2 - PARTE DOCE.

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Han pasado exactamente un año. Desde la última vez que vi a Shawn. Y parece que pasado años, su imagen en mi cabeza parece como una grabación de VHS, su tacto, sus palabras, se borran conforme gente, nombres, lugares se suman a la gran lista de cosas por recordar.

La universidad de Toronto es magnífica, es en realidad más de lo que imaginaba, he conocido muchísima gente, pero las únicas personas con las que me siento realmente bien es con Tanna y Brandon, una pareja de Pickering, Ontario que toman clases conmigo. Ellos me han ofrecido un lugar donde quedarme, a cuarenta y cinco minutos de aquí, quedaba demasiado lejos, pero si yo pagaba la cuarta parte de los gastos de la casa, lo demás era "completamente gratis”. Así que tuve que aceptar, encontré trabajo en una pequeña tienda de abarrotes con la señora Graham, una viejecita de siempre buen humor.

— ¡Adara! —Me grita desde el mostrador, es sábado por la mañana, es cuando la tienda se "llena" así que de todos los días, es el más cansado.

— ¿Si, señora Graham? — Le digo desde donde estoy acomodando unas latas de sopa.

— ¿Podrías traerme unas cuerdas para guitarra? —Me detengo de golpe, ¿cuerdas para...? ¿Tenemos eso? Me levanto dejando las cajas medio vacías y me asomo para poder ver a la señora mirando hacía mi dirección.

— ¿En donde están? —Le pregunto avergonzada, pues aún esta hablando con el cliente, que lo tapa unas de esas cosas que dan vueltas que están llenas de postales y cartas de cumpleaños.

— En la bodega —Me dice tranquilamente. Voy y las busco, cuando regreso, la señora aún sigue platicando, es tan raro que haya sucedido eso, principalmente porque pierde muy rápido el hilo de la conversación debido a su edad, pero ella parece feliz y contenta. Camino hacía ella, le dejo el paquete de cuerdas sobre el mostrador de madera.

— Aquí tiene..

— Gracias — Todo mi cuerpo se estremece, esa voz es tan parecida a alguien que me eriza la piel. Sus ojos son del mismo color, incluso su sonrisa es igual. Pero algo no cuadra. No es él. Mi corazón sigue golpeando fuertemente contra mi pecho.

Salgo despavorida con las mejillas sonrojadas a mi escondite detrás de las latas. Lo veo despedirse de la señora Graham, pero no sin antes echar un vistazo hacía atrás, nuestras miradas chocan, mi corazón da un vuelco y luego él, desaparece por la puerta haciendo sonar la campanita.

Back to 80's | s.mWhere stories live. Discover now