Capítulo 26

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Gabriel la miraba con devoción, pensaba en cómo la había perdido, en su cuerpo sin vida sobre ese frío pedestal que había dejado para poder rescatarla en donde se encontrara cautiva. Ahora podía verla caminar, estaba viva y más hermosa que nunca, en su interior sabía que tenía que rescatarla y haría lo que fuese para que ella volviese a ser lo que era.

- Dime algo por favor... -Diana le suplicaba a través de los barrotes.

- Tú sabes quien soy, busca en tu mente... -Gabriel intentó leerle la mente pero por alguna razón no lo logró.

- ¡Basta, Gabriel!... -gritó Adrial colocándose detrás de Diana- ... Ella dejó atrás su pasado para siempre, ese que tanto daño le hizo.

- Yo no sé qué le hiciste pero debes terminar con esto... -sentenció Gabriel.


Mientras tanto en el otro lado un confundido Alexander besaba la mano de su amada, ella estaba tibia pero no abría los ojos, no reaccionaba y eso estaba devastándolo por dentro. Una lágrima caía lentamente por una de sus mejillas, la quitó apenas antes de que tocaran sus labios.

- ¡Maldición!... -gritó creyendo estar solo, las paredes de piedra retumbaron al mismo tiempo que se dejó caer sobre sus rodillas.

- Es hora de que reacciones, Alex... -Ayax acarició el hombro de su amigo para hacerlo reaccionar, éste al notar el contacto de inmediato se levantó para mirarlo de frente.

- No creo que pueda continuar sin ella... -la tristeza se reflejaba en esas palabras.

- ¿Estás loco?, la humanidad nos necesita... ya sabes nuestras instrucciones y además tú les diste tu palabra sobre lo...

- ¡Lo sé!... -Alex se le acercó- ... Pero las instrucciones la incluían a ella también... -señaló el cuerpo inerte de Diana sobre el pedestal- ... Tú me dijiste que ella era especial, que había algo en ella que se destacaba por sobre todos nosotros, pero ni el consejo ni tú me dijeron toda la verdad... -Alexander se tomó la cabeza con desesperación- ... Y ahora ella está allí... no reacciona...no me oye... ¡No sé qué hacer!.

- Gabriel fue por ella.

- ¿Ah si?, tú mejor que nadie sabe que él no es confiable... -gritó Alex.

- Nos ha ayudado en momentos difíciles.

- Lo sé, pero también nos ha traicionado muchas veces... -Alex parecía perder la cordura.

- Alex, esta vez confía en él, se sentía tan culpable como todos nosotros... -Ayax acarició el hombro de su amigo tratando de calmarlo y después de tener una larga conversación decidieron esperar por el regreso de Gabriel. Mientras tanto se dedicaron a planear cada detalle de la batalla final que les esperaba.

.......


Pasaron semanas de cautiverio para Gabriel, Adrial lo mantuvo preso en esa celda tratando que de que Diana no se le acercara, para eso puso muchos hombres en las puertas. Gabriel no intentó nada, aún sabiendo que con un solo chasquido de sus dedos esos hombres serían como perros fieles y harían lo que él quisiese pero no, quiso esperar con paciencia la venida de su amada Diana. Cuando la vió supo que dentro de ella aún estaba la mujer de la cual se enamoró en el pasado, tan fuerte y terca como siempre, hasta se sonrió entre las penumbras de su celda. La seguía amando con la misma fuerza que antes y le dolía tener que revelarle la verdad.


-Pensaba encontrarte casi moribundo... -escuchar su voz después de tantos días y noches encerrado era el cielo mismo, se restregó los ojos para saber si no era un sueño, después se levantó y lentamente salió de la oscuridad para acercarse hasta los barrotes. Allí estaba ella, parecía un ángel, quiso tocarla pero ella le puso un vaso de agua cerca de la boca para que bebiera. Gabriel lo devoró sin pensarlo, estaba débil debido a que no le habían proporcionado ni comida ni agua durante esos días, Adrial quería debilitarlo poco a poco para que por fin se esfumara de allí.

Después de beberse toda el agua tomó el pan que Diana le ofreció y comió tan rápido que casi ni respiraba. Ella sintió tristeza por ese bello hombre que tenía en frente, ¿por qué Adrial lo mantenía allí?, ¿por qué no lo alimentaba?, ¿era verdad lo que Adrial le había contado sobre Gabriel?.

Tenía tantas preguntas en su cabeza pero ya tendría tiempo de hacérselas al mismo Gabriel. Ahora sólo deseaba que se alimentara y recuperara su salud.

- Gracias... -le dijo él cuando ya había terminado con el último trozo de pan, Diana le tomó la mano antes de que Gabriel la quitara del barrote.

- Dime... dime por qué estás aquí... -él sólo la observó en silencio intentando decirle con la mente lo que sucedía pero tampoco pudo hacerlo esta vez, parecía como si hubiese una barrera muy fuerte de ella que no le permitía comunicarse como antes. Diana en cambio sólo se encandiló con el azul de los ojos de ese hombre, no podía ni siquiera reaccionar, entonces él la tomó de ambos hombros para acercarla, unió su boca a la de ella, no fue un beso como él deseaba pero tocar esos labios que tanto amaba era como rozar el cielo y lo disfrutó. Gabriel no abrió su boca para no asustarla, pero pudo saborearla, cosa que ella también hizo y cerrando sus ojos para poder experimentar ese momento.

Diana logró tomar el rostro de Gabriel con sus manos para besarlo de una forma más relajada, abrió sus labios sin pensar y en ese instante dejó entrar la lengua de él. Eso gatilló el deseo de Gabriel que le pediría ir por más, la locura poco a poco se apoderó de él, sin embargo después de una una lucha interna la cordura ganó dentro de su ser y se alejó apenas unos centímetros. Pudo disfrutarla con la mirada, Diana permanecía aún con sus ojos cerrados, desde allí incluso podía notar su agitado pecho, pero era curioso porque él la había besado con la esperanza de que ella recordara su pasado, pero produjo otro efecto, y también en él mismo.

- Te amo tanto... -susurró él sin querer, Diana escuchó eso y abrió los ojos.

- ¿Qué acabas de decir?... -

- Nada... -Gabriel se alejó de nuevo hacia la oscuridad de la celda para perderse en ella.

- ¡Espera!, no te ocultes por favor.... -ya era tarde, él se había refugiado en ese fondo oscuro para sentarse en el piso y mirarla desde ese abismo de tristeza que lo embargaba, recordó todas las veces que Diana lo rechazó para correr a los brazos de Alexander y lo maldijo entre dientes.


Diana continuó llamándolo un tiempo sin obtener respuesta, después de unos minutos se retiró pero con la idea fija de convencer a Adrial de sacarlo de allí, no permitiría que Gabriel siguiera cautivo porque tenía una conexión demasiado fuerte con él, y después de sentir sus labios no podía quitárselo de la mente ni un sólo instante, lo necesitaba cerca... muy cerca de ella.



...... Continuará....


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