El club de los corazones destrozados

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—Tengo que hacer los proyectos, recordarles que lo hagan, ir a mis clases de equitación para el torneo; aparte de me ofrecí a darle tutorías a Ian, sin mencionar que mi madre está atolondrada para planificar una cena con mi hermano y entonces me dejarán los preparativos a mí. ¿Y aún así quieres que me haga cargo de eso? ¡Estoy haciendo mucho con prestarles mi apartamento!

—Pensé que era de tu padre...

—¡NO! ¡ES MÍO! —gritó Ashley, harta de esa situación—. Si quieren una fiesta organícenla ustedes. Ahora por favor vete Serena, tengo que terminar las tareas de geografía.

En cuanto la castaña salió de la enorme habitación, Ashley se dispuso a soltar lágrimas llenas de frustración. Estaba tan estresada que sólo esperaba fallar en algo y que todos se lanzaran sobre ella para criticarla. Criticar a la perfecta Ashley Griffin, todo un pecado.

Le mandó un mensaje de texto a Lily para pedirle ayuda con todos los deberes que tenía. La pelirroja no fue a su encuentro, pero hicieron una video-llamada y entonces cuando ya estaban a punto de despedirse Ashley le pidió que le ayudara a organizar la fiesta sorpresa de Giovanna.

Al día siguiente llegó un poco rezagada a la escuela, ya que no quería levantarse. Caminaba hacia los casilleros con la mirada fija en el suelo, como para constatar que seguía caminando. Pensaba en todo lo que tendría que hacer hoy, cuando tropezó con alguien.

—¡Cuidado Griffin! Si no te he agarrado te hubieras dado de bruces contra el suelo.

Ashley alzó la mirada y vio a Ian, sonriente. Sólo por un minúsculo instante dejó las labores del día de hoy en el lugar más recóndito de su cerebro.

—¿Estás lista para poner a prueba tu paciencia una vez más conmigo? —Ashley abrió los ojos tanto que parecía no tener párpados. Se le había olvidado que hoy eran las regularizaciones de Ian—. Se te olvidó cierto...

—Perdóname Ian —Soltó un suspiro—, he tenido tantas cosas que hacer que se me ha olvidado por completo. Pero tranquilo, gracias por recordarme.

—Si en realidad estás ocupada podemos dejarlo para otro día —dijo Ian, humedeciéndose los labios. Ashley negó con la cabeza—. Entonces, ¿qué te parece si no son regularizaciones de química? ¿Te gustaría ir por un café? Yo invito.

El corazón de la rubia se aceleró. Había esperado unas semanas para que Ian otra vez la invitara a salir. Diría que sí, a no ser por los entrenamientos de equitación. Se lo pensó más de dos veces, haciendo que Ian empezara a dudar por alentarla a salir con él.

—Me parece bien. Sólo hay una cosa... Tengo entrenamiento para mi torneo de equitación y tengo que llegar temprano.

—Sí me dejas te puedo llevar hasta allá.

Se fueron a sus salones por separado, pero listos para ir por un café en cuanto terminaran las clases. Al llegar al salón Ashley vio a Serena hablar con Charles de una manera que le hizo pensar que de nuevo se habían reconciliado.

—Ah, ahí estás Ashley... —dijo Charles, acomodándose el saco—Lamento decirte que no hay lugar para ti hoy aquí. Hemos llegado cuando ya los asientos habían sido ocupados.

—¡Vaya forma de tratar a tus amigas Charles! —le recriminó Giancarlo, quien acababa de llegar y había dejado su mochila en forma de portafolio en una de las sillas—. ¿Todo esto es porque Ash —La agarró de los hombros y la acercó a él en modo de protección— se quiso dar un tiempo para ella, y no accedió a lo de Gio?

—No te metas Carlo... Contigo no tenemos ya la misma paciencia que antes por lo de...

—Por lo de Lauren, lo sé, Serena.

La Élite de New HighDonde viven las historias. Descúbrelo ahora