Día 6 - 2 de Septiembre de 2012

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Día 6 - 2 de Septiembre de 2012

Pasan las horas y sigo aquí, encerrada y atada, dándole vueltas a lo que me dijo el individuo —por llamarlo de alguna manera— que me visitó no hace mucho, quizá ayer o quizá hoy pues, aunque sé que han pasado varias horas desde ese momento, no sé si ha habido cambio de día desde entonces.

Estoy hastiada de esto, ¿qué pretenden hacer conmigo? ¿Por qué estoy aún aquí? Dijo que lo acontecido sólo había sido el aperitivo y que será peor, pero todo es igual. La misma celda, la misma soledad, la misma negrura, el mismo dolor psicológico, el mismo dolor y malestar físico, la misma rabia contenida contra el mundo... Solamente hay una novedad, una nada más, y es el odio que me corroe por dentro, el odio que siento contra mis captores, por hacerme esto, por el daño que me causa el estar aquí. Por hacerme sentir ganas de morir antes que seguir con esto, por trastornar mi vida así. Odio por mantenerme cautiva entre delirios que profieren las víctimas de las celdas contiguas a la mía, que ya no sé ni dónde está ubicada. Odio por someterme a su yugo, por meterme en este juego, como él lo llamó, al que no quiero jugar, ni mucho menos. Un odio inmenso que me calienta las venas, que me hace hervir la sangre. Un tremendo y furioso odio que, si no estuviese presa por grilletes, me llevaría a destrozarlos nada más verlos, si se dignasen a aparecer ante mí.

Desde la visita del tipo de nariz aguileña, no ha habido más, ni siquiera él nuevamente. En parte, debería estar agradecida, ¿no? En cierto modo, sigo a salvo. Quiero decir, sigo cautiva, impedida, pero viva y no delirante ni agonizante. Y llegados a este punto, esperaba eso. Mi subconsciente no y me niego a aceptarlo pero, de algún modo, lo veía venir, como algo inminente. Sólo veía sufrimiento intenso y pena, dolor y desesperación. Pero aquí me veo. En silencio, en soledad, simplemente eso. Y un fuerte nudo en la garganta me traba por completo, me dificulta el tragar saliva y, en cierto modo, incluso el respirar. Ese nudo es el modo en que mi cuerpo me avisa. «Prepárate, Lida», me dice. Y es que, tras la tormenta viene la calma, pero... tras esa calma, llega una nueva tormenta. Una tormenta que puede arrasar con todo y, en este caso, veo venir una tormenta tropical, un tornado, huracanes, destrucción, de todo. Veo de todo, inminentemente, acercándose a mí a escondidas. Avisada estoy de que llegará, pero... ¿Cuándo? Y, ¿con qué gravedad?

✔️El creador de locosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora