.:|Tres|:.

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La castaña lentamente se acercó al muchacho y se agachó a su altura, él se incorporó repentinamente por lo cual quedaron cara a cara con solo unos escasos centímetros de distancia.

—¿Nathaniel? ¿Estás bien? —preguntó la muchacha un tanto preocupada.

—Eh s-si —contestó tartamudeando, la cercanía lo ponía nervioso—. Creí que e-estabas... Adentro.

—Digo lo mismo —respondió (Tn), se tensó a notar que sus respiraciones se mezclaban.

Por inercia se alejó poniéndose de pie, sus mejillas se tiñeron de rojo por lo que miró a otro lado, a su mente volvió la escena que marcaba el guion lo cual provocó que sus nervios volvieran.

—¿(Tn)? —La llamó el pelirrojo.

—¿S-Si? —respondió sin mirarlo a la cara.

—Quería... Eh... Disculparme, por lo de hace rato —musitó el joven de ojos turquesas.

—¿Qué? —Lo miró sorprendida—, No, no, no. Soy yo la que debe disculparse, me puse histérica y reaccioné de la peor manera. Incluso hui del lugar apenas tuve oportunidad —dijo la castaña—, Perdón, hablé muy rápido.

—Bueno creo que tu reacción es normal, al igual que los demás debes suponer que no soy capaz pues ni experiencia tengo, conmigo esa escena será un fracaso —comentó apresurado al igual que su compañera—. Lo siento.

Ambos rieron levemente al darse cuenta de que tenían algo en común además de la timidez, hablar rápido cuando el nerviosismo los domina.

—En realidad la escena se estropeará por mi culpa, nunca he besado a nadie y dudo poder hacerlo para una simple obra y más con tantos espectadores —confesó la chica con la mirada gacha, el sonrojo en su rostro se intensificó.

—¿Hablas en serio? —cuestionó el más alto, la muchacha asintió respondiendo su pregunta—. (Tn), tampoco he dado mi primer beso

—¿Qué-é? —murmuró la de ojos marrones, las palabras de Nathaniel le habían impactado.

—Lo que oíste, me sorprende de ti. Siendo tan bonita creí que... —Se detuvo al darse de lo que había dicho.

—Nathaniel, ¿crees que soy bonita? —cuestionó (Tn) con las mejillas ardiendo.

—Pues la v-verdad s-si —tartamudeó el pelirrojo. Un fuerte sonrojo apareció en su rostro, era un tomate.

Nathaniel bajó la vista avergonzado, un silencio incómodo se formó, ninguno sabía que decir o hacer.

De manera repentina la puerta se abrió bruscamente empujando a Nathaniel hacia su compañera, en un intento por evitar caer puso sus manos en los hombros de la castaña haciendo que se tambalearan un poco.

—¡Nathaniel! Perdóname, ¿estás bien? —cuestionó el rubio, una sonrisa de diversión se formó en su rostro al ver la posición en que se encontraban los otros, cualquiera diría que se besarían en cualquier momento.

—Sí, estoy bien Adrien —dijo y se incorporó separándose de una (Tn) estática—. ¿Y tú? Lamento eso.

La muchacha no contestó, solo asintió con la cabeza. Casi sin pensar Nathaniel la tomó de la mano y la llevo al interior del aula dejando a Adrien bastante confundido.

—¿Y eso qué fue? —preguntó el rubio para sí mismo.

—Problemas de pareja, por eso prefiero el queso —comentó el pequeño Kwami asomándose desde su escondite.

—Quizás tengas razón, Plagg —contestó comenzando a caminar.


La jornada escolar había finalizado, los estudiantes regresaban a sus casas agotados por lidiar con el mal humor de los profesores.

(Tn) caminaba apresurada mirando al suelo, durante todo el día no dejaban de repetirse las palabras de Nathaniel en su mente, nunca le habían dicho "bonita", al menos no alguien ajeno a su familia.

Aunque trataba de olvidarlo no podía borrar ese suceso de sus pensamientos, quizás porque le había gustado, le gustó que un chico lindo la llamará "bonita".

—¡Cuidado! —Escuchó a sus espaldas, antes de que pudiera procesarlo sintió como la jalaban hacia atrás mientras observaba como pasaba un auto velozmente justo en frente de ella.

—¿Qué? —musitó, giró su vista con la intención de ver quien la salvó de morir atropellada y se quedó sin palabras al ver de quien se trataba.

—¡(Tn)! ¿Estás bien? ¿No te duele nada? Dios, ¡Casi te matan! —gritó exaltado.

—Estoy... Estoy bien, g-gracias Nathaniel, me salvaste. Eres mi héroe —Lo último lo dijo en tono de broma.

—No fue nada, linda —contestó con una sonrisa, una vez más habló sin pensar—. Digo, eh... ¿Te a-acompaño a tu casa?

—Claro —contestó y soltó una risa nerviosa.

Ambos comenzaron a caminar en silencio, uno bastante agradable. Después de recorrer varias calles finalmente llegaron a su destino. Una casa no muy pequeña, de dos plantas con paredes pintadas de beige y ventanas con marcos cafés.

—Bueno, gracias por acompañarme —dijo (Tn) con una sonrisa.

—No hay de qué, vivo a unas cinco calles de aquí por si algún día necesitas algo —mencionó Nathaniel y se rascó la nuca, nervioso—. Por cierto, eh... ¿Quieres ir a tomar una malteada e-el viernes?

—Con gusto, hasta mañana Nath. —La castaña se despidió con un beso en la mejilla y apresurada entró a su hogar.

Nathaniel se quedó estático por unos segundos, llevó una mano a su mejilla y su rostro se tornó rojo, una vez más era un tomate andante.

Con una sonrisa en su cara dio un último vistazo a la propiedad y continuó su camino hacia su casa.

El Lobo Que Se Enamoró De Caperucita Roja #PGP2017Where stories live. Discover now