2. Te Odio, Te Amo

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Me siento usada, pero yo te sigo extrañando.

Hace algunos días, Lucas había elegido entre las dos chicas.

Él ya tenía dieciocho, Maya diecisiete y Riley dieciséis.

Los dos primeros en la universidad y la última en el último año de colegio.

El había elegido al pequeño rayo de sol, cuando había pasado mucho tiempo con la oscura luna, y la había ilusionado.

Y no puedo ver el final de esto, solo quiero sentir tus besos en mis labios.

Ella había quedado devastada, se había alejado masivamente del grupo, no podía verlos juntos.

Él ya no sabía si había hecho lo correcto, cuando eligió, vio aquellos ojos cielo convertirse en una tormenta, y algo se rompió dentro de el.

Pero no quería lastimar a la castaña, la cual ahora era su novia.

Pero para él, eso no sonaba tan bonito como creía que sonaría

Y el tiempo pasa, pero todavía no puedo explicar porque me siento tan mal cada vez que te veo.

Y la belleza rubia se estaba auto-destruyendo lentamente.

Lloraba, bebía, fumaba, lloraba.

Esa era su rutina.

Me doy cuenta de cuanto te necesito...

Porque lo odiaba, pero lo amaba.

Y eso la confundía.

Pero no soportaba verlo junto a su mejor amiga, no cuando había tenido la esperanza de que la eligiera.

La esperanza es para tontos.-pensó la rubia.

Y llegó a la conclusión de que ella era la reina de los tontos, aunque lo negara.

Te odio...

Te amo...

Odio amarte...

No puedo, pero no quiero, evitar ponerte encima de todos.

Ella odiaba sentir aquello, pero sabía que, a pesar de todo, quería que él fuera feliz con quien sea.

Te odio...

Te amo...

Odio quererte...

Tu la quieres, la necesitas...

Y yo jamás seré ella.

Se preguntaba a sí misma, ¿cómo podía haber pensado que la elegiría a ella, en vez de su amiga?

Porque, vamos, Riley era sana, alegre, pura, optimista, hermosa e inteligente.

Y ella era impulsiva, amarga, dañada, negativa y rota.

¿Quién la querría?

Te extraño cuando no puedo dormir o después beber un café o cuando no puedo dormir.

Te extraño en el asiento delantero del auto.

Él la extrañaba igual que ella a el.

Cuando veía a Riley, la veía a ella, cuando aspiraba su aroma, aspiraba el de ella, cuando Riley le sonreía, el solo deseaba que Maya le sonriera así.

Porque los recuerdos que tenían se encontraban tallados en piedra.

Sigo teniendo arena en mi sweater, de noches que no recordamos.

Lucaya's  One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora