9

5.1K 317 32
                                    

9

Por fin. Ahora sí, Leire y yo podemos hablar tranquilas.

Después de acompañar a Damian rumbo a la salida, vuelve al salón y se sienta a mi lado en el sofá. Ya no está sonriendo, más bien la veo seria y preocupada. No hay duda de que sabe qué tema pienso tocar.

―No te cae bien ¿verdad?

― ¿Quién? ¿Tu amiguito? Pues no. Es demasiado atrevido.

―Te aseguro que es una persona maravillosa. No hay que juzgarlo sólo por la manera en la que habla. Y no, no me mires así. No es mi novio.

Me limito a sonreír levemente.

― ¿Quieres más café? ¿U otra cosa?

―No ―callo un momento, buscando el coraje de hablar―. Sabes por qué estoy aquí...

―Por cierto ¿de verdad las cosas están mejor con Leo? O sólo lo dijiste para que Damian no hiciera preguntas...

―Nos reconciliamos.

Queda boca abierta. Y no sé si son ideas mías o no le agrada la noticia. Bueno, si piensa que Leo la quiso seducir, quizá no le parezca buena idea que yo siga con él.

―No sé si de verdad quiso besarte ―apunto―. ¿No lo habrás malinterpretado?

Hace una mueca. Sus labios temblorosas tardan en articular palabra, sus ojos no reflejan nada claro. Finalmente, termina apartando la mirada. No sé por qué pero me tranquiliza su actitud. Todo es mejor que verla segura de que sucedió algo extraño entre ella y Leo.

―Ya no sé... ―susurra

―Me dijo que no hizo nada y... en el fondo le creo. Es extraño, si recordamos lo celosa que me pongo siempre... Sin embargo, siento que le creo. Y además, ahora que aceptó volver conmigo, me demostró cuánto le importo. Pensaba que no había más oportunidades para nosotros y míranos.

―Igual, ten mucho cuidado.

―Más bien, debo tener cuidado con lo que yo hago. Si soy sincera conmigo misma, le hice daño.

―Justo por eso ―replica―. No vaya a ser que se le ocurra vengarse. Me da mala espina que lo haya superado tan fácil.

― ¿¡Vengarse!?

¡Qué tontería! Leo tendrá su carácter pero no lo creo capaz de algo semejante.

―Y no lo superó completamente, pues aún no me perdona.

―Ah.

―Ya, no te preocupes.

. . .

De regreso al apartamento, encuentro a Leo desempacando y no hay imagen más confortadora que ésta. Me quedo parada, admirando cada gesto que hace. Me doy cuenta de que estoy valorando un poco más todas estas cosas y su presencia me llena de ilusión y determinación. Quisiera poder abandonar esas costumbres que lo afectan y que parecen dañar nuestra relación.

―Te estoy viendo ―advierte al cabo de unos momentos, sin dejar de guardar cosas en el armario

―Hola. ―respondo en tono inocente

― ¿Cómo te fue?

―Muy bien. Resulta que no está tan segura de que hayas querido besarla.

Me entrega una de esas miradas que dicen te lo dije.

¿Aún planeamos el divorcio? © |COMPLETA|Where stories live. Discover now