〖Mi vida〗 Asuma Sarutobi (1)

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—  ¡Ya deja de fumar!.— gritó la mujer de ojos rosas y ceño fruncido frente al Sarutobi que quería  huir cuanto antes de esa apretada situación.— Y mírame cuando te hablo.— volvió a exigir, completamente enfadada con el hombre frente a sus orbes.

—  Te estoy escuchando, cariño.— contestó el pelinegro con una pequeña sonrisa nerviosa y temblorosa, sacando el cigarro de su boca para no seguir molestándola y tratando de tranquilizarla.

—  ¡Entonces contesta!.— ordenó impacientemente y se cruzó de brazos mientras alzaba su mirada para observar amenazante a aquel que le llevaba dos cabezas simple.

—  No sé que son esos rumores.— admitió el moreno con sencillez y sinceridad, soltando un pequeño suspiro estresado y dejando el cigarro en el cenicero para aplastarlo y apagarlo, procurando tirar el humo hacia otro lado.

La mujer de baja estatura y ojos furiosos apretó sus puños al igual que su mandíbula, sin creérselo.

Inevitablemente miles de otras preguntas bombardearon la mente de la inquieta mujer ¿por qué Asuma le prestaba tan poca atención a lo que le decía? Apenas parecía estar oyendo lo que decía cuando a ella con simplemente imaginar le dolía el pecho con una impresionante profundidad imperturbable, pensar que aquellos rumores puedan ser ciertos le angustiaban de tal manera que era casi imposible no querer largarse a llorar como una pequeña cría.

—  ¡Eres un idiota!.— exclamó enojada, dando media vuelta para irse y terminar todo, lo cual hubiese conseguido si no fuera por la mano masculina que velozmente tomó su muñeca con firmeza, impidiendo su ida.

—  Oye.— Asuma la jaló para traerla hacia su cuerpo, pegándola a su pecho y abrazándola suave y delicadamente, dejándola sorprendida y pasmada por unos instantes.— Calma...

No se lo esperaba para nada y aunque peleaban constantemente jamás eran situaciones tan serias o estresantes. De hecho, ella podría haberse quedado pegada a él por toda la eternidad y más, pero las dudas carcomían y no dejaban descansar su mente ni en una milésima de segundo y quería deshacerse de ese malestar de una vez. Quería aclararlo todo y no sentirse desconfiada o extraña.

Kami, casi arrepintiéndose al instante de verse tan débil y frágil, se separó enojada de ese abrazo y del cuerpo del hombre, negando rotundamente una y otra vez con su cabeza.

—  ¡Déjame!.— alzó la voz una vez más, cerrando sus ojos con fuerza para evitar verlo directamente e intentando zafarse de su agarre por completo.

— Vamos cariño, sabes que mi única muchacha en esta vida eres tú.— el Sarutobi admitió nuevamente, intentando hacer que la chica reaccione y ya pudiera de una vez entrar en razón y escucharlo. No llegarían a nada si solo se dedicaban a gritarse el uno al otro.

¡One shots sensei's!★Where stories live. Discover now