.

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—Deberías de comer algo — me dijo Nathaniel, después de haberme conducido a una mesa y haberme puesto un plato delante —. Bueno, si te mueres de hambre, no será culpa mía.

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