24

5.2K 292 18
                                    

24

Estupendo. Al cabo de dos días, todo indica que Leo cumple con su palabra y no retrocederá. Mi decisión de ocultarle una infidelidad ―que por suerte no sucedió― fortaleció su opinión: que lo nuestro no tiene futuro. Por desgracia para él, mi deseo también sigue en pie. Y como queremos cosas distintas, queda por ver quién se saldrá con la suya.

Sigo viviendo en nuestro apartamento, no porque haya dejado de afectarme, sino porque guardo una esperanza. Él volverá. No dejo de repetírmelo. También he vuelto a trabajar, antes de caer en alguna depresión y aunque aún me cueste un poco de trabajo concentrarme, doy todo lo que puedo.

Mientras Camila y yo salimos de la oficina, recibo un mensaje de texto.

David: El terco de tu esposo está mi apartamento. Pero yo no te dije nada ¿OK?

―Es un amigo de Leo... ―le comunico a Camila

Ambas dejamos de caminar y yo le paso el celular para que lea lo que recibí. Una sonrisa traviesa ilumina aún más su rostro. Puedo adivinarlo, se le está ocurriendo algo.

―Dilo.

―Pues no te quedarás de brazos cruzados. ¿O sí?

―Eso ya es evidente. Pensé que tenías una idea más clara. Ahora que sé donde encontrarlo, dudo que pueda contener las ganas de ir a suplicarle.

―Nada de eso, sólo lo harás sentir peor.

De pronto suena el teléfono.

―Hablando de él... ―murmura mi amiga, mostrándome la pantalla

Quito el objeto de sus manos y contesto de inmediato, antes de pedir su opinión.

―Hola ―dice Leo, en tono seco―. Quiero que nos veamos para firmar los papeles. Ya no te las mandaré para que sólo los rompas.

No puede estar hablando en serio...

Camila frunce el ceño al notar mi reacción. Le entrego una mirada que le aclare que las cosas van pésimo y en respuesta se pasa una mano por el cabello. Ya no hay rasgo de buen humor, sólo me ve exasperada y seria.

― ¿Me escuchaste?

―Sí ―me aclaro la garganta―. Yo... ¿Dónde?

― ¿Se puede esta noche en el apartamento? ―inquiere él

―Sí...

Apenas pronuncio esa palabra y me percato de que corta la llamada. Mi amiga no tarda en preguntarme algo pero sólo estoy concentrada en lo que acaba de ocurrir. Ya me hago escenarios: Leo y yo con unos papeles en frente...

―Maite ¿qué te dijo?

―Vendrá esta noche con esos malditos papeles. ¡No quiero firmarlos! ¡No quiero!

―Cálmate...

― ¡No me- ¡Lo voy a implorar! De rodillas si sea necesario.

―No. De ninguna manera, te prohíbo que te humilles ―coloca sus manos en mis hombros y me mira fijamente―. No lo vas a hacer.

Ella no entiende. No sabe lo que estoy viviendo en este instante con tan sólo imaginar que... Iré a hablar con Leo ahora mismo. No esperaré hasta esta noche.

― ¿A dónde vas? ―pregunta cuando ya estoy de espaldas a ella, caminando apresurada― ¡Maite!

No me detengo. Y no quiero ningún consejo suyo. No quiero ponerme a planear maneras increíbles de recuperar a ese hombre, no me da tiempo. En unas horas todo acabará. No es ninguna humillación y no me cuesta nada hacer las cosas a mi manera. No me cuesta nada tragarme el orgullo.

¿Aún planeamos el divorcio? © |COMPLETA|Onde histórias criam vida. Descubra agora