CAPÍTULO 1

602 26 4
                                    

¡Demonios! Era el primer día de clases y ya iba tarde.

Miré el reloj por décima vez. 7:40 am. La entrada del colegio era a las 8:00 am y mis hermanos aún no bajaban. Probablemente seguían en los brazos de Morfeo.

—Mark, Sarah, llegaremos tarde. ¡Bajen ya!— grité desesperado hacia la escalera que dirigía a sus habitaciones, con esperanza de que me escucharan aún entre sueños.

Esperé pacientemente unos minutos, atento a cualquier ruido que pudiera provenir de la segunda planta, pero nada. Volví a mirar el reloj sobre la mesa; ya eran 7:45 am.

Definitivamente. el tiempo volaba.

Finalmente mis súplicas fueron escuchadas y mis dos hermanos menores bajaron las escaleras corriendo y tropezando con sus propios pies, acomodando los últimos detalles de sus uniformes y colgándose las mochilas a la espalda. Habían estado hablando hasta tarde sobre lo mucho que les emocionaba empezar el tercer grado y se habían quedado dormidos.

Bajaron a toda prisa. Tomé mi propia mochila, las llaves y salimos de casa cerrando la puerta.

Caminamos rápidamente en dirección a la escuela, sin siquiera tener tiempo de hablar entre nosotros, demasiado concentrados en apurar el paso; ninguno quería regresar triste a casa por no haber podido llegar a tiempo. No pude evitar mirar nerviosamente la hora en mi teléfono un par de veces más durante el recorrido.

Un gran número de chicos y chicas caminando con sus mochilas anunciaban que faltaba poco para llegar a nuestro destino. Casi corrí cuando me di cuenta de lo cerca que estábamos de lograrlos.

Finalmente, tres minutos antes de que cerraran la escuela, entramos por la puerta principal del colegio. No éramos los únicos y eso me hizo sentir un poco más tranquilo.

Apenas crucé las puertas, recibí las molestas y burlescas miradas a las que ya me había acostumbrado un poco. Agaché la cabeza y me despedí de Mark y Sarah con un ligero asentimiento.

Caminé por el pasillo principal, rodeado de risas y susurros. Claro, todos sobre mi. Chicos me apuntaban, otros me miraban con ojos llenos de furia, otros de burla, y solo unos pocos, con una mirada de tristeza y lástima. Ni siquiera podría decir cuál me asqueaba más.

Estaba tan concentrado pensando en las cosas que podrían estar diciendo, que no me di cuenta cuando Axel puso su pie delante de mí para que tropezara. Y yo, siendo un distraído, no pude evitar tambalearme. Intentando mantener el equilibrio, me moví y terminé cayendo hacía atrás. Terminé sentado en el suelo frío y con la cabeza agachada mientras las risas a mi alrededor se volvían abundantes.

Una pequeña y traviesa lágrima salió de mi ojo izquierdo. La sequé rápidamente, esperaba que nadie se hubiera dado cuenta. Mi primer día de clases luego de las vacaciones de verano y ya estaba siendo humillado.

Sentí un golpe en un pie y pensé que había sido Axel, no conforme con haberme tirado, pero al ver una pequeña niña de cabello castaño caer sobre mi, la sospecha se esfumó.

Cerré los ojos instantáneamente ante el impacto y mis reflejos me dijeron que atrapara a la pequeña para que no se golpeara, así que la atrapé con los brazos. La castaña tendría unos nueve años, y no pesaba mucho.

Cuando abrí los ojos y lo primero que logré ver, fue el techo.

Bajé la vista y vi a la niña mirándome con sus grandes y lindos ojos verdes como esmeraldas.

Tenía sus manos sobre mi pecho, supongo que para amortiguar el golpe. Parecía casi de la edad de mis hermanos.

Nos miramos un segundo, luego ella parpadeó un par de veces debido a la sorpresa.

—Perdón, iba tarde y no me fijé que estabas aquí... en el piso— dijo ella, notoriamente apenada.

—No te preocupes. No fue tu culpa —miré de reojo a Axel y sus demás amigos, quienes también nos miraban con atención.

—Oh, bueno, yo... me levanto —dijo quitando sus manos de mi pecho.

Se puso de pie rápidamente y sacudió su falda rosa. Yo me levanté después de ella e imité la acción.

—Creo que no nos conocemos, soy Ben Peters. —Me presenté.

—Yo soy Sally Williams. Un gusto, Ben. —Me tendió la mano y yo la tomé a modo de saludo.

El sonido de un timbre nos interrumpió. Las clases comenzarían en menos de 5 cinco minutos y aún debía llegar al salón.

—Bueno, me voy. Nos vemos luego Sally.

—Si, adiós, Ben —respondió.

Seguí caminando por el pasillo vacío. Jamás me di cuenta a qué hora se habían ido todos.

Cuando llegué al aula correspondiente, solo quedaban unas cuantas bancas atrás. Agradecí mentalmente y pasé al último puesto de la clase. Dejé mi mochila y como aún no había llegado la profesora, saqué mis audífonos, los conecté a mi teléfono y me dispuse a escuchar música.

Mientras lo hacía, pude divisar a varios chicos que conocía. Primero, Axel y su grupo de secuaces, Damián, Randal, Keith y Bryan; dos chicas que me trataban bien, Alexa y Stephanie, y algunos otros que no conocía, pero que nunca me habían molestado.

La profesora de inglés llegó al fin. Pausé la música y guardé mi teléfono junto a los audífonos.

—Buenos días, alumnos. Antes de comenzar la clase veo que hay chicos nuevos, así que nos presentaremos todos para conocernos un poco mejor. Yo soy la profesora White, e imparto la clase inglés en este colegio. Comenzaremos por ti. —Señaló a un chico.

—Bueno, yo soy David Johnson —respondió un pelinegro.

La profesora fue señalando a todos en la clase. Al llegar a mi, el salón no reprimió las risas. Tragué saliva y me presenté con los ojos fijos en la mujer, sin mirar a nadie más. Luego de hacerlo, la clase continuó.

—Bien, chicos. Hoy veremos el verbo to be. —Anotó algunos garabatos en el blanco pizarrón—. Sé que algunos ya lo saben, pero tenemos que revisarlo porque es inicio de año escolar.

"I, you, he, she, It, we, they"

—¿Alguien podría decirme cuál es el verbo to be para el pronombre I?

Yo levanté la mano al igual que dos compañeras más.

—Ben. —Me señaló.

—Am —respondí bajando la mano.

—Muy bien, 1 punto de participación.

Sonreí involuntariamente al escuchar eso.

La clase transcurrió normal. Después de las demás asignaturas: Matemáticas, Ciencias y Español, sonó el timbre de salida al receso. Para muchos, la mejor parte del día; para mí una pesadilla.

Todos salieron corriendo menos yo. Salí despacio y me dirigí hacia el baño antes de comer. Hice mis necesidades y al lavarme las manos, se escucharon pasos y la puerta cerrarse.

Me sentí nervioso casi de inmediato, la adrenalina ya corría rápidamente por mis venas, haciendo que mi corazón latiera con fuerza. Sabía que eso era malo.

No me atreví a levantar la mirada para ver de quién se trataba. No hacía falta, sabía quiénes​ eran. Los mismos chicos que habían hecho mi vida un infierno el año pasado. Y todos los años anteriores desde que tenía memoria.

—Hola, Ben. —Se burló una voz masculina.

Yo seguía con la mirada baja. Cerré el grifo del agua, pero no levanté la cabeza, siendo cauteloso para evitar problemas. Las cicatrices en mi cuerpo demostraban que eso no era un juego.

—¿Por qué no nos divertimos un poco, Ben? —Espetó otra voz, con desprecio, antes de sentir una mano en mi cuello y otras en mis brazos.

Vaya primer día. 

Querido Ben... [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora