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Pidge se dirigía a la sala de entrenamiento por esos largos pasillos; que no hace mucho eran extraños e interminables para ella y, ahora, le parecían demasiado cortos. Tenía que tragarse los nervios que aprisionaban su estómago. Tenía que ser valiente y enfrentar de una vez por todas los sentimientos que tenía por Shiro y los, probablemente inexistentes, que él, tal vez, tendría por ella.

Su corazón se llenaba de esperanza al pensar que tal vez podría decirle que él también gustaba de ella. Pero descartaba la idea y se decía que en cuánto ella sabía, bien podría decirle que estaba en una relación con Allura. No podía decirse porque se sentía tan esperanzada y con ganas de llorar al mismo tiempo.

Shiro... Era una parte de ella, la parte que la conectaba con su familia. La parte que le recordaba día a día que ellos estaban ahí afuera. Al principio creyó que los sentimientos que tenía por Shiro eran los que tendría una hermana a su hermano. Él había sido, después de todo, uno de los mejores amigos de Matt. Pero Pidge era inteligente y muy perspicaz. Se dió cuenta rápidamente que no pensaba en Shiro de esa forma.

Él siempre la había apoyado, y creído en ella incluso antes de saber que ella era hija del comandante Holt. Había creído en ella y la había inspirado cuando ella creía que no podía más. Había confiado en su juicio y capacidad. Y ella apreciaba todo eso, la hacía sentirse querida. Apreciada.

Y de repente, ahí estaba Allura. Toda sonrisas, guapa, alta. Una chica muy para Shiro. Serían una pareja muy linda. Y Pidge no podía evitar sentirse insegura ante ella. Es decir, Allura era una princesa, ¿qué era ella comparada con una valiente, inteligente y bella princesa extraterrestre? Sólo era una terrícola, que apenas había alcanzado los quince años y ni siquiera empezaba a formarse. Allura era preciosa e inteligente. Pidge parecía un chico. ¿Que podría ver Shiro en ella? Alguien: guapo, dulce, simpático, tierno, divertido... Podría seguir enumerando todo lo que Shiro era, pero eso no ayudaría a que se sintiera mejor, o más preparada.

Recordó la primera vez que se puso celosa de Allura... Había sido una tarde cuando estaba tratando de comprender mejor la tecnología alteana y accidentalmente había visto por una de las cámaras cómo Allura y Shiro estaban sentados en la sala, riendo conversando. Allura le contó a Shiro una historia acerca de su padre y Shiro rió, rió y su risa sonaba tan pura y sincera que Pidge pensó que algo tan íntimo que estaban compartiendo ellos dos no debía ser observado por nadie más. Cerró su laptop y apretó los puños. Siempre que ella y Shiro hablaban sobre Matt, Shiro reía y Pidge también; pero, la risa que soltó con Allura era un tipo diferente de risa. Una que ella nunca le había sacado.

Sin darse cuenta había apretado los puños nuevamente y sus ojos estaban cristalizados. Los limpió y al mirar  alrededor se percató de que ya había llegado a la sala de entrenamiento. No quiso empujar la puerta y en ése momento se preguntó porque le habría dicho que no a Lance cuando éste había insistido en acompañarla. Hunk, Lance y ella habían discutido durante diez minutos las posibilidades y luego Pidge se había ido mientras ellos estaban distraídos. Era algo que ella tenía que hacer sola.

Abrió la puerta y se sorprendió al ver todo el lugar decorado de verde y en un cartel muy grande se leía: “Pidge, sé que soy un idiota, pero, ¿podrías perdonarme por lo que sea que haya hecho?”. Era un cartel hecho a mano, la caligrafía de Shiro era completamente reconocible para ella. Podía haber utilizado la tecnología de la nave para proyectar todo, pero en su lugar había preferido hacer todo eso él mismo para ella.

Shiro salió detrás de una columna con un cartel más pequeño que decía: “No quiero perderte, Katie”. El corazón de Pidge dió un salto en su pecho. ¿Shiro había eso todo eso para ella?

La cara de Shiro estaba convertida en una máscara de esperanza y vergüenza. Tal vez se había pasado... Pero no, nada de eso era suficiente para Pidge. Los ojos de Pidge se llenaron de lágrimas y Shiro dejó caer el cartel, mientras ella se abalanzaba sobre él en un gran y apretado abrazo.

—¿Eso es un sí? —Pidge asintió levemente en el abrazo y se echó a reír — Pidge... —ella se apartó un poco y lo miró con sus grandes ojos— Hace tiempo quería preguntarte esto... —ella abrió los ojos aún más.

¿Si? —Shiro se sonrojó y la bajó.

—¿T-tú... Y Lance tienen algo? —Pidge lo miró anonadada y se echó a reír.

—¿Qué? ¡No! Jaja, ¿cómo pudiste pensar eso? —Shiro se sintió un poco avergonzado pero todo eso quedó atrás cuando se dió cuenta que finalmente podría hacer lo que tanto había deseado en esas últimas semanas.

—Bien, porque así podré hacer esto —se inclinó levemente y besó a una sorprendida Pidge que lo miró unos segundos antes de cerrar los ojos y pasar los brazos alrededor del cuello del mayor. Ambos se perdieron en el beso. Lentamente Shiro deslizó sus manos hacia la cintura de Katie y la apretó contra él. Sus mejillas estaban sumamente rosadas de la emoción y las incontables sensaciones que le provocaba estar finalmente besando a la chica de la que había estado enamorado durante mucho tiempo. ¿Acaso eso era real?

Después de algún rato, Pidge se separó por aire. Era, después de todo, su primer beso. Ella estaba totalmente sonrojada lo miró y se lanzó a sus brazos nuevamente.

—No puedo creer que esto esté pasando realmente —susurró contra el hombro de Shiro.

—Yo tampoco —respondió él. Parecía sacado de un sueño— ¿Q-quieres ser mi novia? —Pidge se separó bruscamente y lo miró a los ojos.

—¿Estás de broma? ¡Claro que sí! —él sonrió y la besó nuevamente mientras la levantaba en el aire. Ella sonrió en medio del beso y se aferró a él.

A lo lejos, dos chicos morenos los observaban sonriendo y sintiéndose sumamente felices por su amiga, sin saber, que, a su vez, un pelinegro también los observaba y sonreía.




Sbn? No pensaba escribir esto. Pensaba dejarlos en el suspenso, pero como los amo mucho he aquí el Shidge que tanto querían 💕.

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