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Yamato llegaba recién de la torre del hokage, había ido a informar sobre su última misión y ahora caminaba por la aldea, con la idea de ir a ver a su novia la cual desde hace ya una semana no veía y claramente le hacía mucha falta, quería contarle sobre la misión, mimarla y quien sabe terminar en alguna otra cosa.
Sí, definitivamente necesitaba a su chica.
Al salir de sus pensamientos que lo tenían en un gran trance y ver de espaldas a su novia, unos metros lejos, corrió felizmente hacia ella.
— ¡Mei!.— gritó, llamando la atención de la pelinegra que había parado su paso ni bien lo oyó y se había volteado a verlo sonriendo ampliamente, él llegó algo agitado hasta ella.
— ¡Yamato!.— lo abrazó y este iba a sonreír a no ser que se dio cuenta de la presencia de un tercero, Kakashi, que estaba a un lado de su chica mirando la escena.
— Hola Tenzō.— lo saludó al notar que lo miraba con curiosidad, sonriendo levemente que gracias a la cercanía se notaba en el relieve de su máscara.
— ¿Qué...? ¿Qué hace aquí Kakashi-senpai?.— preguntó extrañado, separándose de la chica.
— B-bueno... nada.— contestó su novia rápidamente un poco nerviosa, rascando su mejilla la cual se había teñido de un leve color carmín.— ¿O no es así, Kakashi-san?.— le dio un leve codazo para que le siga la corriente y el enmascarado dejó notar una mirada cansada.
—¿Mhm..? Sí, sólo hablábamos.— niega levemente el peliplata sin darle mucha importancia al asunto.— Y ahora que él llegó, debo irme, ¿no?.— preguntó a la chica la cual frunció el ceño con notorio enfado.
— Eres un tonto.— tapó su rostro, avergonzada gracias a él. Ese ninja no sabía disimular en lo absoluto.
Luego de haberse despedido de Kakashi y Yamato tratando de disipar sus dudas, la pareja se fue a casa tomados de la mano.
Ya en el hogar del muchacho, el propietario del elemento madera se sentía incómodo y extraño. No se había sentido así antes de ver a Mei, si no después.
¿Qué hacía ella con Kakashi? Esa pregunta carcomía su mente y aunque ya había obtenido una respuesta, algo de inseguridad seguía persiguiéndolo.
Ellos dos jamás estaban solos y Mei no era amiga de Kakashi antes de conocer a Yamato por lo cual era extraño encontrarlos de tal manera, juntos.
Un suspiro sonoro salió de los labios del castaño el cual refregó su rostro tratando de dejar de pensar tantas incoherencias ¿estaba siendo celoso o solo era curiosidad? No, no podía desconfiar de su novia, ella siempre le había demostrado todo el amor que le tenía y que nunca acababa... pero Kakashi... a decir verdad, de él era que le extrañaba. Lo conocía bastante y sabía que detrás de esa despreocupada actitud habían cosas raras.
