Capítulo veintiuno

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Abrí mi segundo paquete de galletas, mientras seguía leyendo todo papel que sé encontraba distribuida en mi cama.

Mañana comienzo con mis exámenes, y debía de sacarme buenas calificaciones. Y para hacerlo, solamente debo de comer mientras estudio.

Eran las nueve de la noche, Melanie roncaba en la habitación de al lado. Claro, ella con sólo leer una vez todo, piensa que ya estudió.

Fruncí mi ceño al escuchar cómo golpeaban la puerta. Vamos, el zombie galleta viene a mi habitación para comer todas mis notas.

Me levanté y caminé hacia la puerta, al abrirla, lo primero que observé, fue una enorme cabeza de dinosaurio. ¿Qué rayos?

—¿Me puedes explicar porque usas un pijama con forma de dinosaurio? —pregunté, observando su larga cola verde.

—Son cómodos y calentitos —respondió sonriendo, para luego ingresar.

—¿Qué haces aquí? Estoy estudiando.

—¿Estudiar? ¿Qué es eso? ¿Se come?

Rodeé mis ojos y cerré la puerta. Caminé hasta mi habitación, escuchando los pasos de Justin. Por supuesto qué me iba a seguir.

—¿Por qué estás aquí? —pregunté, nuevamente.

—¿Quieres salir?

—¿Qué parte de estoy estudiando no entró en tu cabeza?

—Me perdí en el estoy —se encogió de hombros y sé giró—. Vamos.

¿Saben lo que hice? Lo seguí. Dos estudiantes con pijama recorriendo los pasillos de la universidad. ¡Fantástico!

—¿Hacia donde vamos?

—¿Quieres ir a la luna y perderte en ella?

—Me daría miedo ir sola —me encogí de hombros.

—Nunca dije que te dejaría sola —sonrió.

—¿Qué haríamos los dos en la luna? —reí, negando con mi cabeza.

—Comprobar sí realmente es de queso.

—Eso ya está comprobado y no es así.

—Pero lo comprobaremos nosotros —se detuvo, por unos segundos, observó hacia arriba.

No me digan, ¿él realmente estaba pensando en ir a la luna? Por milésima vez, no sé cómo éste chico llegó a la Universidad.

—¿Quieres subir?

—¿A la luna? —enarqué una ceja, observándolo cómo sí de un loco tratara. Bueno...

—No, boba. Al árbol.

—¿Y cómo mierda subiré?

No sé cómo sucedió, pero en menos de un minuto Justin ya estaba arriba de él.

Esto sucede cuándo soy un cero a la izquierda en los deportes y mi agilidad no es la mejor.

—¡Vamos, Ari! Solo debes impulsarte.

—Cómo sí fuera tan fácil —murmuré, observando cada extremo del gran árbol.

Intenté de todos modos subir, pero siempre terminaba en el suelo, mientras que Justin se reía y solo me observaba.

—¡Gracias por ayudar! —chillé sarcásticamente.

—Espera un segundo.

Él bajó del árbol, se posicionó a mi lado y rodeó mi cintura con sus brazos, impulsándome hacia arriba. Tomé la gran rama e intenté sentarme en ella, pero aún así seguía sin alcanzar.

Fue en aquél momento cuándo sentí unas grandes manos en mi trasero. Chillé, maldiciendo al mundo.

—¡No es necesario que toques mi trasero, maldito pervertido! —grité.

—Claro que es necesario, así te impulsas más.

Solté nuevamente un chillido al sentir como pillizcaba mi trasero. Ignoré su acto y con todas mis fuerzas, logré sentarme en el maldito árbol.

Cerrando mis ojos y dando un suspiro, me tranquilicé, al abrir mis ojos, me sorprendí al ver a Justin ya sentado en el árbol.

—Yo sabía que tenías algo oculto, eres mitad humano y mitad mono.

—Que tonta —murmuró, acomodándose.

—Entonces...

—¿Gato o perro?

—¿Perro? —contesté dudosa, ya que me sorprendió su cambio de tema.

—¿Mis besos o mis besos?

—¿Qué clases de pregunta es esa?

—Solo quiero que admitas que mis besos te gustan, aunque aún no entiendo porque me alejas cada vez que te beso —movió su cabeza, mordiendo su labio inferior.

—No beso a personas sin importancia.

—Acabas de romper mi corazón —sacó su labio inferior—. Pero aún así respondes a mis besos.

—¡No! Silencio.

—¿Te gusto, cariño?

—¿Qué hablas? No siento nada por ti —crucé mis brazos bajo mi pecho.

—¿Atracción?

—Por supuesto qué no.

Él sonrió levemente y sé acercó, solo estaba a  unos quince centímetros de mi. Reí al ver cómo acomodaba la cabeza de dinosaurio sobre su cabeza.

—Lástima.

—Sí.

—A mi me gustas —se encogió de hombros.

¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué diablos acaba de decir? ¿Escuché bien o muchas galletas afectaron mi audición?

—De aseguro que llega una rubia con enormes pechos y te olvidas de mi.

—Muchas chicas cada día se me acercan y mira donde estoy.

—Qué egocéntrico, por Dios.

—Qué celosa, por Dios.

Lo observé, él me sacó su lengua, y yo copié su acto. Él rió, luciendo cómo una morsa ahogándose.

—¿Yo? ¿Celosa? Vamos, cariño. Acepta que nunca sentiré algo por ti, sería una pérdida de tiempo estar contigo. ¿Para qué? ¿Para qué luego del primer día vayas corriendo hacia la primera rubia y salga lastimada? No, Justin. Además, siempre...

—Diablos, cállate.

¿Y saben lo qué hizo? Me besó. ¿Y saben que yo hice? Seguí su beso.

Es algo que no puedo controlar, maldita sea, besa muy bien, ¿cómo puedes ignorar a un chico que besa bien? Tendré que ver tutoriales en Youtube para lograrlo.

—Quiero decirte que, no me sentí ofendido. ¿Adivina qué? Me sigues gustando y vivirás con ello hasta que el sentimiento sea mútuo —volvió a besarme, pero solo por unos segundos—. Tampoco te dañaría, Ari. Nunca me lo perdonaría. En este tiempo, realmente supe conocerte.

¿Es malo que me esté sintiendo verdaderamente mal? Solo él saldrá dañado.

Sonreí levemente, intentado esquivar todo lo que en estos momentos pasaba por mi mente.

Así estuvimos por horas, charlando y, bueno... Besándonos arriba de aquél árbol. Hasta que ya mis ojos cerraban, y el sol nuevamente se hacía presente.

Al separarnos, él besó tiernamente mi frente. Solo logré dormir una hora, cuándo llegué a la habitación, eran las seis de la mañana. A las siete ya debía de estar en pié, ya que mi exámen era en la mañana.

Sin embargo, cuándo estaba en el salón, con la hoja frente a mis ojos. Solo deseaba dormir y alejar cada palabra de Justin que sé mantenían en mi cabeza.

Ya deben de ser lo que sucedió luego, ¿no lo saben? Bueno, reprobé el exámen. Que vida.

Guía para superar a Justin Bieber [ j.b ]Where stories live. Discover now