6-1 ¿Su tipo ideal?

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Admiró los tensos músculos de su trasero.
No había ni un gramo de grasa allí ni tampoco alrededor de su cintura. Los muslos también eran musculosos y elegantes.
Ella lo aguijoneó, le acarició, le masajeó los hombros y le pasó las manos por las nalgas, amasándolas ligeramente. Escuchó su jadeante respiración y metió los dedos entre sus piernas para comprobar su erección. En cuanto lo tocó, él gimió de frustración.

-Creo que estás preparado -comentó-. Ya sabes lo que tienes que hacer.

Él se estiró para agarrarse a los barrotes de la cama y ella se recreó en la satisfacción que le proporcionaba imaginar el látigo aterrizando en aquel trasero.
El primer golpe le dejó señal y le hizo gritar con aliviada sorpresa.
Los siguientes no fueron tan fuertes, pero le hicieron hormiguear la piel.
No estaba dispuesta a hacerle daño.
Quería excitarlo, humillarlo un poco.
Cada latigazo era un castigo por las mujeres con las que había estado antes que con ella; estaba segura de que habían sido muchas. Los últimos cinco impactos -más fuertes que los demás- fueron por Jade Chalfont. A esas alturas, la fantasía la había excitado. Incluso se planteó utilizar el vibrador, pero no quería perder el hilo levantándose, así que se reclinó en la silla e imaginó que Jimin se daba la vuelta.
La engrosada erección apuntaba al aire, preparada para ella. Se sentó a horcajadas y lo albergó en su interior, controlando la profundidad de la penetración sin permitirle ejercer su voluntad.
No le permitió tocarla.
No se preocupaba por su placer. Y si no se corría a la vez que ella, se retiraría. Quizá después le
permitiera obtener alivio con la mano, o quizá se lo facilitaría ella misma. O, tal vez impusiera una condición: solo para ver si era capaz de controlarse no podría correrse en su interior durante esas sesiones.
El alivio llegó más rápido de lo que esperaba. Apenas había comenzado a tocarse y se disponía a disfrutar tentándolo todavía más en su fantasía, cuando notó que su cuerpo se estremecía con los temblores del orgasmo. Dejó que las sensaciones crecieran y la inundaran. Se puso rígida y tembló.
Gimió y cerró los ojos al tiempo que arqueaba las caderas sin poder impedirlo.

Deseó que Jimin estuviera allí con ella; que fuera su mano la que le diera placer. Se olvidó de que lo odiaba porque se iba a Japón con Jade Chalfont y no con ella; de que lo detestaba porque sospechaba que solo estaba usándola y no la veía más que como una pareja casual. Deseó que fuera su cara lo que viera cuando abriera los ojos.

...

-¡Cuánto tiempo sin vernos! -______ alzó la mirada y vio a Ben Schneider frente a ella, con una lata de cerveza en cada mano. Puso una junto a su vaso de cola-. ¿Qué basura estás bebiendo? No es un cubata, ¿verdad?

-No. No bebo alcohol en el almuerzo.

-¿Desde cuándo? -Ben sumergió la punta del dedo en el vaso y lo saboreó-. ¡Oh, Dios! Es cierto. Es Pepsi o algo por el estilo. Mi estómago no lo soportaría. Sabía que te habías convertido en toda una dama desde que te uniste a Barringtons, pero no me estarás diciendo que también te has vuelto abstemia, ¿verdad?

-No. -Sonrió-. Solo a la hora del almuerzo.

Ben dio un toquecito a la lata de cerveza.

-Tienes suerte. No la he abierto. Llévatela y bébela por los viejos tiempos, cuando eras una
viciosa y bebías con las clases obreras. -Se reclinó en la silla y sonrió-. Me gusta el peinado que
llevas ahora. Sin embargo, te hace parecer mayor.

-Muchas gracias. Por lo que veo el tiempo no te ha hecho perder encanto. ¿Todavía te dedicas a dibujar tiras cómicas para ganarte la vida?

-El tiempo tampoco te ha hecho perder encanto a ti. Y no son tiras cómicas, son novelas gráficas.
Arte.

90 DÍAS (JM & ___)Where stories live. Discover now