Epílogo

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Bueno, en sí esto no es un epílogo, porque no lo siento de esa manera, pero igual veanlo como el cierre de esta novela más no de la vida de nuestro villano.

—¿Dónde está? —pregunté serio y llegué al departamento. Carlos me miró con molestia y decepción en sus ojos.

Hacía tiempo que ambos veníamos sospechábamos de eso, pero quise darle la oportunidad de que fuera ella quien me dijera la verdad antes de llegar a este punto.

Está de más el mencionar que no lo hizo, y llegué al punto en que mi paciencia se agotó, y vaya que fue mucha. Pero debía ponerle un alto a la mujer que me veía la cara desde hace unos meses.

No sabía cómo sentirme al respecto, quizás un poco feliz al ver cómo Mara me puso las cosas demasiado fáciles, y algo más decepcionado y herido, mas no del corazón, sino de mi perfecta hombría.

—Siguen adentro, señor.

Asentí y apreté los puños. Controlé la ira que comenzó a resurgir en mí de manera lenta al corroborar que todas mis sospechas eran ciertas.

Me dirigí a la puerta a paso decidido y la abrí de golpe, la empujé con mi brío y cedió con facilidad. Provocó un estruendo que puso en sobre aviso a Mara. Pero no me importó, no existía una forma para que ella pudiera escapar de aquí sin enfrentarme.

Entré al departamento mientras Mara salía envuelta en una bata. Esta caía por un costado de su hombro desnudo, y me percaté que ella en sí se encontraba desnuda.

Me enfurecí.

Ella al verme, empuñó con firmeza el arma que traía en su mano y con suavidad la dejó caer al suelo siendo muy lista.

Su rostro se descompuso en una fracción de segundo, como quien ve a su peor pesadilla hecha realidad frente a sus ojos. Y ciertamente era así.

—Rubio.

Su voz fue distante y pronunció cada palabra titubeante, como si en realidad no quisiera hacerlo, como si no quisiera creer que era yo el que estaba allí, frente a frente con ella.

Su mentira había llegado a su fin.

Y entonces como lo esperé, detrás de ella salió el tipo con el que se revolcaba desde hace mucho tiempo, o quizás era otro más, otro imbécil que creyó que podía meterse con mi mujer y salir ileso, como si existiera alguien que lograse burlarse de mí sin pagar las consecuencias.

A él lo conocía muy bien, era uno de sus hombres, de los más cercanos, y ahora entendía el porqué.

Sin decirle nada, extendí el brazo, apunté a su cabeza y disparé matándolo al instante. Así, sin ningún tipo de remordimiento o miedo.

Mara por su parte ni siquiera se inmutó, mucho menos temía, sabía que yo no iba a matarla, al menos no ahora y no porque no quisiera hacerlo. El deseo de asesinarla era más fuerte que nada. Sin embargo, aún la necesitaba, y sería más doloroso para ella el que la dejara. Perderme le dolería y mucho.

—¿Estas son tus ocupaciones? —espeté con burla—. ¿Cuánto tiempo llevas viéndome la cara?, ¿eh? —Me acerqué.

La tomé del cuello con demasiada fuerza. Estampé su espalda contra la pared, esto sacó el aire de sus pulmones de manera súbita. Me controlé para no hacerle daño, porque podría herir a muchas mujeres, mas no en estas circunstancias, creo que estaba de más mencionar el cómo.

No obstante, asesiné a un par de mujeres. No era un santo y ellas tampoco, al igual que Mara no lo era. Sin embargo, me detuve, ¿cómo? Ni siquiera yo lo sabía, quizá solo contó con una poca de suerte.

—Te amo a ti, lo demás no importa, Sasha. Olvídalo, no volverá a ocurrir.

Me tomó del brazo con su mano en un intento por calmarme y buscar estúpidamente que yo cediera ante sus mentiras.

—Cuando amas no traicionas, Mara —escupí con rabia. La golpeé de nuevo contra la pared; ella no se quejó—. Te di esto. —Tomé su mano y quité el anillo de compromiso—. Como una promesa de mi fidelidad hacia ti, la misma que yo esperaba recibir, y me fallaste.

Si mirada se tornó cristalina y se dio cuenta de la realidad de las cosas.

—Perdóname, yo... no tengo excusa, solo la promesa de que jamás volveré a traicionarte. Te amo y tú me amas. El amor lo puede todo, por favor, sigamos con nuestros planes —insistió.

Sabía cuán vergonzoso sería para ella el que todo el mundo supiera que la boté. Más vergonzoso que ser el maldito imbécil al que le ven la cara.

—Estás equivocada en todo. Yo no te amo, jamás te lo he dicho —la molesté, desquité con palabras el enojo que sentía. Ella me miró con rabia y ardió de celos.

—Me tienes a mí, soy una mujer, una de verdad que te lo puede dar todo.

Negué y me alejé de ella con asco. Le faltaba demasiado para autodenominarse como una mujer, esa palabra le quedaba muy grande.

—No te quiero en mi vida, sino te mato ahora, es por la amistad que tengo con tu padre, pero que te quede claro una cosa, nunca te cruces en mi camino de nuevo, porque entonces se me va a olvidar que algún día tuve la estúpida idea de pedirte que fueras mi esposa.

No esperé su respuesta. Solo escuché su llanto y un grito lleno de enojo e impotencia, seguido de un estruendo que no me detuvo.

Salí del edificio y sentí cierta humillación a mi hombría, algo que jamás había sentido, y esa fue una razón más para odiar a Mara. Me alegré de igual forma, como mencioné con anterioridad, puesto que fue ella quien arruinó esto y así tuve el pretexto perfecto para deshacer nuestra sociedad y el compromiso de una vez por todas.

Esperé por demasiados años, en cada uno de ellos busqué la manera de ser más poderoso, de adueñarme del imperio de mi padre y aunque aún no me cedía por completo todo, tenía lo que necesitaba, mas no lo que quería, pero de eso me encargaría más adelante.

—Señor, su padre quiere verlo con urgencia —informó Carlos en cuanto me vio.

—¿Qué trama ahora? —inquirí, curioso.

—Al parecer quiere que vuelva a Nueva York. ¿Lo hará?

—Sí, voy por lo que me pertenece.


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El epilogo es el más sencillo que he escrito jajaja ¿Por qué? Pues porque saben que la continuación es Perverso, por ello no me esmere en dejar esto como un epilogo en realidad. Aquí les dejé conocer un poco de la vida de Sasha, hice un resumen de lo mas importante por así decirlo, ojala algunas cosas les hayan quedado claras y la mayoría de sus dudas quedaran disipadas. Nos leemos en Perverso. Besos💙

Sádico ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora