CAPÍTULO 21: EL DESAFÍO

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Siempre pensé que Nathaniel era el típico chico bueno. Saca buenas notas, su comportamiento es ejemplar... Todavía me cuesta creer que estemos en esta posición.

Sus manos han aprisionado las mías, dejando estas por encima de mi cabeza. Su aliento, choca con mi rostro pesadamente y sus ojos ámbar se conectan con los míos de una forma tan íntima que me provoca una sensación de ahogamiento, dificultando aún más mi respiración.

Los labios del rubio se juntan con los míos con delicadeza y algo de timidez, mientras que mi cuerpo es acariciado por el suave tacto de su piel. Arte. Quizá a eso podría llamar tenerlo entre mis brazos. O más bien, ahora es él el que me tiene entre los suyos.

Mis mejillas, o más bien, cada pequeña célula de mi cuerpo empieza a arder. Quiero mover los brazos, pero él es más fuerte que yo. Se intuye que vamos a acabar mal. Muy mal. Nuestros labios se separan y aprovecho esta ocasión para admirar la habitación que nos rodea. Estamos en un Motel de la ciudad, que he pagado yo con el poco dinero que tenía ahorrado.

A pesar de qué ya está oscuro de por sí ya que es de noche, el decorado del Motel tampoco es que ayude mucho. Las paredes son de un morado oscuro, mientras que las cortinas - que más que cortinas parecen visillos - son de un suave color negro que deja que la luz de la luna se filtre por estas, haciendo que el cabello de Nathaniel brille más de lo que lo hace normalmente. El suelo, de azulejos blancos y negros ahora salvaguardan las prendas que nos sobraban en el baile que hemos seguido y que no tengo intención de detener.

Le miro a  los ojos de nuevo, haciéndome la tímida. Entonces, mi momento se rompe a añicos. "Estás hermosa". Eso, me deja totalmente de piedra. La cara de Nath desaparece y sus ojos antes miel se tornan de un color verde incluso más intenso que el mío. 

- Suéltame. - Le pido de golpe. 

- ¿Q-Qué ocurre? - Pregunta Kentin, mirándome asustado.

- ¡Qué me sueltes, joder! - Grito, algo aturdida.

Él hace lo que le digo y se levanta de la cama. No me molesto en mirarle. Me incorporo, con lágrimas en los ojos, observando la puerta de madera de la que cuelga el mapa que contiene el camino que deberíamos seguir en caso de emergencia.

- ¿L-Lynn? - Pregunta Nathaniel, sentándose a mi lado -. ¿T-Te he hecho daño? - Pregunta cuidadosamente, dudando entre si tocarme o no -. N-No debería haber sido tan bruto... ¿Estás llorando? 

- Lo siento. - Murmuro, sin apartar la mirada de la puerta.

- Shsh... No... No llores. Ven. - El rubio me abraza y pega mi cabeza contra su pecho. Ahogo un sollozo. ¿Por qué no me lo puedo sacar de la cabeza? - Lynn... ¿Quieres que te lleve a casa?

- N-No... No me dejes sola. - Le pido, aferrándome a él, queriendo evitar la soledad de mi cuarto, sin soportar la mísera idea de volver a sentir la angustia día tras día.

Nathaniel sube mi barbilla con ligereza. Le vuelvo a mirar a los ojos por unos segundos. Él, me dedica una tierna sonrisa antes de besarme, mientras sus manos arropan las mías. 

- Nathaniel... - Susurro, entre sus labios. "No. ¿K-Kentin?"

Gafas (Kentin y Sucrette)Where stories live. Discover now