Duele y duele mucho. Mucho más de lo que creí que algo podría doler.
Tengo miedo. Mucho miedo.
No siento nada del cuello para abajo.
Y no puedo moverme.
Intento gritar, pero estoy petrificado. Mi cuerpo no responde. No hubiera importado que lo hiciera porque no puedo oír. No puedo escuchar. No puedo saber si soy capaz de pedir auxilio y mis ojos no pueden moverse pese a que los siento temblar. No puedo dejar de mirarlos a ellos. No puedo dejar de mirar los escombros impactados del coche.
Está destrozado y hecho pedazos igual que yo.
Se ve borroso, apenas visible, nada parece tener sentido en mi cabeza. Me miran horrorizados. Me gritan. Gritan de la misma forma que yo quiero gritarles a ellos. Me tocan, pero no los siento. Ruego porque me digan que todo estará bien, pero sus rostros me dicen todo lo contrario, que no hay forma de que esté bien cuando estoy aquí tirado y hecho mierda.
Todo se remueve. Siento que me levantan en una camilla y luego que me suben a una ambulancia. Lo último que veo son los cuerpos de mis amigos clavados y aplastados dentro del coche y las chispas de una sierra contra el metal de la puerta para liberarlos de este.
***
Fecha de publicación: ni me acuerdo (upsis).
Edición: 2022.
