Prólogo

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Dos años antes

Narrador omnisciente

- Hablé con mi papa. - dijo Anya, cuando Irina salió del baño.

Irina sonrió con amor.

- ¿Y que te dijo? - preguntó, queriendo saber mas.

- Las cosas no están tan bien en casa. - continuó Anya, con preocupación. - Papá no tiene mucho trabajo y nuestras madres hacen todo lo que pueden con los salones de belleza, pero no alcanza. Todo su dinero esta yendo a parar para nuestras universidades.

- Mierda. - soltó Irina, frotandose las palmas de su mano por su rostro. - No es justo que pasen por eso solo para pagar nuestros estudios.

- Lo se. - la miró Anya. - Y ya pense en eso.

- Contame. - exigió Irina.

***

Ambas estaban sentadas en su Volkswagen Golf gris metalizado modelo 2000, mientras respiraban hondo y Anya urgaba en su mochila.

- Robar a una tienda no me parece buena idea. - opinó Irina.

- Es solo hasta que podramos ir a un Banco o algo más importante. - argumentó Anya.

- Pero nuestras familias no van a aceptar el dinero, Anya.

- Bueno... En ese caso, les enviaremos comestibles o ropa o algunas cosas que necesiten.

- Si, pero no podremos decirles que no nos envien el dinero para la universidad. Porque sino se darian cuenta.

- Es verdad.

- Con ese dinero podriamos... - Irina se quedó pensando. - ¡Ya lo tengo! Podriamos hacer cursos, que ademas nos servirían.

- Exacto. - sonrió Anya. - ¿Lista?

Irina asintió y ambas colocaron su pasamontañas negro en sus cabezas. Cada una sostuvo un arma, mientras caminaban hacia la pequeña tienda que estaba abierta incluso a las dos de la madrugada.                       

En la caja, se encontraba un hombre asiático, de unos sesenta años aproximadamente, con pelo canoso y arrugas. Apenas las vio a las muchachas asi vestidas, entendió de que se trataba y su rostro empalideció.

- Arriba las manos. - gritaron al unisono. - Esto es un robo.

- No me maten, por favor, no me maten. - suplicó aquel hombre.

- Danos el dinero de la caja registradora. - exigió Anya y le apuntó al hombre.

Aquel victima comenzo a buscar el dinero de la caja registradora y a darselo a Anya, quien lo guardaba en su mochila mientras Irina apuntaba al hombre.

- Rápido, rápido. - le gritó Irina. - Vamos, vamos.

- Dios, no me hagan nada. - decía el hombre, con el arma en su cabeza. - Tengo nietos y una familia que sostener.

Igual nosotras, pensaron.

Las dos escucharon la sirena de la policía, observaron al hombre tocar reiteradas veces un botón debajo de la caja registradora y ambas se echaron a correr hacia el auto, con el dinero en la mochila. Apenas subieron al su Volkswagen, el patrullero frenó en la puerta del mini mercado y ellas aceleraron a fondo. Irina conducía, intentando perder a la policía, y Anya solo intentaba mantenerse agarrada de la manija de la puerta, ya que Irina derrapaba en las esquinas.

Sus corazones latían con prisa, presos del miedo y la adrenalina del momento. Si las atrapaban, estaban muertas. No tenían a nadie en Canadá que las sacara de la cárcel y menos por esos cargos.

La sirena de la policia no cesaba, cada vez la escuchaban más y más fuerte. Parecia que la tenian pegada a sus orejas, pero en realidad solo estaba atras de su auto, persiguiendolas.

- Entréguense antes de que sea tarde. - dijo un policia por el megáfono.

- Ni soñando. - dijo Irina, pisando el acelerador hasta el tope                       

- Oh, dios mio. - susurró Anya. - Ese viejo chismoso estaba comunicado con la policia.

- Tranquila, vamos a perderlos.

Irina condujo por todas las calles, esquivaba autos e intentaba perderse entre los vehiculos, pero era más complejo de lo que creia. Se mandó por una calle que no conocia, directo a las vias del tren. Las barreras estaban bajando, el tren se acercaba a toda marcha e Irina no lo pensó dos veces. Cruzó las vias con el tren a unos pocos metros de distancia, mientras ambas miraban con pánico como el auto caia destartalado nuevamente al asfalto.

Una vez que cruzaron las vias y reincoporaron oxigeno en sus pulmones, Anya volteó para observar porque la sirena se escuchaba lejos.

- Los... perdi-mos. - dijo Anya con dificultad, mientras respiraba con rapidez.

- Nunca he tenido tanto miedo en mi vida. - dijo Irina, mientras se secaba el sudor de su frente.

- Creo que casi me hago en mis pantalones. - soltó Anya y ambas se largaron a reir a carcajadas.  

Una vez que se aseguraron que no las seguia nadie, Irina condujo hacia una calle solitaria debajo de un puente y ambas suspiraron. Nunca habrian hecho algo semejante, pero habia sido divertido.

- Quitarle la patente al auto ha sido buena idea. - reconoció Irina. - ¿Cuánto tenemos?

- 100... 150... 200... 245... 500 dolares. - informó Anya. - 500 dolares con 55 centavos.

Irina rio y se quitó el pasamontañas.

- Es muy poco. - tercio Irina.

- Bueno, al menos esto cubre una parte. Luego veremos como hacemos.

Irina asintió y se dejó caer sobre la butaca del auto.

- ¿Que hemos hecho? - preguntó Irina. - Esto nos va a perturbar por el resto de nuestras vidas.

- Es nuestra vida ahora. - aseguró Anya, con el dinero entre sus manos.

Armed (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora