Capítulo 10.

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Todo había ocurrido muy rápido.
Una cama de dos plazas había aparecido en medio de la habitación, y los cuerpos de ambos chicos ya estaban semidesnudos, de no ser por la ropa interior que les cubría.
Si no fuese por el placer y el deseo que sentía en aquel momento, el rubio no estaría casi rogando con sus caderas que le follara. Sus caderas se movían en un vaivén constante sobre las del moreno, rotando, jadeando.
Sus piernas se encontraban una a cada lado del cuerpo ajeno, Harry se encontraba excitado, totalmente.
Las manos de Draco se apoyaron en los hombros de su contrario, mientras que sus labios se rozaban contra los de Harry.

—Ha pasado... Tanto tiempo.
—¿Quieres detenerte? No es... No es necesario que lo hagas... Ya sabes, si no quieres. — Harry susurraba aquellas palabras, pero su polla definitivamente pensaba otra cosa.
—¿Sí? ¿Entonces quieres que me detenga? — Luego de hablar, su rostro se escondió en el cuello del moreno, el cual gimió roncamente cuando la cálida lengua se paseó por la piel desnuda de su cuello.
—Yo... Oh, Dios...
—¿Me detengo, mh? — Su voz de repente sonó más aguda de lo normal, sus caderas no se detenían, y las manos de Harry se aplastaban contra su trasero, apagándolo aún más a sí mismo.

—Mierda, no. No, no... mnh... — Hablaba casi sin voz, y sus ojos se cerraban solos.
—¿Quieres follarme... Harry? — El susurro salió de los labiales del rubio, llegando directo al oído del chico de ojos color esmeralda.

Sin darse cuenta, en menos de un minuto, se encontraba ahora bajo el cuerpo del moreno, con su espalda pegada a la cama.

—¿Cómo me llamaste?

Una de las manos de Harry comenzó a acariciar el muslo desnudo del cuerpo que se encontraba bajo suyo.

—Mhh.
—Repítelo.
—No.

Los dedos de Harry juguetearon con el elástico del bóxer del ajeno, para bajarlo lentamente, casi de forma tortuosa.
Pudo ver desde su lugar que las mejillas de Draco se sonrojaron al momento de liberar su erección.
No faltó mucho más para que Harry también se deshiciera de su propia ropa interior.

—Quiero que lo repitas. — Sus labios dejaban suaves besos en el abdomen del chico.
—N-no...
—Te lo pediré una última vez. — Su mano apretó el miembro del rubio, provocando un jadeo por su parte.
—Ugh... No-oh.

Entonces Harry se levantó y sus labios se aplastaron contra los ajenos, comenzando un juego entre ambos. No pasó mucho tiempo hasta que sus lenguas se encontraron, y sin aviso alguno, su mano posicionó su propio miembro en la entrada ajena.
Draco repentinamente entró en pánico, pero no cortó el beso. El tacto de su lengua contra la suya, era algo celestial.

Comenzó a penetrar en el pequeño agujero de Draco, sin preparación, y pudo sentir como se tensaba y abrazaba su cuello de inmediato, atrayéndolo hacia sí mismo, despegando sus labios en un pequeño grito.

—¡Oh, mierda! ¡Potter, e-eres...! — Su voz fue cortada por Harry, quien empujó sus caderas contra la entrada del chico.

Cuando sus pieles se encontraron, Harry finalmente supo que había entrado por completo, y se quedó inmóvil.
Sus brazos se apoyaron a cada lado del rostro del ajeno, para comenzar a besar su rostro, logrando notar sus ojos llorosos.

—Eres... Un bastardo... —Su voz sonaba ahogada. — Y n-no sé porque me encanta... Mierda.
—¿Quieres que me detenga?
—No.

Y eso fue suficiente.
Harry comenzó un vaivén lento y suave, intentando no lastimar al rubio.
Su pecho subía y bajaba con rapidez, y poco a poco se fue soltando. El ardor le provocaba un sentimiento contradictorio.
Hasta que el moreno comenzó a moverse de una forma diferente, y sintió el placer recorrer todo su cuerpo, como un golpe asombroso.

—¡Más! ¡Mierda, ahí! Ohhh...

La sonrisa de Harry no se podía ocultar. Ni mucho menos sus gemidos roncos.
Los gemidos agudos de Draco le hacían temblar.

Harry... ¡A-ahh!
—Di mi nombre, dilo, grítalo.
—¡Harryharryharryharry! ¡Oh, mierda, Harry!

No faltó mucho tiempo para que el moreno se corriera con un fuerte gemido dentro del chico, sin aviso alguno, seguido por el rubio, quien se encontraba totalmente rojo.

El cuerpo del moreno cayó sobre el del rubio, débil.
Y ambos se quedaron ahí.

Cuando se acostaron uno al lado del otro, y Draco limpió todo con los hechizos correspondientes, se metió bajo las tapas de la cama, palpando a un lado suyo.

—Ven aquí.

Ni siquiera lo pensó.

Se habían quedado abrazados allí, jurando que sólo sería un segundo, que se hizo toda la noche.

Baño de prefectos - Drarry.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora