Capitulo 18 (editado)

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Collin no podía creer lo que acababa de hacer, y sobre todo, en un lugar tan concurrido como esa asquerosa  pocilga; la rabia que sentía correr en su interior lo estaba consumiendo mientras una nueva ola de sentimientos lo corrompía,y es que era inadmisible lo que había hecho en esa habitación...   y tenia que haber sido esa estúpida solterona la que lo encontrara en el acto; lo peor  sera el tener que lidiar no solo con Briest, sino que también, con la estúpida deforme de Corinna.

- ¡Maldición, pero que estúpido, estúpido soy!, podría poner en riesgo todo... aun tengo tantos planes que hacer... me costo tanto tiempo por fin obtener lo que siempre me correspondió y me deje provocar con las insinuaciones de esa huérfana.

El conde estaba desquiciado caminando de un lado a otro en el patio trasero de la posada, se jalaba el cabello con las manos, constantemente se aflojaba el nudo del corbatín y hablaba con el mismo, si alguien lo viera pensaría que había perdido la cordura.

¡¡¡Claro eso es!!!! lo hizo a propósito; ella, la zorra de Briest y la lisiada lo planearon todo, me denunciarían para que ellas se quedaran con el título, mis tierras mi dinero, todo... mientras me dejarían pudrirme en alguna apestosa cárcel inglesa. Malditas mil veces malditas, debieron morir en el barco ese día y yo no tendría que estar así, tengo que deshacerme de ellas, pero como, no puedo hacerlo enseguida será muy sospechoso mucha gente nos vio en el muelle incluyendo esos dos tipos que se atrevieron a desafiarme.

-Mi dios, iluminarme dame la sabiduría para poder encontrar el modo de deshacerme de ellas, tú sabes lo que he tenido de soportar para por fin convertirme en el legítimo conde de Rosenau; Ayúdame dame tu fuerza así como lo hiciste aquella noche y después en el mar, vuelve a bendecirme con tu mano sagrada.

El comenzó a pensar y pensar en como solucionar esto, tenía que planearlo minuciosamente, no podía darse el lujo de cometer otro error tenía que salir todo perfecto. Y así siguió pensando y caminando de un lado a otro esperando que dios lo iluminara para poder salir de este embrollo.

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En la habitación la escena no había cambiado mucho, Emilia seguía en el piso con el cabello mojado y temblando de miedo, Ingrid le había colocado una manta que encontró sobre la cama;  estaba tan conmocionada como la pobre joven y no encontraba palabras para darle consuelo, solo frotaba su espalda  mientras le hablaba en su lengua natal repitiendo las palabras que le había dicho en el muelle: tranquila mi niña, no dejes que nada afecte a tu corazón, siempre estaré contigo. Ambas sollozaban con tristeza, Emilia por lo que le había vivido e Ingrid por los recuerdos del pasado.

La puerta se abrió provocando un chillido espantoso asustando a ambas y provocando un grito de la más joven de las damas, mientras la figura femenina Corinna cruzaba el umbral.

-Pero que... ¡oh, por dios, hermana!- como pudo la mayor de las von Hallen llego donde estaban ellas y dejo que la ira dominara su lengua- ¿pero que fue lo que te hizo?, ese maldito bastardo, juro por dios que lo voy a despellejar y le sacaré los ojos.

-Corinna ¿cómo llegaste hasta aquí? ¿dónde está tu silla? - dijo la institutriz al verla con el vestido empolvado y rasgado del dobles.

-Brincando no podía moverme con agilidad en esa estúpida silla así que decidí no esperar más, mi corazón dolía y ya veo por qué, ¡oh, hermana! mi dulce hermana- dijo abrazándola.

-Tenía tanto miedo hermana, yo no sé cómo sucedió esto el solo... solo...

-Dime si se atrevió a tomarte por la fuerza y lo castraré con una cuchara- le pregunto Corinna.

El Duque de Hielo  (1° Saga corazones traicionados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora