Complejos

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Favor de NO ignorar las advertencias 7u7r no me hago responsable de traumas xD y sin más que decir, ojalá y os guste el capítulo, que lo he hecho con amor (?

Autor: Haruka Eastwood

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Los sentimientos son debilidad, pensó con amargura; negándose a ceder y al mismo tiempo deseando sumergirse en ellos hasta ahogarse en su inmundicia y así ser capaz de recuperarlo, de tenerlo entre sus brazos y permitirse amar… ser amado, pero era imposible… incorrecto. ¡¡Una idea aberrante que lo mantenía cautivo!! ¡No debía y no podía! Era sencillo y complejo porque Shukaku había crecido con esa ideología que se grabó con fuego negro sobre su alma rota aquella tarde, en donde la risa se transformó en gritos de horror bañados con la tibia y burbujeante sangre de aquella persona que tanto anhelaba poder olvidar, borrar de su memoria para siempre junto a la agonía.

Pero aún lo recordaba nítidamente, a su padre, aquel fuerte e imparable varón de vivaces ojos ámbar. Complejo, risueño y tan temperamental que lo hacía huir a un rincón de la casa pese a lo enfermizo y delgado que era. Si lo pensaba bien, su padre era frágil a pesar de ser un varón, parecía que en cualquier momento se rompería, por eso murió a manos de su madre, ella lo mató frente a sus ojos mientras lo miraba y le decía que las emociones eran debilidad y que debía erradicarlas, porque eso había matado a su padre y no sus manos, aquellas callosas, frías y delgadas manos que lo golpearon una y otra vez hasta convertirlo en una masa sanguinolenta.

Durante mucho tiempo, creyó que su padre había sido demasiado estúpido, muy confiado o tan solo amaba demasiado a su madre, la amaba tanto que permaneció a su lado hasta el final, y su último aliento fue para ella, mientras en sus ojos había resignación teñida del más puro amor, un amor enfermizo y nauseabundo. “Mi guerrera” así llamaba su padre a su madre, una mujer capaz de manejar su chakra con precisión letal, era una cazadora, una asesina a sangre fría que trabajaba para el clan. Su deber era rastrear a los traidores y matarlos con la más pura eficacia.

Su madre era letal, una hija de puta, y estaba loca… su padre era una persona noble cuya cualidad era sanar, jamás dañaba, aun así amó a alguien que estaba cubierta, incluso, por sangre inocente…

—Mi niño, sé que tú lo entiendes —una sonrisa torcida se dibujó en los finos labios de ella, mientras acariciaba con falsa dulzura el rostro ensangrentado de su padre—, él decía que me amaba, pero algo tan repugnante como el amor no debe existir. Te debilita, él quería que fuera como él… quería hacerme vulnerable, débil. ¡Tenía que matarlo! —gritó, clavando un dedo en el ojo derecho de aquel que fue su esposo—. No lo entiendo… no lo entiendo —susurró con desconcierto mientras la locura bañaba su rostro, levantando la vista para contemplar a un pequeño Shukaku de ocho años—. Pero sé que tú hubieras hecho lo mismo.

—No…

—¡Claro que sí! —eufórica, arrojó el cuerpo inerte del varón, viendo a su pequeño hijo que retrocedió unos pasos. Su sonrisa amable y maternal resultaba tétrica al estar cubierta de sangre, pero a la fémina no le importó, al contrario, levantó una mano degustando el intenso sabor de la sangre sobre su palma—. Eres como yo, Shukaku…

Abrió los ojos de golpe, creyendo que podía percibir, incluso saborear, el ferroso aroma de la sangre de su padre, pero todo lo que encontró fue una celda pobremente iluminada y el intenso dolor sobre sus muñecas, debido a los gruesos grilletes unidos a una larga cadena que lo mantenían como a un perro: amarrado y aparentemente sumiso.

Mírame y ámameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora