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No sé si pueda hacer esto de nuevo, bastante tengo con los remordimientos que de vez en cuando me asaltan y hasta me animan confesar. Sí, muy en el fondo sé que fue una tontería. Pero también queda claro que estoy desesperada y que la duda me come por dentro.

― ¿Estás ahí? ―se interesa mi amiga

― ¡Sí! ¡Lo voy a hacer!

― ¿Segura...? O sea, te sales de las dudas pero...

―Y es justo lo que necesito ―interrumpo, abandonando el sofá como si de pronto quemara―. Seguiré tu propuesta.

― ¿Qué propuesta?

Me quedo helada en cuanto la voz de Leo llega a mis oídos. No sé cuando entró pero lo hizo. Y si escuchó lo que no le corresponde... estoy muerta. Tengo que pensar en una mentira lógica, creíble pero mi cerebro me abandona justo ahora. Mi mano aún logra sostener el celular pero el resto de mi cuerpo...

―Tengo... que colgar. ―logro avisarle a Leire, para luego cortar la llamada

El sonido de unos pasos indica que Leo se me está acercando y mi tiempo está acabando. ¡Hay que encontrar algo! Se posa en frente de mí, de brazos cruzados. El desconcierto completa su semblante serio y su mirada me fulmina.

― ¿Cuándo volviste?

― ¿Interrumpo algo? ―inquiere y ladeo la cabeza― Es que suena como un reproche.―completa él

―No. Hablaba con una amiga. Cosas de mujeres.

Qué excusa más barata.

― ¿Entonces por qué estás tan nerviosa?

―Me asustaste. No te oí llegar. ¿Por qué entras como si fueras un ladrón?

―Más te vale que digas la verdad ―amenaza entre dientes―. Odio las mentiras.

Parece que salí bien librada esta vez. La próxima mejor no tengo estas conversaciones dentro del apartamento que comparto con Leo.

―Y ojalá la amiga con la que conversabas no sea Leire. Esa mujer no merece tu amistad después de intentar ligarme.

Si supiera...

―Y no vayas a empezar con el interrogatorio. ―pide, tras un corto silencio

―Si lo dices por tu partida, descuida. Pero tú no vuelvas a salir así, dejándome con la palabra en la boca.

―La salida me sirvió para pensar.

―En renunciar a la idea de divorciarte, supongo. ―replico, sin dejarlo continuar

―No. Mientras más lo analizo, más convencido estoy de que es la opción correcta.

Directo al corazón. No puede estar hablando en serio, no es para tanto como para llegar a medidas extremas. No...

―Leo...

―Créeme, a mí me duele igual. Sin embargo...

― ¿Y el amor? ¿Y lo que construimos? ¿En serio quieres que lo tiremos a la basura?

―Estoy dispuesto a esperar un mes. Y si cambias, puede que decida seguir con esto. Y claro... si consigues perdonarme... por lo...

Por alguna razón, no logra terminar la frase. Y a mí lo único que se me ocurre es abrazarlo muy fuerte, recostar mi cabeza en su hombro y pasear mis manos sobre su espalda.

¿Aún planeamos el divorcio? © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora