2- PARTE QUINCE.

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La casa de la señora Graham es muy grande, en el jardín tiene unos grandes árboles de nuez y naranjos, tiene un pasto verdisimo y sus flores están retoñando hermoso. Estoy sentada en un sillón que tiene afuera de su casa, no es muy cómodo pues es de tapa dura pero los cojines de colores cálidos lo reconfortan, esta mañana se celebra el cumpleaños de la nieta de la señora Graham y la fiesta de bienvenida a una hija que viene del extranjero, nos ha invitado a casi todo el pueblo y casi todo el pueblo a asistido. La familia Graham siempre ha sido muy querida según Tana y Brandon. Me siento un poco incómoda ya que parece que todos se conocen, se hablan, se saludan, en cambio yo estoy aquí literalmente en una esquina.

— ¿Porqué tan solita, preciosa? —Me dice alguien a un lado de mi. Me giro sobresaltada, me sorprendo a ver aquella cara tan conocida y con belleza espeluznante, bebiendo una margarita.

— ¡Lucía! —Casi grito, ella levanta una ceja sonriendo como una tal diva. Me acercó a ella abrazándola con fuerza. Me corresponde de la misma manera pero se separa dándome unas palmaditas en el hombro.

— Ya, ya, mucho amor —Suspira rodando los ojos, yo sonrió como una estúpida. Lleva un vestido floreado, ahora en vez de tener el cabello largo lo tiene hasta los hombros, recto y lacio, rubio hasta la raíz. Esta de nuevo en persona, no es un ente, o holograma, o lo que sea.

— ¿Qué haces aquí? ¿Qué pasa? —Le pregunto desesperadamente, sintiendo como mis rodillas comienzan a temblar de lo que pueda saber a continuación. Ella sigue tomando su margarita y se pone unos lentes de corazón rojo para el sol, se recuesta en el sillón como si estuviese muy cansada.

— ¿Qué debería de pasar? — Me pregunta mirando la fiesta que pasa enfrente de nuestros ojos, puedo ver a Brandon y Tana con un grupo de personas enseñándoles su anillo de compromiso. Suspiro, sintiendo como mi corazón comienza a latir fuertemente—. Sólo vine a saludar.

— Mentira —Atacó, desesperada por saber lo que ocurre, él, luego Lucía, tengo que saberlo— Lo he visto. He hablado con él. Se que es él.

— ¿Quién? —Me dice, ladeando la cabeza, no puedo descifrar su expresión en aquel frío rostro, mucho menos puedo ver su mirada por culpa de esos gigantescos lentes que se le ven terriblemente bien.

— No te hagas, Lucía, Shawn, se que esta aquí. Lo vi —Todo mi cuerpo se empieza a balancear, tengo miedo de su respuesta y de como vaya actuar. Ella me mira fijamente por lo que parece una eternidad, suspira volviéndose a tirar en los cojines.

— Obviamente esta aquí. En esta dimensión, dah. Pero miles de kilómetros de aquí, con tres hijos y con su esposa en Hawaii de vacaciones —Respondé tranquilamente, yo siento una terrible presión en el pecho por que se que es verdad.

— No me refería a eso. E estado viendo a un chico idéntico a él desde hace unos meses —Le admito, ella deja la copa vacía sobre la mesa. Suspira.

— Tal vez sólo es una coincidencia... ¡Hola, Aaliyah! —Saluda a una muchacha de unos quince años que pasa frente a nosotros, ella se gira y se acerca a saludarla de beso— ¿Acabas de llegar?

Ella asiente — Sí, ya sabes, Michael y Joey se tardan años en salir de casa con lo del bebé —Se ríe, me echa una mirada extraña, luego me sonríe. Al final se va. Yo carraspeo.

— ¿Porqué extrañamente conoces a todos?— Le digo, Lucía rueda los ojos y se levanta.

— Tengo el poder para hacerlo, mejor dicho, me dan el poder para hacerlo — Me mira, yo confundida no respondo mucho— Algún día te contaré la historia completa, iré a los bocadillos, te veo luego, Ada.

Me levanto junto con ella, pero Lucía desaparece en una multitud de gente que bebe y come algo en aquel gran jardín. Yo me quedo en la mitad del jardín, sola, sin hablarle a nadie, pues no conozco a casi nadie en los pocos meses que llevo aquí que no sea la señora Graham. Aclaro mi garganta, dando pequeños pasos hacía atrás y me balanceo sobre el pasto con estos tacones tan delgados, bajo la cabeza conforme paso por un lado de la gente que apenas llega por la puerta trasera de la casa y cuando doy vuelta en la esquina me paro en seco. Ahí esta de nuevo.

Bajo la cabeza, tratando de pasar desapercibida, pero el vestido amarillo que elegí esta tarde no esta para nada discreto. Esta platicando con unos chicos y al pasar por enfrente de el, puedo sentir su mirada, sigo caminando, no me detiene, sigo caminando, busco las llaves de mi carro en mi bolsa, no me detiene, siento el escozor en los ojos, demonios. Tal vez Lucía tenía razón, tal vez Shawn ni siquiera se acuerde de mi y sea feliz con su esposa, con sus hijos, y yo siga aquí llorando por un recuerdo, que es es lo que es, maldita sea.

Me estaba volviendo completamente loca, me sentía herida y sola, lo extrañaba muchísimo más ahora que ese tipo cada vez que se aparecía me recordaba a él, esa maldita sonrisa, esos ojos, esa cicatriz en su mejilla, todo era él. Las lágrimas no pueden evitar correrse por mis mejillas, tomo un gran suspiro mientras trató de abrir la puerta de mi auto rápidamente para que nadie me vea, pero no lo logro, en cambio, trato de abrir la puerta con llaves que no son. Me desespero, comienzo a temblar tanto que comienzo a llorar recargada en el auto.

— Hmmm — Escucho detrás de mi, me giro con rapidez, asustada y avergonzada. Es el tipo idéntico a Shawn, me mira con ojos dulces y cálidos, apenados también, pero no más que yo— Se te cayo esto cuando abriste tu bolsa.

Me muestra un labial rosa, demasiado pequeño para sus manos, yo ni siquiera levanto la mirada. Lo tomo  lentamente.

— Gracias — Con más calma, me giro para abrir la puerta con la llave correcta, él se hace un lado cuando voy a entrar pero no se va. Yo enciendo el auto, bajo la ventana y de pronto alguien se detiene de la ventana.

— No sé que pase, pero quiero que sepas que pronto se acabara esto, confía en mí — Sus palabras emanan sinceridad, me transmite más que calma y es esperanza, esperanza que se quiebra al ver un rostro idéntico completamente distinto. Yo muerdo mis labios.

— La verdad es que... Ya no sé en quien confiar —Le admito, sonriendo tristemente y me voy.

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