Capitulo 6| Prima y primo

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Me hundí más en la silla, queriendo desaparecer de la sala y mirando a la rubia oxigenada que se acariciaba el cabello de forma teatral sin borrar la estúpida sonrisa de su cara

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Me hundí más en la silla, queriendo desaparecer de la sala y mirando a la rubia oxigenada que se acariciaba el cabello de forma teatral sin borrar la estúpida sonrisa de su cara.

Miré como Frank escribía un cheque para luego dárselo al hombre trajeado que venía con la idiota cara de avestruz. Ambos se levantaron, le agradecieron a mi primo la atención y luego salieron del despacho sin decir más.

Sólo entonces los ojos de Frank saltaron a mi, e intenté camuflarme con el asiento para que no me dijera nada. Pero, cómo siempre, Frank no me dejaría huír de esta situación.

–¿Tienes una excusa para esta situación? –murmuró sirviéndose un vaso con whisky del mini bar que tenía detrás suyo y se lo bebió de un trago.

–¿Te quiero? –murmuré como niña pequeña y mirándolo a través de mis pestañas.

–¿Te quiero? ¿Crees que un maldito "te quiero" soluciona el hecho de que hubieses chocado un auto de miles de dólares con tú moto en medio de una carrera con la odiosa de Kiam?

–Para tú información se llama Kim, no Kiam –corregí cruzándome de brazos.

Se quitó el saco, arrojándolo por algún sitio de la habitación y se arremangó las mangas de la camisa para finalmente pararse ante mi curiosa mirada.

–Andando, te vienes conmigo –me hizo una seña para que lo siguiera y como la persona obediente que estaba tratando de ser comencé a seguirlo fuera del despacho en dirección al pasillo.

Anduvimos uno al lado del otro en completo silencio hacia el estacionamiento, siendo perseguidos por las miradas chismosas de varios de los alumnos que nos veían pasar.

Casi podía imaginarme todo lo que estaban pensando de mi al verme ir de un lado al otro junto a su aclamado director.

Desbloqueó su auto y me hizo una seña para que me subiera al asiento del copiloto. Lo hice sin queja, se subió al sitio del piloto y arrancó el auto, saliendo del estacionamiento para adentrarse a la calle.

Creí que nos quedaríamos en silencio en todo el viaje, pero por suerte decidió hablar.

–Ian vino a mi despacho a quejarse de ti.

–¿Y eso debe preocuparme? –murmuré con la vista fija en la ventanilla.

–Depende cuánto te preocupe que descubra que somos primos –suspiró –Te dije que debías llevar la fiesta en paz con ellos, no hacer una revolución.

–No hice una revolución –defendí volteandome a verlo –Sólo dije mi punto de vista sobre una situación en particular y que debería haber igualdad para todos en esa casa.

–Claro ¿Entonces niegas haberlo llamado:
maldito dictador y que le vale mierda lo que piensen los demás?

Me callé al no tener ningún argumento para contradecir eso y odié aún más a Ian, si es que antes no lo estaba odiando del todo, ahora lo hacía ¿Es que no podía arreglar sus malditos problemas conmigo y debía correr a contarle a Frank todo lo que hacía? Me pareció absurdo.

¡Adoptemos a la Rubia!| Resubiendo y PausadaWhere stories live. Discover now