Día... el primer día de mi nueva vida.

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Día... El primer día de mi nueva vida

Tras la revelación que me supuso el verme rodeada de desconocidos, quienes se ayudaban entre ellos al tiempo que trataban de cuidar de nosotros, abrí los ojos de par en par. Sí, sin fuerzas siquiera logré abrir por completo los ojos y parecer despejada, lo suficiente como para que aquel varón vestido de azul marino suspirase aliviado y una trémula sonrisa se dibujase en su rostro.

Mi mirada se perdió en él, navegó por su rostro, por sus ojos, y me hallé perdida en ese navegar sin poderlo evitar. Lo miraba y no sabía qué era, pero había algo en él que se me hacía familiar. Descarté la idea, pues estaba segura de que nunca lo había visto antes, y me quedé inmóvil con la mirada perdida en un punto indefinido de su expresión aliviada.

El jaleo alrededor no había cesado, sino que se incrementó y, por eso, salí de mi trance bruscamente. Traté de incorporarme, tarea casi imposible dado que al hacerlo todo en mí se resintió. El cuerpo de pies a cabeza, dolía como el infierno, como se suele decir.

El hombre, al percatarse de mi intento de dejar de estar recostada en el asqueroso suelo, corrigió su postura y me ayudó, en un proceder delicado, a quedar sentada. La verdad es que todo me daba vueltas, pero quería ponerme en pie porque, si no había errado en mi suposición de que saldría de aquella con vida, quería sacar mi trasero de semejante infierno cuanto antes.

No estaba pensando en quién era toda aquella gente, no pensaba en cuánto tiempo llevaba en el suelo o entre las manos del desconocido. Solamente pensaba en que, en cualquier momento, podían regresar los secuaces del maldito S. Y entonces, ni por asomo, contemplaba la opción de salir de allí.

Sentí cómo me fallaba la respiración ante tal pensamiento, notaba que mi pecho se hinchaba pero no reunía aire y aquello me estaba poniendo muy nerviosa. Él, probablemente, debió darse cuenta ya que me sujetó con mayor fuerza por los brazos mientras hacía un sonido parecido a un arrullo y me decía: «Sshhh, tranquila, todo va a estar bien. Confía en mí, respira».

Ni qué decir tiene que aquello, en realidad, no me calmó en absoluto. Lo que sucedió fue que me encabrité ante la parsimonia que parecía derrochar y que yo no veía como lógica.

—Tengo que salir de aquí —murmuré apresuradamente—. Hay que irse, ¡ya!

Miré a mi alrededor como loca, esperando ver aparecer a cualquiera de nuestros raptores pues, para mí, todos los que estaban bajo el mando de S eran igual de culpables. Nadie apareció, pero me di cuenta de un detalle, importante además.

Todo el recinto en que nos hallábamos estaba plagado de gente, en su mayoría en buen estado físico y con ropas limpias o, al menos, más que las que lucíamos los que estábamos aquí encerrados. También me fijé en que muchas de esas personas llevaban la misma vestimenta azul que el hombre que estaba a mi lado. Fue en ese momento cuando me permití fijarme bien en sus prendas, que no eran otra cosa que un uniforme de policía. ¿Cómo pude no darme cuenta antes? Ni lo supe ni lo sé. Simplemente fue un detalle que no asumí desde el principio, quizá por lo ensimismada que estaba en el peligro que veía venir o por mi poca orientación en aquellos momentos.

—Policía... —Dije como sin ganas.

—No. Bueno, sí —respondió acompañando la última palabra de un asentimiento de cabeza antes de añadir—: Ya está, todo ha acabado.

Y arranqué a llorar. Allí, destrozada físicamente aunque ignoraba en la medida de lo posible el dolor, lloré lo indecible. No de pena, no de dolor, sino porque el alivio que sentía era tan grande y tan profundo que fue superior a cualquier otra cosa. La sola idea de salir de allí, ya no siendo una suposición sino un hecho, hacía que todo mi ser tiritase de la emoción sentida. ¡Iba a salir! Y no lo haría con los pies por delante, como tantas veces supuse e incluso recé. Me sentí eufórica pero no podía demostrarlo pues estaba demasiado compungida por la noticia recibida. Cierto es que no sabía mucho, solamente me dijo «ha acabado» pero es que aquello era más que suficiente. 

✔️El creador de locosWhere stories live. Discover now