Recuerdos y pesadillas

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La miré y tragué grueso. Estaba muy lejos como para correr hacía a mí, así que no le quedaba más remedio que esconderse en otra habitación. Le sonreí, transmitiéndole fuerza y con un gesto, le indiqué que caminara en silencio.

Por mi parte, me asomé por el pasillo y empecé a caminar, intentado llegar a mi habitación. Estaba solo a un par de metros, nada difícil de alcanzar...Lamentablemente, el suelo era de madera y di un mal paso, provocando que sonara.

¡Dios, me va a matar! 

 Escuché como subía rápidamente las escaleras y me aparté de golpe para correr hacia mi cuarto. Si tenía suerte, alcanzaba a llegar y encerrarme. Y de esa forma, estaría a salvo de ese monstruo y ella también.

Pero no tenía esa suerte.

Sentí como tiraban de la alfombra y segundos después, me azotaba la cara contra el suelo.

− ¿Cuántas veces te he dicho que no hagas ruido? - Gritó, mientras me daba vuelta bruscamente.

Miré detrás de él, y vi como entraba al cuarto con rapidez, cerrando la puerta. Aliviada, escuché como pasaba la cerradura por dentro. Ella estaba a salvo y era lo único que me importaba.

−No te vas a salvar de esta, niña tonta. −Dijo mientras me tomaba del pelo y me arrastraba.

Me levanté con la respiración agitada y un sudor frío por todo el cuerpo.

− ¿Estás bien? −Preguntó Daryl, mientras dejaba su ballesta en el suelo.

−Si, solo fue una pesadilla. -Murmuré, pasando la mano por mi rostro.

- ¿No estás un poco grande para tener pesadillas?

-Creo, querido cazador, que no hay edad para las pesadillas. -Un escalofrío recorrió mi cuerpo y me vi en la necesidad de acercarme a la fogata. -Estoy seguro que también las tienes.

Daryl negó con la cabeza.

-Son recuerdos...No puedes considerar a los recuerdos como pesadillas.

Me senté al lado de él y lo miré, curiosa. Noté como se sorprendía, ligeramente, al ver que me sentaba junto a él. Lo comprendía, rara vez me acercaba por voluntad propia a las personas, pero necesitaba su ¿presencia? No sé, a él cerca. Sentía el miedo brotar por mis poros y mi corazón seguía acelerado, liberando adrenalina como loco por mis venas.

- ¿Y si los recuerdos son pesadillas? -Abracé mis piernas, intentado entrar en calor y me dediqué a mirar las llamas, perdida en mis pensamientos.

-No puedes huir de ellos...-Contestó después de un tiempo. -Si tus recuerdos son pesadillas...Te acompañaran el resto de tu vida.

Solté un suspiro, asintiendo. Sabía que me acompañarían el resto de mi vida...al menos, podrían darme un descanso, ¿no? Digo, no es mucho pedir una maldita noche de sueño tranquilo. ¡Estoy en medio de un apocalipsis, joder!

- ¿Ocurre muy seguido? Las pesadillas...he notado que estás cansada y ojerosa desde hace un tiempo.

- ¿Me estás espiando, Daryl? -Murmuré, provocando que sus mejillas se volvieran rosadas.

- ¡Claro que no! O sea, si, bueno te he estado observando...-Alzó las manos, en señal de paz al ver que lo fulminaba con la mirada. - Necesito saber las condiciones de mi compañera de caza. No voy a morir porque estás cansada, niña.

- Haré como que te creo, Dixon. Pero, volviendo al tema principal, últimamente he tenido demasiadas pesadillas. No soy de las que necesitan dormir muchas horas, pero con las pesadillas, se vuelve imposible.

-Intenta dormir ahora, ¿sí? -Me pasó una manta y señaló un espacio cerca de él. -Si veo que te mueves mucho te despertaré.

Asentí, envolviéndome en la manta. Me acurruqué en la zona que me indicó y sonreí al sentir que la fogata calentaba mis piernas. Confiando en las palabras del cazador, cerré los ojos y solté un gran suspiro, antes de quedarme dormida. 



Sobreviviendo a la muerte (Daryl Dixon) [Publicaciones lentas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora