- ¿Crees que esos hechizos sean lo suficientemente fuertes? – preguntó ella mientras se metía en la cama.

- Pues claro – respondió Sirius con dulzura – además tu varita es la mejor para esos hechizos – concluyó acariciando la mejilla de Isadora.

Era la primera noche que podían dormir juntos, Isadora apoyó su cabeza en el pecho de él, sintió una inefable paz al escuchar los rítmicos latidos su corazón y al cabo de unos minutos se quedó dormida. Por su parte Sirius sólo se quedó observándola dormir mientras acariciaba su cabello, pues consideró que le sería más fácil conciliar el sueño si él mantenía la vigilancia, al menos por esa noche.

Un par de horas más tarde Sirius miraba a un punto fijo aun rodeando a Isadora con sus brazos, notó que su respiración, hasta ese momento profunda y lenta, se volvía más irregular. Recién cuando comenzó a balbucear nerviosamente palabras ininteligibles, consideró despertarla. Isadora ahogó un grito y abrió los ojos alejándose de él y mirándolo con desconfianza unos segundos hasta reconocer su rostro.

- No te atrevas a irte, nunca – dijo arrojándose a los brazos de él. Por los ligeros temblores que acompañaban su respiración, Sirius notó que lloraba.

- ¿Por qué me alejaría de lo más hermoso que tengo? – respondió él dando pequeños y suaves besos en su frente - ¿Quieres decirme que pasó?

- Soñé que te sucedía algo malo – dijo Isadora con la voz amortiguada contra el hombro de Sirius – No quiero hablar de ello.

El muchacho marchó en dirección a la cocina y volvió al cabo de unos minutos cargando una bandeja con té y chocolate para ella.

- ¿Qué crees que suceda si atrapan a quienes asesinaron a mis padres? – preguntó ella como hablando para sí misma – Si los llevan a Azkaban, podría escapar, no tiene sentido.

- Entiendo tu preocupación – dijo él – pero nadie nunca ha logrado escapar de Azkaban – afirmó con una media sonrisa.

Isadora aseguró que se encontraba mejor e insistió en que no era necesario que Sirius continuara sin dormir, aunque éste no hizo demasiado caso, y cuando ella despertó horas más tarde, él ya lo había hecho.

La gran mayoría personas que habían visto en el funeral se encontraban en la reunión de la Orden, incluidos sus amigos. Dumbledore y Moody comenzaron a explicar a los recién llegados detalles sobre la agrupación, como los nombres y rostros de los mortífagos conocidos.

- Bellatrix Lestrange – explicó Moody mostrando una imagen – es uno de los más peligrosos y letales seguidores de Voldemort, si se topan con ella más vale tengan agudos los sentidos – aconsejó - ¡Alerta permanente! – exclamó por millonésima vez ese mediodía – Rodolphus Lestrange, Rabastan, los Malfoy... - enumeraba con asco mientras dejaba imágenes y papeles con un golpe en la mesa subrayando cada nombre – Barty Crouch Jr., Igor Karkarov, Antonin Dolohov, Fenrir Greyback... – Remus se enderezó en su silla como si lo hubiesen picado con algo puntiagudo en la espalda y sus amigos le dedicaron una mirada comprensiva – Regulus Black, Severus Snape... – Por su expresión parecía que a Lily le habían lanzado un balde de agua fría en la cara, Sirius se removió con incomodidad como si el hecho de que su hermano fuese un mortífago pusiera en discusión su lealtad también.

Moody habló por otro cuarto de hora sin parar sobre las capacidades conocidas de cada uno de los magos tenebrosos que habían podido identificar. A tal punto de la reunión ya todos los nuevos se habían acostumbrado a su brusca manera de expresarse que pasaba por enojo o mal humor cuando no se lo conocía bien.

- La maldición Imperius – prosiguió al tiempo que tomaba su varita – pone a la víctima completamente bajo el control del usuario, pero eso ya lo saben, por eso mismo deben estar en alerta permanente – levantó la voz remarcando las últimas dos palabras – es difícil, pero no imposible, que un mago se resista y sus efectos no son dolorosos, no por eso son menos oscuros.

Cuando Moody pidió un voluntario para demostrar sus efectos todos se tensaron y Albus interfirió.

- Alastor, no veo necesario que...

- Está bien, profesor, yo lo haré – interrumpió Isadora – después de todo, no causa ningún dolor. – finalizó encogiéndose de hombros e ignorando la mala cara de su Sirius y la expresión de horror de sus amigos.

- Excelente, chica – dijo Moody con un bufido – Sólo será un momento.

- Alastor – Sirius se puso de pie.

- ¡Imperio! - exclamó el auror.

Nada sucedió.

Isadora recorrió con la mirada a los presentes que la observaban curiosos y se encogió de hombros.

- Increíble – comentó Moody – te será de mucha ayuda esa habilidad muchacha, créeme.

- ¿Cómo sabes que no te salió mal? – preguntó ella. Dumbledore esbozó una sonrisa al escucharla cuestionar las habilidades de Moody – Tal vez necesitas un segundo intento.

- Ya es suficiente – dijo Sirius molesto.

- De acuerdo, eso es todo por hoy – informó Dumbledore amablemente – Demasiada información para un día, seguiremos mañana – y dio por finalizada la reunión.



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Moody debe desayunar vinagre todos los días, sino no se explica su mal humor. jajaja

Espero que les guste, gracias por leerme ♥

Sirius Black: el velo de la muerte¹Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu