La prueba

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- ¿Por qué tienes que venirte conmigo? ¿Que no se supone que mi hermano es tu amigo y no yo?

- No me cambies el tema, maldita.- Detuvo la puerta para dejarme pasar y... No precisamente por ser una persona educada - No era para ti.

Al estamparme, o mejor dicho, que la puerta  se estampara en parte de mi cuerpo y sobre partes de mi cara, sobé la frente por el tremendo golpe que me di por culpa de mi estúpido acompañante. Pensé por un momento que había abierto la puerta para mi precisamente, pero la sorpresa fue  que la dejó cerrar para que mi cara chocara con ella, en tiempo exacto, sin que los segundos fallen y sin que sus cálculos se estropeen.

- Eres un imbécil.

- Y tu una pequeña mentirosa... Te diría que eres Hanna, pero no eres rubia ni de ojos azules.- Su gesto de desagrado habría podido causar en mi risa, pero no ante la falta de respeto contra mi hermosa apariencia.- Eres pequeña y de ojos grandes lo que te haría ser Aria, pero también eres lista, por tanto podrías ser Spencer, aunque el color de Emily es lindo como el tuyo, de ese color sensual que provoca maravillas con tan solo pensarlo, y sabes que no lo digo en el modo morboso... O tal vez sí

- ¿Qué dices?... Yo soy bella siendo así.

- Eres linda, tu olor es como si acabaras de salir de un hospital, pero eres linda.- Me detuve. Paré dejando ir a Andrew unos pasos más allá hasta que detectó mi falta cercanía y se dio vuelta para verme. Me miró por unos segundo como si estuviera loca, como si mi comportamiento normal ante una falta de tacto con mi olor nunca lo hubieran expulsado sus labios. - ¿Qué pasa? - Preguntó con fastidio.- ¿Te dio un cólico?, ¿estas en tus días?...- El idiota todavía se atrevía a cuestionarme como si no la hubiera cagado, como si no fuera asquerosamente machista todo lo que me esta diciendo, es decir, Andrew dice las cosas  que ha estado interiorizando por todas sus estructuras sociales que ni cuenta se da que cada vez lo empeora más. Pero lo que me sorprendió fue que en realidad él no se había percatado de lo que había dicho. Quizá inconscientemente lo dijo y por eso actúa y dice cosas con toda naturalidad. 

- Ya cállate.- Traté de responder lo más normal que pude. Su comentario, esa clase de comentarios que ha dicho Danielle algunas veces, me han dejado pensativa. Solían dejarme así, cada vez que lo decía. Me hacen sentir incomoda, mucho, pero ellos no parecen notarlo. Intento ser discreta para que ellos no miren lo mal que se escuchan diciéndome ello. Hasta yo he comprobado que desodorante nunca me falta y eso no puede ser lo que huela mal en mi, ¿O si?

- Pero no me has dicho cómo te fue con tu cita...

- ¿Cuál cita?

- Hija... No te hagas. No se hagan. Tú y Jack, Jack y tú.

- No fue una cita. 

- Sí, cómo no.

- Es la verdad, Andrew. Jack y yo sólo somos amigos.-

Unos amigos que estuvieron a punto de besarse de no haber sido por la llamada de un hermano entrometido reclamando que la hora de la cena ya había pasado y que llevaba mucho tiempo fuera y que aunque sea con su íntimo amigo, casi hermano, no le quita lo mal que estaba que una chica estuviera a altas horas de la noche sola. Me limité a decirle sólo tres cosas para colgarle enseguida: no es noche, estoy segura y no, no soy señorita. 

- Jordan.- Me tomó del brazo para jalarme hacia una parte del pasillo que si no me equivoco, está cerca de la entrada para el laboratorio.- ¿Jack te gusta? 

 ¿A mi me gusta Jack?, ¿de verdad lo hace?

No tengo respuestas para ello. No es como si fuéramos los mejores amigos del mundo, lo que sí sé es que me llevo bien con él y el poco tiempo que hemos convivido han sido momentos gratos. Lo de antier por ejemplo. Aquel paisaje, ese escenario tan maravillosos al que me llevó y donde la tarde se me hizo minutos, fue fantástico. Fue una descripción de un cuento de hadas narrado con cada detalle de luz espectacular que la luna ilumina y deja ver todo perfectamente. Pero de ahí a decir que Jack me guste, es una afirmación, quizá incorrecta.

Ocultos.Where stories live. Discover now