Capitulo 6: Clases.

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~Amy~

No me jodas...¡No me jodas! ¿¡TUTOR!? ¿¡Qué hace el aquí!? ¿¡Cómo es que convenció a mama para ser mi tutor!? Y lo más importarte ¿¡por qué a mí!? Yo era una inocente estudiante en su último año de secundaria que tendría que estar rezando para no perder el año y no rezar porque un erizo asquerosamente rico y arrogante no me encuentre. ¿¡Cómo llegué a este lio!? ¡Eso te pasa por patear latas en medio de la calle! Terminas siendo esclava de un potencial depravado sexual solo para no ir a la cárcel, o peor aún ¡que mi madre me mate!

--¿Amy?—escuche la voz femenina de mi madre, mas yo seguía perdida en mis pensamientos maldiciendo mi suerte—Amy, cariño...-- más silencio ¿Por qué nadie dice nada?-- ¡Amelia!—ah...cierto, me están llamando.

Parpadee un par de veces más para salir del shock en el que me encontraba y otras cuatro veces más para asegurarme de que lo que estoy viviendo es real. Puedo ver su rostro con una mueca rara y las mejillas infladas desviando su expresión de la visión de mi madre, seguramente aguantando las ganas de reír por cómo me llamó, ''Amelia'' sólo usa ese nombre cuando está enojada, justo el caso.

--Ejem...Amy, no pensaras dejar al joven Sonic con la mano levantada ¿Verdad?—Dice mi madre. Bajo mi mirada a la mano que me tiende el erizo, como su ''cordial saludo'' o mi sentencia de muerte, que no recuerdo el momento en el que soltó mi mano, pues nunca correspondí su saludo. Realmente quiero darle un manotazo y correr a mi habitación, mi cueva donde estoy segura de que ningún idiota con contratos de esclavitud me perseguiría, pero por más que lo desee, la mirada insistente de mi madre sin mencionar los mil demonios en sus ojos hacían que no quiera desafiarla, está lo suficientemente enojada por mis calificaciones como para llevarle la contraria.

--M-mama...¿Podemos hablar un momento?—supliqué mordiéndome el labio, la mano de Sonic aún seguía en el aire.

La mirada de mi madre me hizo entender lo que ella quería, su mirada era dirigida a la mano del erizo, estaba dispuesta a que la obedeciera, y si, con ella no puedo negarme. En un brusco movimiento a la par de un gruñido de descontento, tomo su mano con la mía. Un extraño calor se desprende de ellas, no uno desagradable, uno cómodo y cálido y al momento de que el corresponde mi apretón y envuelve sus dedos por completo en mi mano, el calor se intensifica haciéndome sentir protegida, era acogedor, una extraña y familiar sensación. Miro hacia arriba, encontrándome con su rostro con una sonrisa encantadora e inocente, realmente con esos lentes gruesos de pasta y su formal atuendo hacía que se viera, incluso alguien diferente al señor arrogancia que conozco. Por un breve momento sentí el calor inundando mis mejillas, y eso cuando caí en cuenta de mi estupidez ¿Qué no vez que te engaña? ¿Cómo puedes seguir cayendo en ese truco después de estar tanto tiempo con él?

--Ahora...mama ¿Podemos hablar?—pido separando mi mano de la de él, lo que me hizo sentir por un momento triste, pero ¿Por qué?--

--Está bien, hablemos en la cocina, pero más vale que sea una conversación rápida, sabes que tengo trabajo—reprochó dirigiéndose a la cocina y, al estar dentro y asegurándome que el erizo no nos siguiera la mire de frente—espera, ¿Qué clase de alumna eres si dejas a tu maestro parado en la sala?—saco levemente su cabeza de la puerta de la cocina y le sonrió a la piña—no tardará, puedes esperarla en su cuarto e ir preparando todo para su clase--

--¿Qué? ¡Mamá!--

--¿Qué pasa? ¿Tienes algo que esconder?—deslizo nuevamente su mirada hacia mí y arqueo una ceja--

--N-no pero...-- realmente no tengo contestación, puedo estar pensando bastantes posibles respuestas en mi cabeza y mi estúpida boca no las escupe.

--Entonces no le veo el problema—me sonrió juguetona y sacó nuevamente su cabeza por la puerta para mirarlo—ponte cómodo, es la segunda puerta de la izquierda—señaló. Él solo asintió con una sonrisa y siguió su indicación a mi habitación—muy bien ¿De qué quieres platicar?--

Dijo sentándose en una de las sillas de la cocina, mirándome con una sonrisa esbelta. Sinceramente y no por alardear, mi madre es toda una belleza, y no es para nada vieja, si no la amara tanto, la odiaría por la envidia. Digamos que yo no fui precisamente muy esperada, no le da miedo el reconocer que fui un ''error'' pero bueno, siempre dice que es el mejor error que ha cometido y no se arrepiente, aunque a veces pueda ser un terror de hija. Mi madre es una mujer de complexión delgada con largas piernas y facciones detalladas, no diré que parece una adolescente, pero apenas y se notan sus arrugas. Sus púas son largas y onduladas ligeramente, de un color rubio llegando a cenizo y ojos iguales a los míos, puede que no tengamos una mansión o seamos ricos, pero sí que sabe verse bien con lo poco que tenemos, y me sorprende que aún no haya conseguido un novio, o esposo, ya que hay muchos que la desearían y son mucho mejor partido que papá, no me malinterpreten, lo amo, pero no es un hombre de revista específicamente, y nunca entendí el porqué de su enamoramiento, siempre que le preguntaba cambiaba la historia una y otra vez ''Nos conocimos en un viaje de la universidad, nos sentamos juntos y fue amor a primera vista'' ''era un amor prohibido por nuestros padres, pero aun así nos veíamos y nos enamorábamos cada vez más'' ''me salvó de morir en una caída de escaleras, fue muy valiente, y me enamoré perdidamente de él'' ''Me rescató de unos grandes robots ninjas del espacio y me dijo que sería su princesa'' si, cada vez exageraba a un punto menos irreal la historia, es por eso que hace años que me rendí a preguntar, pero bueno, es una incógnita que siempre vivirá en mi mente.

Solté un gran suspiro antes de comenzar mi reproche.

--Mama...sé que no he sido una hija muy buena, que no tengo las mejores calificaciones, o el mejor comportamiento...--

100 días (sonamy)Where stories live. Discover now