Capítulo IX: "Then do it..."

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Buscaba apresurada algo que ponerme en esta situación tan importante. Tenía un montón de vestidos pero tengo que admitir que no sabía cual definitivamente ponerme encima junto a esos tacones altos. Llevaba una hora arreglándome y maquillándome el rostro. Llevaba mi delineado usual con el cabello liso hasta no poder más, llevaba la lencería de la suerte que consistía en una diminuta prenda que cubría mis partes de mujer y un sostén a juego. Todo de negro claro.

Cuando ya vi que me quedaba menos tiempo del que anticipé, me puse el vestido negro corto con magas y ajuste en la cintura. No dejaba ver el escote de mis pechos pero sabía que me veía bien, me veía ardiente. Sé que es medio egocéntrico pero hay que admitir que cuando nos vemos de aquella manera, nos sentimos totalmente poderosos.

Sentía que podía dominar el mundo.

A diferencia de los demás días de mi semana. Las cosas eran demasiado extremistas, habían días malditamente buenos y otros en donde se me iba cada energía posible que existe cada vez que me recupero del día anterior. Para llevar en cuenta que, este año es el último y tener un sin numero de cosas que hacer para tener un promedio arriba de lo usual y, que tengo una relación sexo y celos en una de profesor-alumna.

¿Quién podría no desvelarse pensando en que demonios hacer para tener una puta "homeostasis"en la vida?

Luego de aquel episodio con el señor Bieber había pasado hasta el día viernes en que no lo veía y había decidido no ir a sus "clases extra", tenía que admitir que dormía menos de lo alguien normal necesita y eso no iba para nada conmigo. El viernes tuvimos un pequeño acto, y no mentiré, me escabullí por ahí de manera en que no quedara amarrada en aquello tan aburrido. Mientras me dirigía a mi sala de clases me encontré al delicioso Mathias de camino.

-Creo que no soy el único que este día le parece aburrido.

Le sonreí y le di un beso en la mejilla, saludándolo. -Prefiero estudiar o no hacer nada en vez de escuchar a tanta gente decir tantas boberías juntas.

-Buen punto. -Sonrió. -Acompáñame a mi salón. Tengo dos pedazos de pizza y creo que nos vendrían bien.

Bendito que fuera porque no he comido más que dos naranjas en cuatro horas. Me fui hablándole de como mi clase de biología plan diferenciado iba a matarme en el transcurso de la serie de investigaciones y prácticas que debo hacer; él en cambio, me contaba de como su clase de física diferenciada tenía todo lo que ya había visto en clases particulares y, que, comenzaba a volverse demasiado aburrido cuando lo viste tanto tiempo.

Mathias no era un descerebrado atleta. Era el segundo de la clase en la lista de los mejores promedios de los tres cursos. Estaba como mencioné en el electivo más difícil de todos y había tenido profesores particulares en dos años y medio para recompensar el mal rato que paso en el primer año de la secundaria. Hasta el momento me parecía demasiado perfecto, y, como soy totalmente crítica y adoro verle los defectos a lo que sea, sabía que debía traer algo debajo de la manga.

- ¿Qué tal tu mañana? -Preguntó cuando ya teníamos uno cada uno.

Me senté en frente de él.

-Mi clase de literatura me ha dejado muy cansada. -Él reía. -No te rías. ¡Es la clase más agotadora del universo!

-Sabes, no es aburrida. -Dijo y le dio un trago al refresco. -Tienes que aprender a sentir las palabras que están dentro de las historias, y necesitas mucha imaginación.

Luego empezó a explicar un montón de cosas que no comprendía del todo por el simple hecho que, no podía dejar de mirarle esa boca. Sus labios me resultaban mal duramente tentadores, como si, los pudiera morder una y otra vez hasta que sangrasen.

Y al parecer, Mathias leía mi mente porque dejó lo que tenía en mano y las acercó a mi rostro. Miré hacia abajo nerviosa, muy muy nerviosa. Con una de sus manos tomaba parte de mi rostro haciendo que lo mirara a los maravillosos ojos, la otra tomó mi cintura con la firmeza necesaria para atraerme hacia él y dejarnos totalmente cerca del otro.

-Tu boca me resulta tan provocadora, ___. -Murmuró con una voz coqueta que hizo que una corriente eléctrica pasara por todo mi cuerpo y claro, por zonas que no debería mencionar. -Podría comerte horas sin detenerme.

No pude evitar la tentación.

-Entonces, hazlo... -Hablé con voz de niñita que sabía que a él le excitaría.

Para el colmo, él humedeció sus labios con su lengua. No evité en imaginarme como esa lengua me recorrería mis partes de princesa y eso me cortó la respiración.

Mi excitación no duró lo suficiente cuando me percaté que el señor Bieber estaba mirándonos en el marco de la puerta de entrada al salón. Tenía una tensión inimaginable, apretaba los puños y estaba serio. Mathias se percató al notar mi incomodidad y miró hacia él.

Literalmente tenía a dos malditos dioses y mi olor a excitación no pasaba desapercibido. Necesitaba a uno de ellos en aquel momento, y mi cuerpo lo exigía sin parar. Me levanté de donde estaba y sentí como los dos me carcomían con sus ojos.

-Nos vemos mañana. -Le di un beso muy cerca de su boca y sonrió. Me dirigí a la puerta y me encontré frente a frente con mi profesor. -Señor Bieber. -Dije en modo de saludo.

Arqueando una ceja, respondió. -Señorita. -Dirigió sus ojos a los míos, como un lobo buscando carne. -Me alegra encontrarla, debo platicar con usted.

"Oh, esto sería divertido" reí en mi mente.

Mister BieberWhere stories live. Discover now