Ella... Ella es el mal encarnado en el cuerpo de una mujer, el solo escuchar su nombre infunde terror, su presencia intimida a cualquiera y su cuerpo deleita los ojos de aquellos que se atrevan a mirarla...
Dos hermanos... Lucharan por su amor pero...
El sonar de mis tacones contra el concreto era lo único que se escuchaba mientras me adentraba en uno de nuestros almacenes en compañía de los Gecko, este estaba vacío pero aún nos era de utilidad en algunas ocasiones en las que lidiábamos con personas que nos debían dinero.
-Muy bien aquí vamos... -Murmuró Andre levantándose de un viejo sofá en el que estaba acostado-
Ya la persona que nos debía había recibido una advertencia pero siguió moroso así que hoy venía dispuesta a que pagara con su sangre, mi mirada repaso el lugar y de inmediato recayó en una muchacha de cabello castaño claro con ondas, ojos verde oliva y rasgos delicados, aunque era joven y bonita estaba muy mal vestida. Andre le toco el hombro para que se levantara de la silla en la que estaba y está hizo caso.
Di unas vueltas a su alrededor inspeccionandola y sería un verdadero desperdició matar a esta muchacha, sin mencionar que era perfecta para infiltrarla en la casa Black y sacar toda la información que necesitábamos.
-Cual es tu nombre? -Pregunté y ella con la mirada baja respondió-
-Estefania Rud... -hice una seña para que se callará y guardó silencio-
-No me interesa tu apellido, no me interesa quién eres, ni nada que ver contigo, solo quería tu primer nombre-dije seca me gire y di unos pasos lejos de ella-
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-Estas aquí porque nos debes dinero y tendrás que pagar de una u otra forma -me gire y pude ver el miedo en ella, sus manos temblaban y sus labios comenzaban a palidecer-
-Yo voy a pagarles solo necesito una semana -dijo con un hilo de voz-
-No linda, no estás entendiendo... Tu tiempo se acabo -escuché un golpe seco y al voltearme la chica estaba arrodillada en el suelo-
-Por favor no me maten -las lágrimas rodaron por sus mejillas- tengo un hijo enfermo, tiene cancer por eso les debo dinero -intento excusarse entre sollozos-
-Que te dije? No quiero saber nada de ti niña -mi mirada se endureció, en este trabajo lo más importante era mantenerte firme y yo sabía hacerlo muy bien- eres bonita y joven, sería un desperdicio matarte, así que harás un trabajó para mí -masaje el puente de mi nariz- si lo haces bien, pasaré por alto tu deuda -al escuchar esto sus sollozos disminuyeron pero seguían corriendo lágrimas como cascadas por sus mejillas- pero si fallas -me agaché frente a ella levante su barbilla con uno de mis dedos para que me mirara- será mejor que no falles linda -retire mi dedo bruscamente y me levanté- Uno de mis muchachos va a pasar por ti mañana a las 9:00 am tienes que estar arreglada, veremos que puedes hacer -me di media vuelta y comencé a caminar de vuelta al auto-
