Capitulo 7

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Zoey intentó gritar, pero ese fue el error más idiota del mundo porque la boca se le llenó de agua. Sus pies chocaron con el fondo de la pileta y, desesperada, agitó los brazos para tratar de salir a flote.

Si hubiera podido llorar, lo hubiera hecho, en especial cuando la cara del espíritu se transformó, volviéndose negra hasta perder todo tipo de rostro; allí Zoey lo supo: no era un espíritu, era una sombra. Había sido una trampa. ¡Y había corrido directamente a ella!

La sombra la envolvió por completo, impidiendo que pudiera moverse. Estaba allí para ahogarla, para matarla de una vez por todas, e iba a lograrlo.

El dije se desprendió de su ropa y se balanceó en el agua, muerto como parecía, inanimado como se supone que debería ser, pero tan consciente de todo como la propia Zoey. Brilló, cubrió todo con su luz hasta apartar a la sombra y devolverle a Zoey la vida que se le escapaba. La chica pudo respirar a pesar de estar debajo del agua, su mente no estaba todavía lista para preguntarse el porqué. Solo quería salir.

Nadó hasta la superficie, donde el aire limpió sus pulmones. Jadeó, moviéndose otra vez en el agua, cansada, completamente agotada.

Salió de la piscina, sin buscar a Zack con la mirada ni preguntarse dónde estaba. Trepó la reja de la alberca y corrió por los jardines con una dirección fija, sin mirar atrás, sin detenerse ni una sola vez.

Se movió como si su vida dependiera de ello, como si lo que hubiera detrás fuera lo último que querría ver en el universo.

Lo último, lo último... ¿Qué era lo último que querría ver en el universo? ¿La muerte? ¿A Jude? ¿Un cuchillo?

Gimió. Pero si estaba Zack para protegerla, yo si dentro del colegio no pasaba nada, ¿por qué corría lejos de él?

Zoey se detuvo abruptamente. Parpadeó en medio de la noche e intentó recuperar el control de su cabeza.

—¿Qué demonios? —murmuró.

Se encontraba en medio de la calle, ya a dos largas cuadras del colegio. Se volteó y miró el portón iluminado por las lámparas en las columnas de cemento, mucho más allá. ¿Por qué estaba allí?

Tampoco había nadie para cuidar ese espacio. ¿Qué pasaba con los adultos en el lugar? ¿Por qué nadie la vio salir? ¿Por qué nadie la detuvo? Realmente, la seguridad era un asco

Se llevó una mano a la cabeza y se golpeó con suavidad, manteniendo el control de sí misma. Entonces, miró su pecho. Allí, el collar titilaba, con luz propia, cada tanto.

Así entendió todo. No solo le había salvado la vida, sino que la había sacado de allí. La había controlado. Los deseos del dije habían sido más fuertes que ella... La había poseído.

Se llevó una mano al corazón y luego se la pasó por la cara mojada, otra vez.

—No puedes hacerme esto —dijo a la nada, a la noche, al dije—. Soy una persona. Yo no he intentado controlarte a ti. ¿Por qué lo haces conmigo entonces?

No recibió una respuesta; sabía que no la obtendría. El dije podía escucharla, pero no hablar. La otra vez, en la tormenta, la había oído, había comprendido sus palabras. Tenía que hacerlo ahora también.

Suspiró y volvió a refregarse la cara.

—No hagas eso —jadeó—. Yo solo quiero vivir, no quería estar contigo. No quería que me metieran en esto. ¡Tampoco quería que Zack muriera y él tampoco quería nada de ti! Sé que eres egoísta, que te importa solo tu destino. ¡Pero no puedes meterte en la cabeza de la gente que lo que menos quiere es meterse contigo! Derrite el cerebro de otros, no el mío. Yo nunca voy a pedir nada de ti. Si te pedí ayuda la otra vez, fue porque juntos hicimos un desastre y nos correspondía detenerlo. Fue porque cuando uno hace algo mal, tiene que arreglarlo, no importa si eres humano o un collar. —Se calló—. O lo que sea que tú seas. ¡Sabes que no voy a utilizarte, que tu magia no me importa! Yo solo quiero volver a mi vida normal y no puedo.

El Alma [El dije #2] en FísicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora