CAPÍTULO 3

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Era mi padre, ¿pero qué hacía ahí después de tanto tiempo? Una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo y me hizo estremecer. El hombre en serio me da miedo.

Lo miré lánguidamente. Sus fríos y grandes ojos verdes me escrutaban, al igual que yo a él.

No tenía idea de sus intenciones y, de una manera u otra, yo tenía que proteger a mis hermanos ahora que mi madre no se encontraba en casa para protegernos.

Sonrió.

—¿Qué es lo que haces aquí? —pregunté, aunque no esperaba obtener una respuesta. O al menos no una sincera.

Les hice una seña a mis hermanos de que se pasaran a mis espaldas para evitar algún problema si la cosa se ponía violenta. Y si lo hacía, yo tenía claro que quien debería recibir los golpes en este caso sería yo, a pesar de estar lastimado de la paliza de la mañana en la escuela.

—¿Qué te pasó en el rostro, Ben?—Me preguntó con fingida preocupación.

Claro, como si te importara, pensé.

—No es de tu incumbencia. —Traté de evitar su pregunta.

—Ben, ya no soy el mismo hombre de antes...—Intentó defenderse, como si yo le fuera a creer.

—¿"El mismo hombre de antes"? ¿Te refieres al mismo hombre que nos abandonó, el que se embriagaba cada que podía, el que nos golpeaba a mi madre y a mí? ¿A ese hombre te refieres? —Solté sin más. Su mirada se volvió más dura y mi mente se inundó de recuerdos.

—¿Qué vas a querer mañana para tu quinto cumpleaños, Benny? —Me preguntó mi madre con una voz dulce.

—¡Un nuevo disfraz! —grité contento. Llevaba tiempo queriendo otro disfraz de superhéroe.

Mi mamá rió por mi expresión.

—¡Claro! Te compraré el disfraz que tú quieras —dijo ella mientras me daba un toque cariñoso en la nariz.

—¡Sí!

Se oyó un portazo, y mi mamá y yo giramos la cabeza hacia la puerta. Mis hermanos, de apenas un año de edad, estaban dormidos en la planta alta y no queríamos que se despertaran.

Mi padre estaba ahí, con una expresión cansada, ojos rojos, y cuerpo tambaleante.

Mi madre se levantó del sofá y se dirigió hacia él. Comenzaron discutiendo, hasta que sonó un golpe agudo, seguido de un grito de dolor de parte de mi madre, que ahora se encontraba en el piso. Ella tenía una mano en su mejilla derecha, la cual estaba roja.

Miré a mi padre con horror. Pasó de largo a ella y fue hacia mi. Comenzó a golpearme repetidas veces; en el rostro, en el abdomen y el resto del cuerpo. Mamá trataba de detenerlo; gritaba, forcejeaba con él, le decía que le hiciera lo que fuera a ella, pero que no me tocara ni a mí ni a mis hermanos. Sin embargo, era inútil. Ninguno de los dos éramos tan fuertes como él.

La paliza continuó hasta que todo se tornó negro.

Como esas noches hubo muchas otras. Conmigo, con mamá, y unas cuantas con mis hermanos. ¿Cómo podría perdonar al hombre que nos hizo tanto daño?

Él bajó la cabeza.

—Sí, a ese hombre. Ya soy diferente, Ben; he cambiado.

Claro, y yo podía volar.

—Será mejor que te vayas antes de que mamá llegue, porque creeme que hasta yo me estoy reservando al no llamar a la policía. Aunque si intentas algo, ten por seguro que lo haré. —Le advertí—. No vas a tocar a mis hermanos, no otra vez.

Su mirada se volvió a mí. Sentí una pizca de miedo y arrepentimiento al haber dicho eso. Si Axel y sus amigos, que solo eran un año mayores que yo, me habían dado esa golpiza, no sabía qué esperar de ese hombre que se hacía llamar "mi padre".

Desvié mi mirada y noté como sus manos se comenzaban a volver puños. Como aquella vez...

Una punzada de dolor se expandió por mi pecho. En este momento no sólo temía por mi seguridad y mi vida, sino también por la de mis hermanos menores. Si algo les pasaba no me lo iba a perdonar jamás.

Comenzó a avanzar hacia mi y retrocedí por instinto. Me sentí como un cobarde, pero supuse que era un mero instinto de supervivencia.

Les hice una seña a mis hermanos para que se escondieran. Ellos asintieron; subieron las escaleras y se escuchó un portazo, luego de otro más pequeño. Me sentí tranquilo al saber que nosotros teníamos un "escondite secreto" en mi habitación y nadie sabía donde estaba, excepto nosotros.

Suspiré aliviado antes de sentir un dolor agudo en el labio. Me había dado un golpe bastante fuerte, ni siquiera me había dado cuenta cuando ya me encontraba en el piso.

—Aun sigues siendo demasiado débil, Ben —sonrió con sorna, pero no lo escuché bien; yo seguía algo desorientado y aturdido por el golpe.

Él se hincó a mi lado, se sentó a horcajadas sobre mi abdomen aún lastimado por los golpes de la mañana. Tomó mis muñecas y las puso a cada lado de mi cabeza.

Las apretaba con demasiada fuerza. Yo me removía para poder sacarlo de encima mío, pero era inútil, él era mucho más fuerte, hábil y pesado que yo.

Aun sigues siendo demasiado débil.

—¡Suéltame, imbécil! —grité y él sólo se rió de nuevo

—Soy tu padre, Ben. No deberías llamar imbécil a tu padre.

Su peso sobre mi abdomen disminuyó, y noto que presiona su rodilla contra mi entrepierna, aún sin soltar mis muñecas.

Maldición.

—¡Duele! —Un gemido de dolor salió de mi garganta sin previo aviso.

Tomó mis dos muñecas con su mano izquierda y las sostuvo en su lugar. Con su mano derecha libre, comenzó a golpearme en el estómago.

Intenté soltar mis muñecas de su agarre pero todo fué en vano. Él solo sonreía y presionaba aún más su rodilla contra mi entrepierna.

Grité, ya con lágrimas en los ojos, mientras él ni se inmutaba y seguía torturándome sin piedad alguna. Solo agradecía que mis hermanos me hubieran obedecido por una vez en sus vidas y no bajaran.

Estaba a punto de desmayarme del dolor tan intenso, cuando una voz conocida se hizo presente junto al sonido de un arma.

—¡¿Qué le estás haciendo a mi hijo?!

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⏰ Última actualización: Oct 17, 2023 ⏰

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Querido Ben... [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora