Belleza [Lucissa]

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Lucius Malfoy siempre creyó que las chicas guapas eran algo espectacular todo el tiempo. Que basicamente se nacía con ese rostro delicado, esos ojos enmarcados y labios rojizos.
Nunca vió a su madre arreglarse, para él esa mujer era una especie de diosa griega que despertaba de aquellaanera tan asombrosamente caitivante.
No fue hasta una mañana de sexto año cuando vió a la otra chica que creía naturalmente espectacular despertando.
Narcissa y él eran amigos, o algo así, despues de años de tratarse con educacion por un respeto mal ganado se habían convencido de que quizás no podían pelearse por siempre.
Cuando abrió los ojos pudo ver esa figura espectral que siempre había admirado desde lejos caminando hacía un espejo que había colgado en su cuarto. Ese rostro palido, real, ojeroso y cansado le miró de reojo creyendo que esta dormido. El cuerpo palido se deslizaba como serpiente por la habitacion; y de repente para Lucius la palabra belleza terminó por obtener un significado distinto.
Belleza era palidez y ojeras oscuras, bajo esos grandes ojos grises hundidos. Belleza era una maraña de cabello ondulado rubio desordenado adornando una cabeza pequeña, el labial rojo corrido por su boca, que ella intentaba quitarse con el costado de la mano. Belleza eran costillas marcadas, huesos duros y sobresalientes, brazos fuertes y amoratados de tanto jugar quiddich. La belleza de Narcissa valía por mil. Una belleza enfermiza, debil, disfrazada detras de una sonrisa de princesa, oculta para la gran mayoria de los humanos. Narcissa sin miedos encima hacía que Lucius sintiera que el cuerpo entero le temblaba.
Se quita la camiseta por sobre la cabeza y a él se le acaba el aire.
Caderas anchas y cintura pequeña, pechos voluptuosos que se le campaneaban contra su voluntad, la ve apretarse los brazos contra ellos como si le molestaran, como si aquello que todos miraban siempre, incluso sin quererlo, resultara más un estorboso adorno que una parte de su cuerpo.
- Se que me veo mal, deja de mirarme
Lucius sentía su propio corazon intentar abrirse camino por su garganta. Se acomodó el cabello en un moño mal hecho con un lapiz que encontró cerca, la miró de nuevo.
- Eres preciosa, Nazz- le susurró- Mucho más ahora
- Tengo resaca, me estoy muriendo- se rió ella, sentandose junto a él, el sujetador se mantenía firme como su cuerpo y Lucius lo detestó un poquito- Y tu sigues borracho.
- Eres preciosa- insistió- En serio.
- Duermete- le dijo arrojandole una cojin a la cabeza, para luego golpearlo repetidamente.
La escuchó reirse con una naturalidad poco común en ella, una carcajada tan real que le hizo abrir los ojos de par en par. Narcissa se cubrió la boca con ambas manos cuando esa risa la hizo sentir incomoda.
Los dedos de Lucius se movieron torpe y lentamente por su brazo, por su piel blanca y suave, tan ajena, tan lejana. Viajó hasta su hombro, su cuello, intentando controlar las ganas de clavar ligeramente las uñas.
- Yo...deberia...vestirme
Le quiere decir que no. Que no se disfrace de nuevo, que no se ponga el traje de muchacha de clase alta que hace que todos los demás se den vuelta a mirarla. Que no sea una Black, solo por ese día, por esa mañana, joder, que no sea una Black por los siguientes 10 minutos sería suficiente para él. Que se quede, solo un rato más, siendo solo Nazz. Con las calcetas altas hasta arriba de las rodillas, sin camiseta ni maquillaje, sin peinarse, sin fingir.
Que se quede con él, solo unos minutos más.
- Si, ya...yo...voy a dormir
Cobarde, se dice a si mismo. Corbarde de mierda.

Corazones inmarcesibles [Wolfstar]Where stories live. Discover now